No es la guerra en Ucrania, son la maldita oligarquía terrateniente y los pulpos exportadores los responsables del aumento del precio del pan

En los últimos días aumentó dramáticamente el precio del pan, de los derivados del trigo, y el Gobierno autorizó la segunda suba en lo que va del año en el precio de los combustibles. Se trata de un duro golpe a los bolsillos de los trabajadores que día a día vemos como la inflación devora nuestros ingresos. Nos afecta particularmente porque el precio de los cereales y los combustibles impacta directamente sobre el conjunto de las mercancías.

Desde la Federación de Panaderos denuncian que la bolsa de 25 kilos de harina triple cero pasó de $1200 a $2500, la caja de levadura de 10 kilos pasó de $2500 a $4000, la de azúcar de 50 kilos de $2600 a $4800 y la margarina de 20 kilos pasó de $3800 a $5500. “La molinería está especulando, porque los precios del trigo no subieron en esa proporción. Tenemos pruebas de desabastecimiento también, nos mandan la mitad de los pedidos”.

Mientras tanto el Gobierno observa impotente el espectáculo. Por un lado piensa que el aumento de los precios de las materias primas ayudará a juntar los dólares para pagar al FMI, aunque por el otro aumentará el costo de importar gas y petróleo, y tirará por la borda cualquier plan, por más miserable que sea, de reducir la inflación. Por las dudas Guzmán, el ministro del FMI, salió a aclarar que la culpa es de la guerra en Ucrania y que desde la Casa Rosada no piensan en ningún aumento de las retenciones (medida burguesa que permite reducir el precio local respecto al internacional).

Ciertamente la guerra en Ucrania ha disparado los precios de las principales materias primas (petróleo, gas, trigo, etc.) a nivel internacional. Rusia es la principal exportadora mundial de trigo y de petróleo y sus derivados. En el caso del trigo, Rusia y Ucrania representan casi un tercio de las exportaciones mundiales. La destrucción física de la producción, la especulación con las dificultades que habrá para abastecerse y las sanciones a Rusia (a la compra de sus productos) repercutieron inmediatamente para elevar los precios de estas materias primas a sus niveles más altos en más de una década, desatando una fuerte inflación en prácticamente todos los países del mundo.

Resulta evidente que aquellos países que no producen cereales ni combustibles, o que deben importar buena parte de lo que consumen, se verán seriamente afectados por el aumento de los precios internacionales. Ahora bien, ¿qué ocurre con la Argentina? Nos tratan de imbéciles cuando nos dicen que los precios aumentan por la guerra. La realidad es que los terratenientes, la burguesía agraria, las molineras y los pulpos exportadores pretenden vender en el mercado interno como si importáramos el trigo de Rusia o EEUU.

Efectivamente sobre nuestra tierra y sus productos no hay soberanía. La propiedad terrateniente pretende aumentar su renta agraria parasitaria especulando con el hambre de las masas. En “El Capital” Marx sostiene que “cuanto más elevado sea el desarrollo de la agricultura y de la civilización en general de un país, tanto más se elevan las rentas, tanto más gigantesco se torna el tributo que paga la sociedad a los latifundistas en la forma de plusganancias… Esta ley explica la maravillosa vitalidad de la clase de los latifundistas. No hay clase social que viva con tanto derroche, no hay ninguna que, como ella, reclame un derecho a un tradicional lujo ‘adecuado a su posición social’, sin importarle el origen de ese dinero”.

Decimos que su renta es parasitaria porque los terratenientes son una clase que no produce nada, es un tributo que todos los oprimidos pagamos a los propietarios de las tierras (también de las minas, de los pozos de petróleo, etc.) por el simple hecho de ser propietarios. Ese tributo es que el que financia a sus ideólogos, a sus funcionarios, y a los golpes de Estado de nuestra historia.

La burguesía ha sido incapaz de terminar con esta clase. Apenas algunos ideólogos del nacionalismo burgués, del peronismo, han anunciado la tarea como un discurso hipócrita para contener el levantamiento de las masas. Solo la clase obrera, con su revolución, puede expropiar y estatizar toda la tierra y establecer un férreo control del comercio exterior, de forma que se definan las cantidades y precios locales y luego la exportación.

 

(Nota de MASAS nº411)

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