El trotskismo en Bolivia protagonizó la organización de la Asamblea Popular

Documentos del volumen 2 de las Obras Escogidas de Guillermo Lora

 

Reproducimos a continuación un artículo publicado en el  Boletín del CERCI a 5 años del fallecimiento de Guillermo Lora, a modo de presentación del documento “De la Asamblea Popular al golpe fascista”, publicado en 1972 y reeditado en nuestro volumen 2 de las Obras Escogidas de Guillermo Lora.

Solamente el POR reivindica las lecciones de la Asamblea Popular (AP) como bandera del movimiento revolucionario y como su obra. Inclusive las corrientes que participaron de ella reniegan de la experiencia, porque el programa de la AP rompió con sus salidas tradicionales de frentes populares, conciliación de clases y aventurismo guerrillero. En la base de la Asamblea Popular está el programa trotskista, la concepción de la revolución permanente y los métodos adoptados por los bolcheviques de táctica frentista, uso de la acción directa y defensa de la vía insurreccional.

En el seno de las masas se agitaban tendencias instintivas y subterráneas que el POR supo expresar, formando una unidad con la vanguardia de la clase obrera. La proclamación de la AP fue un gran acierto político del POR. Ante el instinto comunista de las masas y la necesidad de centralizar las fuerzas bajo la dirección proletaria, el POR pudo acelerar el nacimiento y desarrollo de la dualidad de poderes. El partido actuó sobre las manifestaciones espontáneas de las masas para elevarlas y hacerlas conscientes al entroncarse con el programa proletario.

Con el fin de la dictadura de Barrientos, que murió en un accidente en 1969, las organizaciones obreras y populares se reagrupan luego de un período de intensa persecución a los sindicatos y partidos, y masacres a los obreros. El POR era un partido minoritario, recién salía de la clandestinidad y se esforzaba por recomponer sus cuadros diezmados por la represión. El asesinato de los dirigentes proletarios César Lora, en 1965, y de Isaac Camacho, secuestrado y desaparecido en 1967, fueron dos grandes pérdidas para el partido y para el proletariado boliviano. A pesar de las dificultades el POR buscaba poner a la organización a la altura del programa del partido y poder, rápidamente, convertirse en la pieza clave del proceso político nacional.

En Abril de 1970 se realiza el XIV Congreso de la FSTMB (Federación Sindical de los Trabajadores Mineros Bolivianos). El documento orientador aprobado, presentado por los delegados poristas, proponía “la formación de un frente nacional de trabajadores, campesinos y fuerzas revolucionarias en torno de la COB, que oriente, promueva y conduzca el proceso de liberación del país”. El documento también caracterizaba la apertura democrática del General Ovando como limitada, exigía la nacionalización de los medios de producción y rechazaba la vía del co-gobierno, “que cerró el camino de la clase obrera a la conquista de todo el poder”.

Al mes siguiente se realizó el IV Congreso de la COB. El PCB presentó la defensa del apoyo crítico al gobierno, sin embargo prevaleció la tesis del POR de que se trataba de unir a las fuerzas antiimperialistas para realizar las tareas democráticas y socialistas.

La tesis aprobada tenía como base el documento presentado por los trotskistas (POR), con enmiendas del PCB (Partido Comunista Boliviano) y fue considerada, posteriormente, la base para la Asamblea Popular. Más que reivindicaciones económicas, presentaba un programa revolucionario para el país.

Las jornadas de 1970 llevaron al general Juan José Torres (del sector nacionalista-reformista del ejército) a la presidencia, en un contexto de golpes y contragolpes militares.

Simultáneamente la reunión ampliada de la COB instituyó su Comando Político del Pueblo (un bloque de partidos populares). Torres ofreció un co-gobierno. Dentro del Comando había partidos que querían aceptar, los mismos que querían adoptar el “apoyo crítico”.

Ante el apetito carrerista de los burócratas estalinistas y nacionalistas, Lora consiguió aprobar en el Comando que la COB aceptaría la mitad de los ministerios, pero con la condición de proporcionar los nombres de los dirigentes indicados por Asambleas, con mandato imperativo y revocable. Los ministros no podían ser del Comando.

Temiendo su desmoralización, Torres retrocedió. El 11 de Enero el Comando de la COB propone la creación de la AP como una tentativa consciente de impulsar la autoorganización y constitución de un poder obrero y popular a partir de las movilizaciones contrarias al golpe del sector más derechista del ejército, que casi derrumbó a Torres. La Asamblea, puesta en funcionamiento el 1° de Mayo de 1971 estaba compuesta de 60% de delegaciones obreras, una medida para garantizar la mayoría obrera, aunque no fuese la clase mayoritaria del país, y bloquear que la vía del pacto con el gobierno se impusiese.

El campesinado indígena, desde 1964, estaba sometido al pacto militar-campesino anticomunista. Durante la Asamblea comenzaba a deshacer esta alianza y algunos sectores del movimiento campesino pasaron a pedir su ingreso en la AP.

Los mandatos de los delegados en la AP eran revocables y subordinados a las bases, la mayoría de los delegados fueron electos en Asambleas Generales. Había representación partidaria con dos delegados del MNR (después revocado), PRIN, PCB, PCB-ML, POR-Masas, PDCR y del Movimiento Revolucionario Espartaco (con 1 delegado). El ingreso de nuevos partidos debería ser aprobado por 2/3 de los delegados, y estas organizaciones deberían tener organización nacional e identificación con la línea política de la AP, definida a partir de la tesis política de la COB aprobada en Abril de 1970. La presencia de los partidos se medía mucho más por la influencia que tenían en el movimiento real, sea obrero, campesino o estudiantil. Es importante delimitar que a pesar de la hegemonía de las ideas poristas, el nacionalismo permanecía como importante influencia sobre la clase obrera. Tanto el nacionalismo como el estalinismo precisaban de radicalizarse y reproducir el programa trotskista para mantener el control de determinados sectores del movimiento de masas.

La disputa por la dirección de las masas convirtió a la Asamblea Popular en el terreno de profundos debates sobre los grandes problemas del país. Este aspecto fue criticado por las organizaciones militaristas y hasta por el mismo pablismo. De lo que se trataba era de arrancar a los oprimidos del control de las organizaciones extrañas al proletariado por medio de la presentación clara de nuestras formulaciones y reivindicaciones y la delimitación con otras tendencias. La lucha política y la polémica son necesarias en la lucha por derrotar las ideas de la clase dominante y enraizar el programa proletario en el seno de los explotados.

Así el POR se constituyó como dirección política de la Asamblea, lo que Lora iguala a la dirección política de la nación oprimida. Característica que se acentuaba con la definición de los rasgos soviéticos de la AP y la aproximación de la dictadura del proletariado.

La afirmación de la AP como organismo soviético, en la forma de frente único antiimperialista, contrapuesto al gobierno de Torres, es resultado de la influencia del POR que conectaba esta experiencia del movimiento obrero internacional, en particular la Comuna de Paris, de 1871 y los soviets de Rusia, de 1905 y 1917. En el documento La asamblea y el poder ejecutivo, del 26 de Abril de 1971, se lee: “Es decisión de la Asamblea Popular actuar como verdadero órgano de poder de las masas y del proletariado, o mejor, que deja de ser parlamento para convertirse en autoridad  capaz de resolver los problemas y, al mismo tiempo, ejecutar sus decisiones a través de los métodos propios de la clase obrera”.

Su primera resolución alertaba sobre el peligro del golpe militar y la necesidad de una preparación del movimiento popular y sindical, proponía la huelga general y la violencia revolucionaria para enfrentar a los golpistas. Aprobó la bandera de control obrero mayoritario de la minería y de la Universidad única dirigida por el proletariado.

Enfrentando a un importante brazo del Estado burgués, la Justicia, se aprobó la constitución de Tribunales Populares.

Una comisión se hizo responsable de acelerar la investigación de los Crímenes Políticos (entre ellos el asesinato del dirigente minero porista Isaac Camacho). Se votó por la instauración de tribunales populares revolucionarios para responder a la inoperancia y complicidad de la justicia burguesa que “representa un mecanismo del sistema de dominación de la oligarquía”. “1º. Se crea el sistema de tribunales populares revolucionarios con jurisdicción y competencia en los siguientes asuntos: a) delitos y daños económicos con el Estado, las universidades y bienes sindicales; b) entrega de riquezas naturales y avasallamiento de la soberanía nacional; c) masacre de trabajadores, representantes estudiantiles, populares, tortura y asesinato de trabajadores y dirigentes sindicales revolucionarios; d) delitos de funcionarios públicos en el montaje de procesos judiciales para despistar investigaciones; e) organización de complots contrarrevolucionarios en connivencia con el imperialismo, el gorilismo y la reacción”.

Las universidades que pasaron por la “Revolución Universitaria” en 1970 también estaban en el programa. La Asamblea deliberó por una Universidad única dirigida por el proletariado.

En el plano de la cultura hubo resoluciones en defensa del arte revolucionario, presente en los murales de Miguel Alandia.

En el seno del ejército, tropas y suboficiales lanzaron manifiestos denunciando la opresión y el despotismo de la cúpula militar. Esta fracción del ejército, autodenominada Vanguardia Militar del Pueblo, se estableció como simpatizante de la Asamblea Popular y de la lucha por el socialismo.

A pesar de que la resolución inicial de la AP alertaba sobre la inminencia del golpe, no fue posible derrotarlo. La preparación golpista se inició en Santa Cruz, con el apoyo de la dictadura brasilera, como parte del Plan Cóndor. Acabar con la AP estaba entre las prioridades norteamericanas, junto con la destrucción del gobierno de Salvador Allende en Chile y el de Juan Velasco en Perú. El día 19 de Agosto de 1971 80 mil personas respondieron al llamado del Comando Político en La Paz para resistir al golpe. Torres temía que las masas se armaran. Atacó a la Asamblea Popular acusándola de haber rechazado una alianza anteriormente y permitió que el alto comando militar conspirase sin obstáculos.

Después de que el pueblo exigiera por 12 horas que el gobierno entregase armas, el presidente entregó 400 viejos fusiles a los dirigentes de la COB. La resistencia al golpe estuvo en manos de las fuerzas sociales organizadas en torno a la Asamblea Popular, con participación decisiva de los militantes poristas. Fueron cinco días de combate. Sin división del ejército y sin acceso a las armas, la victoria militar de los explotados era prácticamente imposible, lo que llevó a un retroceso del movimiento (lo que evitó la destrucción física del proletariado), muchos de los militantes de izquierda lograron exiliarse. La dictadura de Banzer disolvió la AP y cerró las universidades. Así fue destruida la Asamblea Popular.

Los tres meses de duración de la AP marcaron el punto más alto de radicalización de las masas en que hubo posibilidades reales de la toma del poder por parte del proletariado boliviano. La presencia del partido marxista-leninista-trotskista, con un programa probado en la lucha de clases fue decisiva y permanece como elemento fundamental para sostener la estrategia de la destrucción del capitalismo.

En la agitación cotidiana del POR se señala la necesidad de retomar el camino de la AP ante la impotencia del gobierno del MAS para solucionar los problemas de las nacionalidades indígenas, de los campesinos, obreros y demás oprimidos del país.

 

(nota de MASAS nº 386)

 

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