El POR y la IV Internacional (intervención en el acto conmemorativo a los 70 años de la Revolución Boliviana de 1952)

El 16 de abril de 2022, el POR de Bolivia realizó un acto conmemorativo a los 70 años de la Revolución Boliviana de 1952. Participaron miembros de la dirección del Comité de Enlace. A continuación publicamos el audio y la transcripción del discurso de Atílio de Castro, del POR-Brasil, encargado de exponer la cuestión de la relación entre el POR y la IV Internacional. (POR Brasil – masas nº664)

Atílio:

El balance de la revolución de 1952 es importante, no sólo para el POR de bolivia, para la clase obrera boliviana, sino también para los explotados de América Latina. Tiene trascendencia porque en una revolución se verifican las fuerzas políticas, las posiciones, y justamente en 1952 se estaba produciendo una revisión programática en el seno de la dirección de la IV Internacional, como mencionaba Alfonso, bajo la responsabilidad de la tendencia dirigida por Michel Pablo, es decir, la tendencia pablista. El pablismo tuvo un impacto muy negativo en la vida del POR de Bolivia. No cabe duda de que existe un vínculo con el pasado de la formación del POR.

Guillermo Lora, en sus escritos, muestra constantemente que el POR pasó por varias etapas de su desarrollo. Se fundó en Argentina, en Córdoba en 1935, bajo la dirección de Aguirre Gainsborg y Tristán Marof. Sólo Gainsborg había asumido la lucha de la oposición de izquierda trotskista. Marof apareció como socialdemócrata. Gainsborg, exiliado en Chile, se hizo militante del Partido Comunista, y en esa época conoció la Oposición de Izquierda trotskista. Finalmente fue expulsado por los estalinistas, y en Córdoba fundó el POR. La trayectoria de Marof, sin embargo, fue en la dirección opuesta a la de la construcción del partido marxista-leninista-trotskista.

La relación con la IV Internacional, aunque sea de forma superficial, decidió el curso de la construcción del POR. Pero al mismo tiempo expresaba las dificultades para constituir el partido. Y es que la tarea de construir el partido, vinculado a la IV Internacional, a los fundamentos de la III Internacional, desde la época de Lenin, exigía y exige la aplicación del Programa de Transición, elaborado por Trotsky y aprobado en la Conferencia fundacional de la IV Internacional. La aplicación del programa requiere el trabajo de conocer la realidad que se pretende transformar. El partido revolucionario sólo puede construirse estudiando, conociendo e identificando las leyes de la historia que condicionan las particularidades nacionales. Y el punto fundamental de las particularidades se encuentra en la economía y en las clases sociales. Se trata de encontrar la manera de que el partido penetre en el proletariado, movido por el programa y la teoría marxistas. Este era uno de los problemas fundamentales, que concierne a toda la Cuarta Internacional, no era un problema de Bolivia solamente. La experiencia de las oposiciones de izquierda en Chile, Brasil y Argentina puso de manifiesto el problema de la elaboración del programa y la vinculación de la vanguardia con el proletariado. Esta es la esencia: formarse como programa dentro del proletariado.

Las corrientes fracasaron, sin excepción, precisamente porque no se propusieron conocer a fondo el país, su historia, sus particularidades y sus relaciones con el mundo. Y no se volcaron en la aplicación del programa, en el trabajo sistemático de penetración en el proletariado. Si el partido –o agrupamiento embrionario, la vanguardia- no se construye en el seno del proletariado, las tendencias pequeñoburguesas tienden a florecer en él. Este fenómeno expresa las leyes de la historia, con respecto a la construcción del partido revolucionario

El POR de Bolivia experimentará dificultades de este tipo. Durante un periodo inicial sufrió este mal. La agrupación original no estaba orientada a resolver la tarea de construir el programa y penetrar en el proletariado. Este desvío, a grandes rasgos, continuó desde 1935 hasta principios de 1940, cuando se formó el Comité de La Paz, superando a la dirección de Cochabamba, que era, en palabras de Lora, una dirección diletante. No cumplía su función de trabajar en el seno del proletariado y desarrollar el programa.

Se reconoce así la importancia decisiva de la brutal represión sufrida por el POR, que afectó sobre todo a la organización de La Paz. Lora se vio obligado a ocultarse y vivir en Oruro, lo que le permitió trabajar entre los mineros. Allí desarrolló trabajos en las minas Huanuni, Siglo XX y Colquiri. En estas circunstancias, la fusión de las primeras bases del trotskismo en Bolivia, como resultado de la acción práctica, con los instintos revolucionarios del sector más avanzado de los explotados, decidió el curso del POR. Allí se forjó la base más sólida del partido, que antes no tenía ninguna posibilidad de establecerse, entre otras cosas porque Gainsborg murió muy pronto en 1938.

La Tesis de Pulacayo, aun siendo un documento de características sindicales, expresaban la fusión de los fundamentos del programa revolucionario con la clase obrera. Este es un punto clave, que no se encuentra en la historia de las otras corrientes del trotskismo en América Latina. Por ejemplo, en Brasil, la Liga Comunista se descompuso muy rápidamente. No fue capaz de desarrollar una política revolucionaria, de superar el estalinismo, precisamente porque era un grupo de intelectuales. Mário Pedrosa fue su principal líder, su principal dirección, terminó como un intelectual pequeño burgués, que no tenía el entendimiento, aunque era miembro de la IV Internacional. Ningún dirigente de la POR en Bolivia tuvo esta posibilidad. El trotskismo en Bolivia se mantuvo al margen del centro de la IV Internacional durante un largo período.

En 1952, el POR estaba en un proceso de maduración organizativa, precisamente por su avance en el trabajo con los mineros. Este trabajo fue la base, la fuerza social, que permitió la proyección del POR. Es un hecho que el partido influyó no sólo en los mineros sino también en los campesinos en su lucha por la tierra. Lo fundamental es cómo el POR proyectó la política del proletariado en la revolución de 1952, trabajando para separar al proletariado y a las masas campesinas de la influencia del nacionalismo burgués y pequeñoburgués, galvanizado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Sólo así se crearían las condiciones de la lucha de clases, hacia la conquista del poder y la constitución del gobierno obrero y campesino. Ahí radica la principal dificultad de la revolución de 1952. El problema radicaba en cómo separar al proletariado de los campesinos, en establecer la unidad obrero-campesina, en luchar por un gobierno obrero-campesino. Para avanzar en esta dirección, era imprescindible derrotar al MNR, ya que este partido pequeñoburgués nacionalista tenía en sus manos la dirección del movimiento revolucionario de las masas. Una dirección que iría a traicionar, pero que los explotados no tenían como saber, sino a través de la lucha revolucionaria del POR. Lora relata la tremenda confusión existente entre las masas, que no estaban lo suficientemente maduras por la experiencia para diferenciar entre el POR y el MNR, que no podía resolver las tareas democráticas. Y la revolución, dirigida inmediatamente a derrocar a la oligarquía feudal, tenía como punto de partida tareas propias de la revolución democrático-burguesa que, para ser resueltas, tendrían que dar paso a la revolución proletaria. Esta maduración no se produciría inmediatamente. Esto inviabilizó la lucha del POR por separar al proletariado de la política nacionalista y por forjar la alianza obrero-campesina.

Como ven, ¿qué papel podría haber desempeñado la dirección de la Cuarta Internacional en la revolución boliviana? Podría haber fortalecido críticamente la lucha del POR. Y proyectar el marxismo-leninismo-trotskismo en América Latina. Eso sería un gran logro revolucionario. Sin embargo, la Cuarta Internacional estaba en crisis. En 1952, la Cuarta Internacional atravesaba su peor momento político y organizativo desde el asesinato de Trotsky en 1940. La dirección que heredó la Cuarta no estuvo a la altura de la tarea de desarrollar una política mundial que llevara a las secciones a aplicar el Programa de Transición de acuerdo con la realidad nacional.

El pablismo, que se refiere al dirigente Michel Pablo, al revisar el trotskismo, comenzó a negar que el estalinismo fuera una fuerza contrarrevolucionaria. Se opuso a esta caracterización de la IV Internacional, sustituyéndola por otra, afirmando que el estalinismo podía desempeñar un papel progresista. Esta revisión no se realizó en el aire. Fue una revisión basada en el resultado de la Segunda Guerra Mundial. A medida que la URSS, bajo la dirección del estalinismo, penetraba y conquistaba zonas de influencia en Europa del Este, constituyendo las «repúblicas populares», y que se producía un proceso de expropiación de la burguesía, este fenómeno llevó a la fracción mayoritaria de la dirección de la IV Internacional a revisar sus fundamentos programáticos. Trotsky ya había expuesto las bases del carácter contrarrevolucionario del estalinismo, cuando demostró que las expropiaciones que tuvieron lugar en Europa del Este, con la ayuda del Ejército Rojo, eran la expresión de una tendencia de las masas, pero que los métodos burocráticos de expropiación de la burguesía y la constitución de «gobiernos populares», que no eran gobiernos revolucionarios, no podían sostenerse. Esta idea clave fue marginada por Pablo. Esta revisión se produjo justo cuando se produjo la revolución de 1952 en Bolivia.

La Cuarta Internacional se interesó inicialmente por el POR boliviano en 1946, en vista de las repercusiones de las Tesis de Pulacayo y del bloque minero parlamentario, del que Lora formaba parte. Después de ese momento, la dirección de la IV sólo se interesaría por Bolivia atraída por la Revolución de 1952, debido a su proyección en América Latina. Pero, ¿cuál fue la intervención de los pablistas? Era negar la táctica del POR, separar al proletariado y a los campesinos de la dirección del MNR. Al negar esta táctica, hicieron la acusación de que el POR apoyaba la política de Lechín, una política de cogobierno, cuando era justo lo contrario. En el terreno de la revolución, llegó al poder el gobierno pequeñoburgués del MNR, que contaba con el apoyo de las masas. Y la revolución no será posible si no se agota el experimento del nacionalismo. Pero, los pablistas no lo vieron así. Por eso adoptarán una posición ultraizquierdista. Y el ultraizquierdismo, como demostró Lenin, tiene otra cara, que es la del oportunismo.

Alfonso citó el X Congreso del POR, celebrado en junio de 1953. En ese Congreso hubo un choque de evaluaciones sobre la revolución de 1952. La posición de los pablistas no admitía la tesis de la tendencia de la Fracción Obrera Leninista (FOL), dirigida por Guillermo, de que la COB había perdido el carácter de poder dual y que se planteaba la tarea de preparar las condiciones para una nueva etapa de lucha por el poder, de recoger las experiencias de las masas y reorganizar su lucha. La nueva etapa de preparación de la lucha por el poder se dirigió contra el gobierno del MNR, que mostraba signos de capitulación ante el imperialismo, no seguía adelante con la resolución de las tareas democráticas y, por tanto, traicionaba la confianza de la mayoría oprimida. Y la Facción Proletaria Internacionalista (FPI), que no era internacionalista en absoluto, dijo que esa no era la tarea, ya que para ellos la cuestión del poder ya estaba colocado en ese momento. Pretendía empujar a las masas hacia la revolución. Visto hoy, uno puede ver lo absurdo. Pero en su momento fue muy grave, porque la posición ultraizquierdista provocó una escisión en el POR. Fue una división muy dura. El FOL se enfrentó a una fuerte intervención del aparato internacional de los pablistas.

En el XIII Congreso, en mayo de 1956, los pablistas se separan del POR. Sin embargo, bajo las presiones de la situación interna y de la dirección de la Cuarta Internacional, en febrero de 1966 se completó el proceso de reunificación, iniciado en junio de 1965, como informa Lora en sus estudios «Contribución a la historia política de Bolivia». Esto resultó en un gran error, reconocido autocríticamente por Lora. Fue precisamente en 1966 cuando comenzó la aventura foquista del Che Guevara en Bolivia, que concluyó con una derrota en 1967. En este contexto, se estaba estableciendo un marco de lucha revolucionaria en Bolivia, que culminaría con la Asamblea Popular, instalada el 1 de mayo de 1971. Los pablistas, que se habían adherido al foquismo, lucharon contra la posición del POR, que se dedicó a la labor de crear la Asamblea Popular, concebida como una forma soviética, es decir, un órgano de doble poder. Tras el agotamiento de la revolución de 1952, la Asamblea Popular se convirtió en un canal, un instrumento, de unidad obrero-campesina bajo la dirección de la política proletaria. En el seno de la Asamblea Popular, encarnada por el POR, se libra una lucha para que la clase obrera se constituya en una fuerza organizada para tomar el poder. Si, en 1971, la clase obrera tomara el poder, completaría el proceso de la revolución de 1952. Existe un vínculo entre el movimiento revolucionario de 1952 y el de la construcción de la Asamblea Popular de 1971.

Se ve que la intervención de la Cuarta Internacional, que se dividía en torno al revisionismo de Pablo, fue muy negativa. Ya no era la IV Internacional de Trotsky, sometida como estaba a una revisión oportunista tan profunda, que se dividiría fatalmente. Como efectivamente ocurrió, la oposición fue la Organización Comunista Internacional (OCI), dirigida por Pierre Lambert, que creó el Comité Internacional (CI). El problema es que la OCI no fue capaz de hacer una crítica programática consecuente del pablismo. Y no lo hizo porque Lambert no asimiló la importancia decisiva de que las secciones de la IV Internacional penetraran en el proletariado de sus países. Esto sólo podría lograrse conociendo la realidad del país y elaborando el programa de la revolución, que es una expresión del Programa de Transición de la Cuarta Internacional. Este necesario entendimiento lo había logrado el POR en Bolivia. Y por eso el pablismo, como corriente revisionista, fue derrotado en su enfrentamiento con el POR, en torno al programa, la táctica y la teoría de la Revolución de 1952, y la Asamblea Popular de 1971. El pablismo no fue derrotado por los lambertistas, porque sólo se desenmascara y derrota al revisionismo en la situación de unidad entre la teoría y la práctica revolucionaria. Esta fue una de las mayores enseñanzas de Lenin. Basta con recurrir a la experiencia de lo ocurrido con la Segunda Internacional, liquidada por el revisionismo. Los traidores del marxismo fueron derrotados por la posición internacionalista de los bolcheviques, en las condiciones de la Primera Guerra, en la que prácticamente se planteó la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, en Rusia en 1917. Este curso práctico permitió al bolchevismo demostrar cómo el chovinismo asumía una política contrarrevolucionaria. No se trataba de un debate puramente en el plano de las ideas. Las ideas tienen que ser una expresión de la materialidad de las fuerzas políticas, las fuerzas económicas y las leyes de la historia. Así que el pablismo, que acusaba al POR de colaborar con el MNR, a través de Lechín, se hundió en una aventura guevarista, foquista. El final estaba sellado para los revisionistas, que ya no podrían levantar una organización en suelo boliviano.

Tomando la realidad de hoy, ¿dónde están los pablistas? ¿Dónde está el Secretariado Unificado? Disuelto en organizaciones reformistas. Aquí en Brasil se disuelven en el PT. ¿Dónde están los lambertistas? En todas partes se disuelven en movimientos democratizadores. Aquí en Brasil se disuelven en el PT.

En la revolución de 1952, si el POR hubiera cometido un error programático, estaría acabado. No pasaría la prueba de la historia. La mejor manera de demostrar que los morenistas repiten las acusaciones de los pablistas contra el POR es comprobar la misma conducta de desconocimiento de las posiciones integrales del POR. Las corrientes que no han reconocido el desarrollo del trotskismo en Bolivia han pasado obligatoriamente al oportunismo. Esto es lo que muestra la historia más reciente de las luchas políticas en el ámbito del marxismo-leninismo-trotskismo. Los acontecimientos son la prueba de que las acusaciones contra el POR, de que capituló ante el MNR, están descalificadas. Hoy es muy difícil para un militante con un poco de entendimiento no llegar a la conclusión de que no hubiera sido posible que el POR de Bolivia sobreviviera si hubiera colaborado con un gobierno burgués. Inevitablemente se acabaría para el proletariado de Bolivia, para el proletariado mundial y para la lucha por la reconstrucción de la IV Internacional.

El POR experimentó un problema de aislamiento nacional. Los revisionistas, los opositores, acusan al POR de nacional trotskismo. Es otra de las burdas falsificaciones. Esta gente no se molesta en investigar la historia del POR en Bolivia. Guillermo, en su estudio sobre el desarrollo del POR, reconoce que el aislamiento del movimiento obrero internacional y de la Cuarta Internacional causó mucho atraso y mucha dificultad al desarrollo partidario. Estando apartado de los embates internacionales, no pudo expresar su fuerza en la lucha por la constitución de una dirección revolucionaria internacional, que sería una expresión de la IV Internacional, concebida y constituida bajo la dirección de Trotsky.

El POR, tras la experiencia con los pablistas, no se negó a hacer un experimento con la Organización Comunista Internacionalista (OCI), que se convirtió en el Partido Comunista Internacionalista (PCI), dirigido por Pierre Lambert. Incluso constituyó un Comité Internacional (CI) para la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, con el objetivo de superar el divisionismo pablista, pero no hubo manera de avanzar. Esto se debió a que la OCI no caracterizó correctamente a los países semicoloniales, y comenzó a negar la táctica del frente único antiimperialista, formulada desde los primeros cuatro congresos de la Tercera Internacional. Los lambertistas pasaron a atacar el POR. Se celebraron tres conferencias latinoamericanas. En la tercera, que tuvo lugar en septiembre de 1977, el POR, junto con Política Obrera (PO) de Argentina y otras agrupaciones latinoamericanas, debatió un «Proyecto de Informe sobre América Latina», redactado por Guillermo. Se trata, de hecho, de una resolución programática. Se trataba de la caracterización de los países semicoloniales, de la revolución democrática como parte de la revolución proletaria, y de las tareas generales, la estrategia y la táctica. Se trataba, pues, de la revolución en los países atrasados, tomando como base y orientación la teoría de la revolución permanente desarrollada por Trotsky. En este marco, el Informe planteaba el problema de cómo la clase obrera tendría que dirigir a la mayoría oprimida, cómo esta lucha implicaría necesariamente la aplicación de la táctica del frente único antiimperialista. Era una táctica para madurar, en el seno de los explotados, la estrategia de la revolución proletaria, la dictadura del proletariado, el gobierno obrero y campesino. Una estrategia propia de los países con economías atrasadas, como los de América Latina. La burocracia de la OCI-PCI intervino en la Tercera Conferencia para anularla. Fue entonces cuando el POR de Bolivia se separó, junto con el PO de Argentina y una agrupación peruana. Esa experiencia estaba agotada. Como puede verse, hubo una experiencia del POR con los pablistas y los lambertistas, que fueron responsables de la desintegración de la IV Internacional.

Se abrió otra experiencia, la de formar una «Tendencia Cuarta Internacional» (TCI) con el PO, que en ese momento era, junto con el POR en Bolivia, la expresión más avanzada del trotskismo, que se oponía tanto a los pablistas como a los lambertistas. El problema era que el PO tampoco había cumplido con la tarea de constituir su programa revolucionario y penetrar en el proletariado. Esto permitió las deformaciones de la política caudillesca pequeño-burguesa de Jorge Altamira, que aspiraba a reconstituir la Cuarta Internacional formando agrupaciones satélites en varios países. En realidad, la TCI se enfrentaba a un problema más complejo, cómo reconstruir una organización basada en el Programa de Transición y el centralismo democrático, con el objetivo concreto de desarrollar los embriones de partidos marxistas-leninistas-trotskistas, organizando la vanguardia revolucionaria que estaba surgiendo en América Latina. Esta experiencia se frustró rápidamente.

Después de esto, el POR boliviano se dio a la tarea, en julio de 1988, de organizar el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI), con el que hasta hoy trabajamos por la reconstrucción de la Cuarta, como Partido Mundial de la Revolución Socialista. A pesar de las debilidades de la organización brasileña y argentina, entramos en un período muy rico de elaboración programática. Guillermo Lora insistió y fue perseverante en la defensa de que nuestras secciones embrionarias formularan sus programas, se dirigieran a la clase obrera y asimilaran críticamente la experiencia del trotskismo en Bolivia. La Tendencia por la Construcción del Partido Obrero Revolucionario en Brasil (TPOR) y el Comité por la Construcción del POR en Argentina se pusieron bajo la dirección programática del POR en Bolivia. El TPOR, más concretamente, porque la sección argentina tuvo dificultades para entender y aplicar la orientación del programa, reflejando el legado del PO, lo que acabó abriendo una crisis política y una escisión en el POR argentino. La división obstaculizó y retrasó el progreso del Comité de Enlace. Hubo una interrupción en su funcionamiento. En cuanto falleció Guillermo, nuestras organizaciones se pusieron a trabajar por la recuperación del Cerci. Esta decisión demostró que la organización brasileña estaba más madura en la tarea de constituirse como partido-programa. La sección argentina pasó por los dolores de la escisión, que templó los cuadros que resistían a los liquidadores, y asumió plenamente la tarea de elaborar el programa.

Este curso de la lucha por el internacionalismo, por la reconstrucción de la IV Internacional, nos dice que la acusación de los pablistas, morenistas y altamiristas, de que el POR sería una especie de nacional-trotskismo, es completamente falsa. El problema es que para afrontar la tarea de reconstruir la IV, el POR tuvo que derrotar por sí solo a los revisionistas pablistas y lambertistas, y a los oportunistas resultantes de una multitud de escisiones. Hay una cantidad de agrupaciones, y todas, desde las más ultraizquierdistas, hasta las más oportunistas, se unen contra el POR. Cuando se trata de atacar al POR, el PTS, el PSTU, el MAS, el PO, etc. se unen, sin necesidad de una manifestación concreta, basta con repetir la sórdida acusación de que el POR traicionó la revolución de 1952. Esta actitud generalizada choca con la historia del POR, con su rica experiencia en la lucha de clases, con la elaboración sistemática del programa, y con la proyección internacional, que se refiere no sólo a la conservación del programa de la IV, sino al avance de su aplicación programática, en las condiciones de los países latinoamericanos de capitalismo atrasado.

Las conquistas programáticas del POR y la experiencia de 1952 son parte de estas conquistas, incluyendo la Tesis de Pulacayo y la Asamblea Popular de 1971. El POR se constituye como un pilar en la reconstrucción de la IV Internacional, no hay como pasa por otro camino. Todos los intentos de formar agrupaciones internacionales por otra vía han resultado muy artificiales, muy aparateados

Vemos que este tema que nos correspondía exponer -sobre la relación del POR con la IV Internacional- nos obliga a concluir que las experiencias con los revisionistas de la IV Internacional han sido muy negativas; se han presentado como un gran obstáculo para el desarrollo del POR de Bolivia y para su necesidad de romper el aislamiento.

Ahora la situación ha cambiado. Observemos la guerra en Ucrania. Las corrientes están perdidas. Algunos son partidarios de apoyar a Rusia, y otros, sin darse cuenta, se han puesto en el terreno del imperialismo, al oponer resistencia al gobierno de Zelenski. No reconocen el problema de la autodeterminación de Ucrania, ante el asedio de la OTAN y la invasión militar de Rusia.

Para concluir, es necesario que los logros de la POR de Bolivia sean levantados por el proletariado en lucha, y proyectados en la tarea de reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista. Es evidente que el país ha experimentado grandes transformaciones, desde 1952, en la minería, en la economía, etc. La tarea señalada en la exposición del camarada Ramón, de que es necesario que el POR se transforme en una dirección física de las masas, es un problema general, que se refiere a la profunda crisis de la dirección revolucionaria a escala mundial. Este es un problema que sigue existiendo, y no sólo en Bolivia, sigue existiendo en todas partes. Recientemente, en Perú, hubo un gran movimiento, o en Chile, donde las masas lucharon valientemente, sin poder preservarse en el terreno de la independencia política y organizativa, debido a la ausencia de una dirección revolucionaria. Trabajar y trabajar para superar la crisis de dirección es la tarea histórica que tenemos por delante. Cómo aprovechar los grandes logros del POR Boliviano, debe ser una de las preocupaciones de la vanguardia con conciencia de clase.

Gracias.

 

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