Derechización de los gobiernos nacional-reformistas de América Latina

La permanencia del atraso y la total dependencia de América Latina de los movimientos del capital financiero y de los monopolios imperialistas se refleja en la política como servilismo de las burguesías nacionales y sus gobiernos. Los gobiernos se ven obligados a aplicar contrarreformas que rebajan las condiciones de vida de los asalariados y abren aún más las economías nacionales al saqueo imperialista. Esto se refleja en el fortalecimiento de los estados policiales para reprimir la revuelta de las masas que se levantan contra la pobreza y el hambre. El escenario que se abre es el de un agravamiento de las crisis políticas y de la lucha de masas. Los gobiernos nacional-reformistas -los que están en el poder y los que pueden llegar a hacerse cargo de los Estados semicoloniales- reflejan estas condiciones generales de la situación política, adoptando posiciones cada vez más derechistas.

Venezuela

El gobierno de Maduro ha abierto a la privatización las empresas telefónicas estatales (Cantv y Movilnet), la metalurgia (hierro, acero y aluminio) ubicada en Guayana, así como las empresas «mixtas» de petróleo y gas, promoviendo una ley de inversión extranjera. La venta de entre el 5% y el 10% de las acciones es un paso inicial, que pronto se ampliará, en función de la situación. Los índices de la Bolsa y las evaluaciones del país por parte de los organismos internacionales se han disparado.

El periodo marcado por las estatizaciones (con indemnización), que duró décadas y afectó a más de 5.000 empresas, llega a su fin. Evidentemente, el chavismo está maniobrando, en medio de la convulsa situación política mundial, para sobrevivir a los golpes de la agudización de la crisis capitalista, que lleva décadas destruyendo la economía nacional. Para el gran capital monopolista, en particular el norteamericano, que se beneficia del endurecimiento del comercio mundial y de la guerra comercial emprendida contra Rusia, le sirve esto para abrir nuevas posibilidades de negocio y de beneficios en los sectores dominados por las empresas estatales rusas y chinas, especialmente en las áreas del petróleo. De este modo, pretende sortear los problemas de abastecimiento mundial utilizando a Venezuela, y su control del mercado mundial, como instrumento para condicionar a Europa, que busca desesperadamente prescindir de las importaciones de petróleo y gas ruso.

Para los trabajadores y asalariados, la privatización, aunque sea parcial, significa nuevos ajustes salariales, condiciones de trabajo más flexibles y destrucción de derechos, con el objetivo de que las inversiones sean «más rentables». Esto en el marco de una economía dolarizada (el 70% de las transacciones se realizan en dólares), y una acelerada devaluación del bolívar (que rebaja aún más los salarios reales), ya muy golpeada por la inflación y la destrucción económica, producto del bloqueo imperialista.

Esto requerirá que el chavismo adopte una política económica y social pro-imperialista, destinada a garantizar los negocios de los inversores extranjeros, reforzando los métodos represivos, para abortar cualquier levantamiento popular. Sin embargo, pretende realizar maniobras que le permitan confluir con la oposición burguesa, para resolver los conflictos y la crisis de gobernabilidad, lo que se traducirá en el fortalecimiento de la oposición servil a Estados Unidos, en detrimento del desmoronado nacional-reformismo.

Perú

El 4 de mayo, el Congreso convocó a cuatro ministros para ser «consultados» sobre la «parálisis» del gobierno ante las huelgas de transporte y aeropuertos y los bloqueos de carreteras de abril. Ocho días después, eligió nuevos jueces para el Tribunal Constitucional. Se impuso una lista acordada entre el gobierno y los diputados de la situación y el derecho. El 23 de mayo, Castillo tomó posesión de los nuevos ministros (Interior, Desarrollo Agrícola y Riego, Energía y Minas y Comunicaciones). Un día después, Castillo anunció que habría nuevos ceses y nombramientos.

La bancada de Perú Libre se dividió en cuatro bloques, que se mantienen alineados para impedir cualquier pedido de destitución de Castillo. Sin embargo, en las escisiones también influyen los intereses de aparato para gestionar comisiones, fondos reservados, exigir puestos en el gobierno o proyectar candidaturas. Fuerza Popular -el partido de derecha dirigido por la hija del dictador Alberto Fujimori, Keiko- se convirtió así en la principal fuerza parlamentaria y en el eje de las fuerzas reaccionarias dentro del parlamento. Las continuas maniobras de Castillo, sin embargo, no han logrado resolver la crisis de gobernabilidad, ni desactivar la ofensiva de la derecha contra su gobierno, supuestamente nacional-reformista. Castillo, presionado por las fuerzas de la derecha, ha ido asumiendo una política burguesa de ataque a las masas. Los cambios en el gobierno indican que sigue el camino trazado por el imperialismo y las oligarquías nacionales, de imponer el programa y las medidas exigidas por la clase dominante y chocar con las masas.

Chile

Boric, poco después de asumir la presidencia, dejó claro que su gobierno asumiría una política francamente derechista. Impuso el «estado de excepción» (militarización) en los territorios mapuches, reivindicados por el pueblo-nación oprimido como su territorio ancestral. El 1 de mayo, reprimió la marcha organizada por la Central Clasista de Trabajadores (CCTT). Mientras que la marcha organizada por la Central Única de Trabajadores (CUT), en apoyo del gobierno, pronunció discursos ante ministros, parlamentarios y constituyentes de la situación. Atender la demanda de autodeterminación del pueblo mapuche, las reivindicaciones de los trabajadores y la exigencia de no seguir el camino de la represión, impulsando la «reforma de Carabineros», fueron las promesas electorales de Boric, antes de asumir la presidencia.

Boric personifica otro nuevo gobierno burgués, apoyado por los intereses de los sectores del transporte y la agroindustria, que ganan miles de millones con la explotación de los recursos naturales y los bosques de las regiones mapuches, y, fundamentalmente, por los monopolios, que controlan la economía nacional y extraen gigantescas ganancias, a costa de la sobreexplotación y la miseria de las masas. En otras palabras, es la continuación de la dictadura burguesa y la democracia oligárquica impuesta por la dictadura de Pinochet.

Política y método proletarios

La situación política está marcada por la desintegración de los gobiernos nacionales reformistas. Si Gustavo Petro gana las elecciones en Colombia (ver Massas n°664), necesariamente seguirá el curso de derechización y sumisión de los gobiernos nacional-reformistas, impuesto por la situación política, ante el avance de la ofensiva de la burguesía mundial, y la ausencia de dirección revolucionaria.

La crisis económica se profundiza, agravando la ofensiva de la burguesía para imponer un plan de violentas contrarreformas y privatizaciones. Esto ocurre cuando los oprimidos están retomando, con diferentes ritmos y radicalización, la lucha colectiva por sus reivindicaciones. Así que no habrá manera de que los gobiernos reformistas (de los más diversos orígenes) respondan a la situación de quiebra económica y social, sin asumir abiertamente los métodos reaccionarios de defensa de la gobernabilidad burguesa.

La situación política más general está, pues, marcada por las tendencias a agravar la lucha de clases. De aquí se desprende la tarea inmediata que se impone a la vanguardia con conciencia de clase de explicar que los gobiernos que se presentan como defensores de las masas se verán obligados, por diversas vías y métodos, a doblegarse ante el imperialismo y a deshonrar aún más a las masas. Es decir: la tarea de impulsar las reivindicaciones más inmediatas y trabajar por la unificación nacional de las luchas.

La crisis plantea objetivamente la necesidad de plantear un plan común de reivindicaciones de las masas, y de promover sus propias formas de organización y métodos de lucha. De esta manera, será posible intervenir en los movimientos, dando expresión política consciente a la insurgencia instintiva de las masas, en la política de clase y revolucionaria, avanzando en su independencia política.

(POR Brasil – Masas nº665)

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