Emergencias para América Latina de la crisis económica mundial y la guerra comercial

La crisis mundial arrastra a América Latina para el precipicio. Sus gobiernos, aún los más nacionalistas, se muestran incapaces de reaccionar a la ofensiva de EE.UU. en el continente. La crisis económica y política tiende a agravarse e impulsar la lucha de clases. El enfrentamiento a la escalada militar en todo el mundo, y, en particular en América Latina, exige organizar el movimiento revolucionario antiimperialista, bajo la dirección del proletariado.

Los gobiernos europeos y EE.UU. vienen presionando para que América Latina adopte una actitud políticamente más comprometida, que vaya más allá de las declaraciones liricas contra la “invasión” y “defensa de la soberanía nacional”, con las sanciones económicas impuestas contra Rusia. Incluso los gobiernos más derechistas de la región se han resistido a sumarse militantemente a la política norteamericana antirusa y antichina y se han limitado a declaraciones formales de condena. La presión imperialista, busca alinear a la burguesía latinoamericana tras la estrategia norteamericana de afianzar su posición como primera potencia mundial en su guerra comercial contra China.

La expansión del comercio entre China y buena parte de los países latinoamericanos, ha avanzado tanto al punto que para economías como las de Brasil y Argentina, la China se ha convertido en su principal socio comercial. Es manifestación de este avace cuando sectores importantes de la burguesía nacional se inclinan abiertamente a favorecer la apertura con la China en desmedro de la tradicional posición de servilismo frente al imperialismo norteamericano. No es de extrañar que Brasil como parte de los países del BRICS se haya inclinado a favorecer el desplazamiento del dólar como moneda patrón del comercio internacional para beneficio del Yuan y su propia moneda nacional.

Pero, como enseña la experiencia, el desplazamiento de una moneda patrón del comercio mundial por otra, resulta del poderío de la economía que da sustento a la moneda en cuestión. Después de la masiva destrucción de fuerzas productivas precipitada por la 1era y 2da guerras mundiales, la caída de la economía inglesa, la obsolescencia de su aparato productivo y de sus formas políticas de dominio (colonialismo ingles), determinaron la caída de la Libra Esterlina como patrón monetario internacional para su sustitución por el Dólar norteamericano, cuya economía se vio potenciada tras la “reconstrucción de Europa” y el avance del capital financiero norteamericano en América Latina, África y Asia, potenciado en la década de los 70 por los acuerdos entre EE.UU. y los países del Medio Oriente, de comerciar el petróleo en dólares americanos, al punto en que la economía norteamericana llego a ser la responsable del 40% del PIB mundial.

La actual disputa en torno a si el Dólar debe o no continuar como patrón monetario internacional, expresa el agotamiento del reparto económico mundial vigente. El que este cambio se haga realidad o no hacia adelante depende del curso de la crisis capitalista mundial. Lo cierto es que dicho cambio no puede darse por la vía diplomática y de los acuerdos comerciales internacionales, porque la naturaleza de los intereses en juego se refieren, en ultimo termino, a las condiciones de expansión de las fuerzas productivas, consideradas como propiedad privada de los grandes capitalistas, en el limitado marco de las relaciones de producción e intercambio vigentes.

(POR Bolivia – Masas nº2749)


¿SON LAS INVERSIONES CHINAS MEJORES QUE LAS DE LAS TRANSNACIONALES IMPERIALISTAS?

China, de ser un enorme país con milenarios índices de atraso, después de la revolución dirigida por Mao Zedong (Mao Tse-Tung), hoy, gracias a la economía planificada socialista, ha llegado a convertirse en la segunda potencia económica mundial (lo que no significa que haya superado el atraso en amplios sectores principalmente rurales de la China). Actualmente, el gigante chino, disputa, en franca lucha económica con los EE.UU., el mercado mundial. Pero, todo esto bajo el poder secante sobre el pueblo de un Estado burocrático estalinista que es una degeneración del socialismo y, a la larga, será su negación. Donde el Estado se hace cada vez más despótico negando cualquier forma de democracia popular y obrera.

Se trata, como ocurrió en la ex Unión Soviética, de un Estado obrero degenerado que ha abierto las puertas de su economía a la inversión de capital financiero internacional que ha trasladado instalaciones industriales a China atraídos por la oferta de una inmensa fuerza de trabajo barata y disciplinada bajo el yugo del Estado, para ser explotada generando cuotas altas de plusvalía para las transnacionales imperialistas, pero, que a la vez, ha impulsado una acelerada industrialización en la China, la transferencia de tecnología y el desarrollo de la economía china bajo control del Estado obrero.

Los capitales chinos, estatales y privados, penetran por todo el mundo pero no llevan socialismo a los países atrasados donde invierten sino, siguiendo las mismas reglas del capital, la búsqueda de buenos negocios que les signifiquen buenas ganancias.

“El desembarco chino está acelerado. Los discursos sobre el abandono del Dólar y su reemplazo con el Yuan de varios presidentes «progres» y, en particular, los mimos de Arce a la inversión china, son ejemplos de este avance incontenible de los capitales chinos. La esperanza de que la escasez de dólares, provocada por las políticas rentistas de los gobiernos de «izquierda», sea superada con el apoyo de China, supone pagarle a la potencia con medidas de apertura total en la áreas de interés del gigante: minería de litio, tierras raras, energía, etc. y una mayor presencia en los mercados internos de mercancías chinas (a eso conduciría la » yuanización» del comercio exterior, dada la asimetría con nuestros países); pero también un trato especial a las empresas chinas, cerrando los ojos ante los hechos de corrupción, aunque sean tan grandes que no se puede no verlos, y ante los abusos a los trabajadores locales. En el país se cuenta con ejemplos emblemáticos, como la CAMCE (la de la Zapata) y ahora la Harbour Engineering Company-Chec (de las coimas en ABC) que, pese a los evidentes hechos de corrupción para hacerse con los negocios, continúan tranquilas porque el «modelo» las necesita; ni qué decir de los abusos a trabajadores por parte de la China Railway y otras (recientemente las empresas Baye of china y Hua Ly), casos en los que el Ministerio de Trabajo brilla por su ausencia favoreciendo a los empresarios.” (CAV)

(POR Bolivia – Masas nº2749)

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