Aceiteros: ¡una victoria enorme de la clase obrera!

“Conflicto más grave de la historia”, “conflicto tan duro y extendido”, con un método de “acción ilegal y peligroso”, con demandas “incumplibles”… éstas y muchas otras frases se lanzaron sistemáticamente desde las cámaras empresarias del sector agroindustrial exportador mientras se desarrollaba la titánica huelga de los trabajadores Aceiteros y Recibidores de Granos en defensa del salario.

Es importante ver cuáles son estas patronales para tomar dimensión de lo que acaban de lograr. Cargill, Bunge, Molinos Río de la Plata, Terminal 6 (une Bunge con Aceitera General Deheza), Cofco, Vicentin, Dreyfus, Renova, entre otras fueron las principales empresas. Acompañadas por las Bolsas cerealeras del país, la Bolsa de Comercio de Rosario y Santa Fe, por las Cámaras Aceitera y exportadoras de Cereales, por la Cámara Argentina de Biocombustibles, la Cámara de Puertos Privados… es decir los 20.000 trabajadores afiliados a los 3 sindicatos derrotaron a un verdadero coloso.

Los empresarios ofrecieron primeramente un 3% mensual desde noviembre a marzo 2021 no remunerativo; luego “tener una negociación real basada en las tasas de inflación reales en Argentina”; finalmente querían desconocer la histórica conquista del bono de fin de año para los Aceiteros (equivalente a lo pagado por los obreros en concepto de Impuesto a las Ganancias).

Pero lo cierto es que tras 21 días de huelga, con toma de establecimientos, con cortes de ruta y piquetes en las puertas de la fábrica (incluida la vigilia navideña) la Federación Aceitera actuando mancomunadamente con URGARA (recibidores de granos) y el Sindicato Aceitero paralelo (SOEA-San Lorenzo) le torcieron el brazo a uno de los sectores patronales más importantes (sino el más importante) del país para imponer todas y cada una de sus reivindicaciones planteadas.

 

También una victoria contra la política del Gobierno

La Federación Aceitera, así como URGARA y también SOEA son inocultablemente afines a la política del Gobierno Nacional. Así lo han demostrado durante la campaña electoral del 2019, y también durante el primer año de Alberto Fernández, incluido el propio conflicto de diciembre 2020. Pero su abnegada lucha por defender sus salarios y condiciones laborales tienen un alcance mayor al limitadamente planteado frente a las cámaras patronales del sector.

Tanto a nivel nacional como a nivel provincial, el Estado ha venido ofreciendo paritarias escandalosamente bajas. Las direcciones burocráticas de ATE y UPCN (por nombrar solo dos) han entregado en bandeja los salarios de los estatales siguiendo puntillosamente los lineamientos de la política gubernamental. Los trabajadores estatales de la salud, por ejemplo, tan requeridos y solicitados en cada una de las intervenciones de los funcionarios públicos han visto su poder adquisitivo aplastado por verdaderas paritarias de hambre.

Esta victoria del movimiento obrero es también una derrota del Gobierno Nacional. Aunque no salió decididamente a apoyar a las cámaras empresarias, jugó a la dilación y desgaste del conflicto. A nadie se le puede escapar que el principal representante de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y principal portavoz empresarial del conflicto Gustavo Idígoras, es la figurita fuerte del Gobierno en el “Consejo Agroindustrial Argentino”, expresamente fomentado por Alberto Fernández en contraposición a la Mesa de Enlace: “Esa condición le permitió a la CIARA una llegada de privilegio a los funcionarios durante todas las tratativas” (Ámbito 30/12/2020).

Durante el conflicto los principales medios oficialistas no dejaron de remarcar cuántos millones de dólares se perdían a causa de esta huelga. Atemorizaron día tras día por el freno ocasionado en el ingreso de divisas o la posibilidad de desabastecimiento local. El Gobierno llegó a solicitar informalmente el levantamiento de las medidas de fuerza para seguir negociando.

 

Una lección para el conjunto del movimiento obrero

La primera gran lección es el planteo de los obreros aceiteros y recibidores de granos por un salario mínimo, vital y móvil (reconocido formalmente por la Constitución Nacional y por la Ley de Contrato de Trabajo y desconocido en los hechos para la gran mayoría de los trabajadores). Erigiendo en bandera no una frase abstracta sino el cálculo sobre lo mínimo que tenemos que percibir cada uno de los trabajadores en la Argentina: $93.647,51, NI UN CENTAVO MENOS. Constituye una notable lección para luchar por recuperar los sindicatos en manos de burócratas siempre dispuestos a entregar las paritarias.

Han mostrado también que son los métodos de acción directa la única garantía para conquistar nuestros reclamos: los 21 días de huelga fueron acompañados con acampes en los portones de la fábrica, toma de establecimientos (prohibiendo la entrada a los rompehuelgas mandados por la patronal para quebrar la huelga), paralizando además más de 20 puertos. Los cuerpos de delegados de la Federación Aceitera, las comisiones internas, y las comisiones paritarias han permitido que toda medida de fuerza fuese acatada disciplinadamente por el conjunto de los trabajadores del sector.

Es también de señalar cómo en el momento más importante del conflicto, cuando parecía dilatarse indefinidamente ante la intransigencia patronal y complicidad del gobierno, lograron unificarse los 3 sectores en lucha para potenciarse, sacando comunicados en conjunto y compartiendo las mesas de negociación, incluso con el SOEA, sindicato con el que tiene históricas diferencias. Esto ha sido un punto de inflexión en la lucha frente a los empresarios.

Los Aceiteros, con su lucha, han refrendado y ampliado el alcance de su histórica huelga del 2015. No por casualidad el POR ha batallado desde ese año para que la Federación Aceitera, junto con otros sectores en lucha, encabecen como referencia el llamado a la unidad para todo el movimiento obrero. Llamado que estuvieron dispuestos a realizar y fueron perversamente boicoteados por la izquierda centrista, más interesada en sus mezquinas disputas de aparato que en la unidad para luchar.

Sin desconocer ni por un segundo la simpatía de buena parte de los trabajadores del sector por el actual Gobierno, resultan objetivamente una piedra en el zapato de su política de rebajas salariales y de jubilaciones. Volvemos a señalar que se han ganado un lugar de referencia, independientemente de sus ilusiones en el peronismo. Al realizar este llamado conjunto tan necesario en épocas de golpes tan duros al movimiento obrero, ponemos su ejemplo de lucha como botón de muestra de lo que es capaz de realizar la clase obrera cuando interviene solidariamente unificada tras objetivos claros.

El 2020 ha sido un año de derrotas para los trabajadores: pérdida de puestos de trabajo, de poder adquisitivo, rebaja de jubilaciones, aumento de pobreza. No por el virus que se ha esparcido a lo largo y ancho del planeta sino por la política de la clase dominante. Las enseñanzas que dejan esta enorme victoria deben ser prontamente asimiladas de cara al 2021, única manera de responder ante los nuevos ataques del Gobierno Nacional al conjunto de los trabajadores. ¡Viva la lucha de los Aceiteros!

 

(nota de MASAS nº385)

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