Bolivia: Pandemia y lucha de clases

El fenómeno social es concreto, complejo y contradictorio y es preciso comprender las implicancias de sus componentes para poder prever las perspectivas de su desarrollo.
En el presente caso, es necesario precisar que el factor fundamental que determina la lucha de clases es la crisis estructural del capitalismo que es resultado de choque de la contradicción en la base económica del sistema social capitalista moribundo. Se trata del choque entre el gran desarrollo de las fuerzas productivas (máquinas, fuerza de trabajo, etc., que se traduce en la enorme capacidad para producir) con las relaciones de producción (gran propiedad privada de los medios de producción que se ha convertido en freno de la producción).
Esta crisis, en el capitalismo, se resuelve con la destrucción de una parte de las fuerzas productivas cerrando centros de producción, condenando a los trabajadores a la desocupación, reduciendo salarios y beneficios sociales, etc., o por medio de las guerras que significan destrucción masiva de las fuerzas productivas. Mientras sobrevive el capitalismo, estas crisis se presentan de manera cíclica, cada cierto tiempo, cada vez seguidas y profundizándose cada vez más. Ahora estamos viviendo una de ellas, que obedece a las leyes internas del desarrollo del capitalismo y no a la voluntad de los gobernantes.
El fenómeno de la pandemia ha acelerado y profundizado la crisis económica. Con las cuarentenas y los encapsulamientos ha agravado la paralización de la producción y con ello un desbarajuste en la economía. Consecuentemente, agudiza la miseria y todas las demás calamidades sociales. La gente es doblemente castigada por sus efectos y por la miseria, creando además una sensación de gran inseguridad en las grandes capas de la población más desprotegida
En la conciencia de la gente está lidiando la contradicción del tormento del hambre y del terror a morir por los efectos de la pandemia. En este momento, debido a los cuadros dramáticos que a diario se muestran por el crecimiento exponencial de los contagios, el colapso de los centros de salud, la falta de respiradores y de medicamentos, la falta de médicos y del personal de salud, las muertes en los domicilios y en las calles, la incapacidad de los cementerios y de los hornos de cremación para recibir a la gran cantidad de muertos, la improvisación de cementerios clandestinos en terrenos baldíos, etc., el temor a la pandemia opaca momentáneamente el tormento que provoca la crisis económica.
Debemos estar conscientes de que la crisis económica sobrevivirá a la crisis sanitaria por varios años más. En la medida en que la pandemia vaya mitigándose poco a poco, la lucha de clases irá cobrando mayor intensidad porque los combatientes irán cobrando confianza en sus propias fuerzas. Entonces habrá llegado la hora de librar las batallas más importantes contra el Estado burgués, la empresa privada nativa y las transnacionales imperialistas. Dependerá de la capacidad que desarrollen los explotados y oprimidos para dotarse de direcciones que puedan unir sus luchas en torno a un programa que represente los intereses de todos. Sólo en esas condiciones se podrá saltar de las luchas puramente reivindicativas y sectoriales a la lucha de clases franca que es fundamentalmente política porque su objetivo será el destino del Estado y del poder político.
Algunos sectores del proletariado, los más directamente golpeados por la crisis económica como los fabriles, empiezan a incorporarse a las movilizaciones, pero el terror colectivo impide que avancen más aceleradamente. En Cochabamba, por ejemplo, los trabajadores que han sido afectados por los despidos han decidido postergar su proyectada marcha hacia La Paz hasta después de la cuarentena rígida que concluye el 13 de julio; la huelga de hambre de los maestros encuentra dificultades para incorporar a sus bases a las movilizaciones callejeras y por su aislamiento, probablemente, estén obligados a suspender la medida sin haber logrado sus objetivos. Se trata de las primeras escaramuzas que van a desembocar en la gran batalla, en el período de la mitigación de la pandemia y después, porque los explotados y oprimidos se encontrarán ante la disyuntiva de o morir de hambre o defender sus fuentes de trabajo, sus salarios, sus beneficios sociales y su derecho a vivir.
(Masas Extra – 06/07/2020 POR – Bolivia)