Finlandia y Rusia (Lenin, mayo de 1917)

Como parte de la campaña del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional por el fin de la guerra en Ucrania, publicamos otro texto de Lenin sobre el derecho a la autodeterminación y el de separación, y de lucha contra la política de anexión.


FINLANDIA Y RUSIA (Lenin, 1917)

La actitud de Finlandia hacia Rusia ha pasado a ser tema de actualidad. El Gobierno Provisional no ha sabido dar satisfacción a la reivindicación del pueblo finlandés, que, por ahora, no exige la separación, sino tan sólo una amplia autonomía.

La política antidemocrática, anexionista, del Gobierno Provisional ha sido formulada y “defendida” el otro día por Rabóchaya Gazeta. Si se hubiera propuesto “hundir” a su defendido, no podría haberlo hecho mejor. Esta es realmente una cuestión fundamental, una cuestión de importancia para el Estado, que merece la mayor atención.

“El Comité de Organización entiende —escribe Rabóchaya Gazela, en su núm, 42— que el problema de las relaciones entre Finlandia y el Estado ruso sólo puede y debe resolverse en general mediante un acuerdo entre la Dieta de Finlandia y la Asamblea Constituyente. Hasta entonces, los camaradas finlandeses” (el Comité de Organización mantuvo conversaciones con los socialdemócratas fineses) “deberán tener presente que si se incrementan las tendencias separatistas en Finlandia, es probable que se fortalezcan las aspiraciones centralistas de la burguesía rusa.”

Este es el punto de vísta de los capitalistas, de la burguesía, de los kadetes, pero de ninguna manera el del proletariado. El Programa del Partido Socialdemócrata, precisamente el párrafo 9 del mismo, en el que se proclama el derecho a la autodeterminación de todas las naciones que forman el Estado, ha sido arrojado por la borda por los socialdemócratas mencheviques8. Han renunciado, en la práctica, a este programa y de hecho han tomado partido por la burguesía, lo mismo que en el problema de la sustitución del ejército regular por todo el pueblo armado, etc.

Ni los capitalistas, ni la burguesía, ni el partido de los kadetes, han reconocido jamás el derecho de las naciones a la autodeterminación política, es decir, a la libertad de separarse de Rusia.

El Partido Socialdemócrata, en el párrafo 9 de su Programa, aprobado en 1903, ha reconocido este derecho.

Cuando el Comité de Organización10 “recomendó” a los socialdemócratas finlandeses un “acuerdo” entre la Dieta de Finlandia y la Asamblea Constituyente, en esta cuestión se puso de parte de la burguesía. Para convencerse plenamente de ello basta comparar la posición de todos los principales partidos y clases.

El zar, las derechas, los monárquicos, no están por un acuerdo entre la Dieta y la Asamblea Constituyente, sino por el sometimiento directo de Finlandia al pueblo ruso. La burguesía republicana es partidaria de un acuerdo entre la Dieta finesa y la Asamblea Constituyente. El proletariado consciente y los socialdemócratas fieles a su Programa están por la libertad de Finlandia, como de todas las demás naciones sojuzgadas, de separarse de Rusia, Esa es una imagen indiscutiblemente clara y nítida. Con el pretexto de un “acuerdo” que no decide absolutamente nada -pues, ¿qué harán si ese acuerdo no llega a realizarse?-, la burguesía continúa con la misma vieja política zarista de sometimiento y anexión.

No debe olvidarse que los zares rusos anexaron a Finlandia como resultado de un pacto con el verdugo de la revolución francesa, Napoleón, etc. Si estamos verdaderamente en contra de las anexiones, debemos decir: ¡libertad de separación para Finlandia! Sólo cuando digamos y realicemos eso, entonces ¡y sólo entonces!, el “acuerdo” con Finlandia será un acuerdo verdaderamente voluntario, libre, un acuerdo real y no un engaño.

Sólo los iguales pueden llegar a un acuerdo. Para que el acuerdo sea un verdadero acuerdo y no un ocultamiento verbal del sometimiento, es necesario que ambas partes gocen de una verdadera igualdad de derechos, es decir, que -tanto Rusia como Finlandia tengan derecho a disentir. Eso es tan claro como la luz del día.

Solamente con la “libertad de separación” puede expresarse este derecho. Sólo cuando tenga libertad de separarse Finlandia estará verdaderamente en situación de llegar a un “acuerdo” con Rusia acerca de si se separará o no. Sin esta condición, sin reconocer el derecho a la separación, todo lo que se diga sobre un “acuerdo” es engañarse a sí mismo y engañar al pueblo

El Comité de Organización debió decir a los finlandeses lisa y llanamente si reconocía o no el derecho a la separación. Pero, al igual que los kadetes, oscureció el problema, renegando así de la libertad de separación. Debió atacar a la burguesía rusa por negar a las naciones oprimidas el derecho a separarse, negación que equivale al anexionismo. En lugar de esto, el Comité de Organización ataca a los finlandeses previniéndoles que las tendencias “separatistas” ¡ ¡fortalecerán las aspiraciones centralistas!! En otras palabras, el Comité de Organización amenaza a los finlandeses con el fortalecimiento de la burguesía anexionista rusa, que es exactamente lo que hicieron siempre los kadetes, el mismo disfraz bajo el cual siguen su política anexionista los Ródichev y Cía.

He aquí una interpretación práctica y clara del problema de las anexiones, del cual “todos” hablan hoy, pero temiendo plantear clara y francamente el problema. Estar en contra de la libertad de separación es estar por las anexiones

Los zares practicaron una brutal política de anexiones, cambiando una nación por otra mediante acuerdos con otros monarcas (reparto de Polonia, convenio con Napoleón sobre Finlandia, etc.), exactamente igual que los terratenientes cambiaban entre sí sus campesinos siervos. La burguesía, hoy republicana, practica la misma política de anexiones, aunque de un modo más sutil, más encubierto, prometiendo un “acuerdo”, pero quitando la única garantía efectiva de la igualdad real al realizar un acuerdo, es decir, la libertad de separación. El Comité de Organización se arrastra a la cola de la burguesía y en la práctica se coloca junto a ella (Birzhevka11, que reprodujo todos los pasajes más importantes del artículo de Rabóchaya Gazeta y alabó la respuesta del Comité de Organización a los finlandeses, tenía razón al llamarla una “lección de la democracia rusa” a los finlandeses. Rabóchaya Gazeta merecía este beso de Birzhevka’).

En su Conferencia, el partido de! proletariado (los bolcheviques) confirmó una vez más, en su resolución sobre el problema nacional, la libertad de separación”.

El agrupamiento de clases y partidos es claro

Los pequeños burgueses se dejan intimidar por el espectro de la aterrada burguesía; esto es lo esencial de la política de los socialdemócratas mencheviques y de los socialistas revolucionarios14. “Tienen miedo” a la separación. Pero los proletarios conscientes no la temen. Tanto Noruega como Suecia salieron ganando cuando en 1905 Noruega se separó libremente de Suecia: salió ganando la confianza mutua entre las dos naciones, salió ganando el acercamiento voluntario entre ellas, desaparecieron los roces absurdos y nocivos, se fortaleció la mutua atracción en el aspecto económico y político, cultural y social y se fortaleció la alianza fraternal entre los obreros de ambos países.

¡Camaradas obreros y campesinos! ¡No os dejéis influir por la política anexionista de los capitalistas rusos, de Guchkov, de Miliukov, del Gobierno Provisional, para con Finlandia, Curlandia”, Ucrania, etc.! No temáis reconocer la libertad de separación de todas esas naciones. No es por la fuerza como se ha de atraer a los pueblos a la alianza con los rusos, sino por un acuerdo realmente voluntario, realmente libre, que es imposible sin la libertad de separación.

Cuanto más libre sea Rusia, cuanto más resueltamente reconozca nuestra República la libertad de separación de todas las naciones no rusas, con mayor fuerza los demás pueblos se sentirán atraídos a aliarse con el nuestro, menos roces habrá, más raros serán los casos de verdadera separación, más corto el período de separación que emprendan algunas naciones, más estrechos y más fuertes serán a la larga los lazos de alianza fraternal entre la República proletario-campesina rusa y las repúblicas de todas las otras naciones.

 

(extraído de las Obras Completas de Lenin)

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