Grandes movilizaciones obreras en el mundo, evidencian la persistente lucha contra el capital monopolista

Al menos cuatro muertos en protestas de textileros en Bangladesh, megafábrica de grandes marcas. Su salario mínimo mensual de 75 dólares (8.300 takas bangladesíes) no basta para responder a las necesidades básicas de sus familias. Los trabajadores piden un salario mínimo de 23.000 takas mensuales (unos 208 dólares). La mano de obra barata en la nación de 170 millones de habitantes ha atraído a las grandes marcas. El sector textil bangladí incluye unas 3.500 fábricas que emplean a unas 4,5 millones de personas que producen para marcas como Levi’s, Zara o H&M. Bangladesh es el segundo mayor productor mundial de prendas de vestir después de China.

En el 2023, Estados Unidos ha vivido huelgas sindicales en varios sectores productivos como de la industria automotriz en lo que se ha venido a denominar la “primavera sindical”. En la mayoría de los casos, el resultado de los paros ha resultado con acuerdos favorables para los trabajadores. En Italia proliferan las huelgas de servicios públicos. Miles de italianos protestan contra los presupuestos y defienden el propio derecho a la huelga. Con el lema ¡Basta ya!, los sindicatos han anunciado huelgas y manifestaciones en diferentes regiones de Italia, de norte a sur incluidas las islas. Durante el año han estallado grandes huelgas en Francia, Inglaterra, Grecia.

Aunque no quieran admitirlo los defensores del capitalismo, las transformaciones operadas en la esfera del trabajo sólo han mutado la forma del fenómeno y no así su contenido. La esencia del proceso de valorización y reproducción del capital sigue siendo la misma: un sistema económico basado en la apropiación privada del plusvalor producido por el trabajador. Donde el trabajo asalariado es el exclusivo generador de valor, plusvalía y ganancia capitalista; condiciones básicas para la reproducción ampliada del capital y para la subsistencia del sistema capitalista. La base material del sistema capitalista contemporáneo reposa en la generalización de la ley del valor y de sus categorías fundamentales derivadas: plusvalía, ganancia, explotación y trabajo asalariado.

Para el economista Sotelo las nuevas tendencias de explotación laboral se sintetizan en lo que se ha venido a denominar “la flexibilización del trabajo”, “la cual consiste en: 1. la regulación de los salarios de acuerdo con las tasas de productividad, intensificando el trabajo; 2. la reforma de las condiciones de contratación, uso y despido de la fuerza de trabajo, incrementando los contratos temporales, disminuyendo el costo esperado de despido, flexibilizando la duración de la jornada laboral y convirtiendo al trabajo en polivalente; 3. la reducción el marco de acción político y legal de los sindicatos, liquidando el derecho a huelga…” . De esta manera, las inversiones extranjeras y nacionales, apuntan a la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, a la extensión de la jornada laboral, a la precarización del trabajo, a los trabajos temporales, a los salarios por muy debajo de su valor. Definitivamente, “el patrón de acumulación neoliberal está conllevando la extensión de la ley del valor en una nueva forma: la mundialización de la superexplotación del trabajo”. Categoría definida por Karl Marx como la remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Nueva forma de tratamiento del trabajo por el capital en los países de capitalismo atrasado. El capital imperialista oculta y minimiza la agresiva tendencia hacia la superexplotación de la mano de obra en sus colonias.

Las ideas diseminadas por los profetas de la globalización capitalista, en sentido de que la humanidad inicia una etapa en la que “el fin de la era del trabajo humano” será una realidad incuestionable, terminan siendo pulverizadas por las crudas nuevas condiciones de trabajo tanto en las naciones de capitalismo desarrollado como de las más rezagadas. El nuevo negocio de las transnacionales consiste en conquistar altas tasas de extracción de plusvalía, lo que les permite generar el excedente necesario para sobremontar las crisis de los países desarrollados y del conjunto de la economía mundial. Es decir, gracias a la sobreexplotación de la masiva fuerza de trabajo barata de la periferia, el capitalismo de nuestra época puede gozar de los 2 o 3% de crecimiento del PIB de las naciones industrializadas. Sin lugar a dudas, la ley del valor y la ley de la plusvalía, expuestas por Marx, siguen vigentes para explicar esta nueva forma de reproducción del capital en los tiempos del “capitalismo senil”. Es obvio que el capitalismo, no puede prescindir de la explotación de la mano de obra.

(POR Bolivia – Masas n°2770)   

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