Es necesario preparar desde las bases la huelga general y un plan de lucha para imponer salarios y jubilaciones que alcancen para vivir como personas

La inflación se devora nuestros ingresos

El gobierno es impotente para enfrentar la inflación. Los empresarios imponen su política de guerra para aumentar sus ganancias al máximo posible. Cada vez es más claro que el gobierno privilegia los intereses de los acreedores internacionales, de los terratenientes, de los banqueros, de los exportadores, de las multinacionales. Gobierna para todos ellos.

Pero el mayor problema es que no contamos con nuestras organizaciones para defender nuestros ingresos, nuestros propios intereses, que son antagónicos, contrarios, a los de las patronales. Las direcciones sindicales se reúnen con el gobierno y las empresas para defender los intereses de ellos, para hacer pactos de gobernabilidad, para prepararse para las elecciones del próximo año. Las direcciones burocráticas están borradas, han perdido toda independencia, están asociadas al gran capital.

A la inflación no se la derrota con discursos, ni conversando. No alcanza con que publiquen las listas de precios y los aumentos extraordinarios en pocos días, ni que nos cuenten que un puñado de empresas fijan los precios que quieren. Lo único que hacen todo el tiempo es confesar su impotencia, que no pueden enfrentarlos y siempre terminan de rodillas frente a sus decisiones. Y si no imponen los precios que quieren, amenazan con desabastecer a la población.

Los trabajadores debemos tomar en nuestras manos la defensa de nuestros intereses, la defensa del salario, e imponer un freno a la remarcación permanente de precios. Pero no se trata de formar brigadas para controlar a los supermercados, almacenes y kioscos, eso es una caricatura de cómo resolver el problema ya que nos quieren hacer responsables a cada uno de controlar los precios, de elegir dónde comprar más barato, o dejar de consumir los productos que más suben. Debemos tomar en nuestras manos, colectivamente, exigiendo el salario y la jubilación que corresponde e imponiéndolo con nuestros propios métodos de organización y lucha.

La exigencia del Fondo es que nuestros ingresos se ajusten por debajo de la inflación mientras siguen echando leña al fuego exigiendo que se siga devaluando el peso, que suban más las tasas de interés, que se ajusten los servicios, el combustible, etc., por esta vía no solo la inflación seguirá por las nubes sino que también se paralizará aún más la economía.

Es cierto que en los principales rubros de consumo hay monopolios que concentran los productos aunque tengan distintas marcas. Quiere decir que esas empresas están maduras para ser estatizadas bajo control obrero colectivo. Basta con estatizar una o dos empresas en cada sector para tener centralizada la producción y distribución de productos vitales. El capitalismo en su época monopólica, de desaparición de la competencia, ya no puede volver atrás, entonces esos sectores que son vitales no pueden seguir en manos de una empresa o unas pocas empresas. Y si no son sectores vitales se debe imponer el control obrero de la producción y la apertura de los libros para conocer exactamente sus costos.

La superconcentración en cada actividad hace que produzcan lo que quieren, como quieren y fijen los precios arbitrariamente, sin guardar relación con los costos. Lo dice el gobierno “los que más aumentaron fueron las empresas que monopolizan las góndolas de todo el país”, sin animarse a tomar las medidas que corresponde. Porque ante todo es un defensor de esos intereses monopólicos, de esa propiedad.

En los aceites tres empresas concentran el 90% de la venta: Aceitera General Deheza (AGD), Molino Cañuelas y Molinos Río de la Plata. En harinas, Cañuelas tiene el 34% de la góndola, Molinos Río el 22% y Morixe el 18%. En pastas secas, Molinos Río tiene el 65%. En Arroz: Molinos Río de la Plata tiene el 25% y AdeccoAgro el 20%. En lácteos: Mastellone, conocido por su marca Serenísima, tiene el 67% por ciento de las ventas en leche fluida, AdeccoAgro con el 13%. Postres producidos con leche: la francesa Danone tiene casi 50%, y Sancor 37%. En Bebidas con Alcohol: en cervezas, ABBInveb, que tiene Quilmes y otras marcas, tiene 72% del mercado seguido por la chilena CCU (Imperial), con 22%. En Gaseosas Coca Cola tiene 67% y Pepsico 35%, en mayonesa, la que produce AGD, tiene el 57%. En caldos, Unilever tiene 92%. Esta misma empresa tiene el 80% en Desodorantes Corporales. En pastas dentales, Colgate Palmolive tiene el 81%. En lavandinas: Clorox (Ayudín), 82%. Detergentes: Unilever 61% por ciento.

Las iniciativas de las cooperativas de trabajo y de producción no son alternativa para enfrentar esta concentración. Su escala es mínima, no puede atender el problema urgente de millones de familias que ven cómo sus ingresos son arrasados por un puñado de empresas. Son utilizados publicitariamente por el gobierno para decir que apoya un camino alternativo para bajar los precios, pero no es más que una maniobra publicitaria.

¿Cuántas veces tiene que fracasar el gobierno con sus diálogos, con sus mesas y concertaciones? Ya nadie les cree. Se están ganando con toda justicia el repudio popular. Junto a ellos toda la burocracia sindical que colabora.

Es el momento de recuperar todas las organizaciones sindicales y sociales para la lucha. Es hora de discutir en los lugares de trabajo y de estudio, en los barrios, cómo hacemos para imponer un plan de lucha que empiece por una huelga general por los reclamos más urgentes, por un salario y jubilación mínima igual al costo de la canasta familiar; terminar con toda forma de precarización laboral; ¡trabajo genuino para todos!

 

(nota de MASAS nº412)

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