Resolución del Comité Central del POR de Brasil sobre la situación política mundial

1. La crisis capitalista estructural dio un salto adelante con la explosión de la pandemia. La permanencia de las tendencias recesivas demuestra el carácter estructural de la crisis capitalista, marcada por la sobreproducción, que impulsa su descomposición histórica. La concentración del capital financiero, industrial y comercial, en forma de gran propiedad privada monopolística, se manifiesta en la situación actual, no sólo como un motor de la caída del crecimiento, del estancamiento y de la parálisis de las actividades productivas, sino fundamentalmente, como el más poderoso freno a la defensa de las masas ante los contagios y las muertes por Covid-19. La contradicción entre los avanzados recursos técnicos, médicos, científicos y humanos -concentrados y monopolizados por un puñado de empresas imperialistas- y la mortalidad y miseria extendidas por la pandemia entre la inmensa mayoría de los asalariados, los pobres y los miserables, indica que la solución sanitaria tiene como principal obstáculo la sociedad dividida en clases antagónicas. La pandemia puso al descubierto la anarquía de la producción capitalista, a partir de la cual es imposible conciliar las necesidades de las masas con los intereses de los monopolios. Por lo tanto, puso de manifiesto el fracaso total de los organismos internacionales a la hora de reunir a los gobiernos bajo un plan de acción común para detener los contagios y la mortalidad. De forma que los oprimidos siguieron pagando, con miles de muertes diarias y la destrucción de sus condiciones de existencia, para que el capitalismo continuara sobreviviendo. Esta es la tendencia general de la situación mundial, a la que el proletariado y su vanguardia revolucionaria deben responder.

 

2. La lentitud del proceso de vacunación se levanta como un factor adicional que agrava las tendencias a la desintegración, al retrasar la apertura irrestricta de la producción, los servicios y el comercio. Sólo en Estados Unidos e Inglaterra hay un avance en la vacunación, mientras que en Francia, Alemania, Italia y Japón se encuentra prácticamente estancada. En las semicolonias, las vacunas son escasas, y la inmensa mayoría tendrá que seguir enfrentándose a los contagios y las muertes durante 2021. La guerra de las vacunas puso de manifiesto la condición de parias de las semicolonias. Por eso, destacándose Brasil, se convirtieron en el epicentro mundial de la pandemia. Sin embargo, son los monopolios los que siguen dictando el ritmo, el suministro y la distribución de las vacunas. Es la camisa de fuerza de la gran propiedad privada de los medios de producción, y las barreras de las fronteras nacionales las que impiden la aplicación de técnicas médicas avanzadas, destinadas a preservar la vida y las condiciones físicas de las masas. Está claro que no hay forma de detener los estragos sanitarios en la población oprimida sin utilizar los recursos técnicos, científicos y humanos existentes de forma racional y centralizada, en beneficio de las más amplias masas oprimidas. Esto exige dar un salto político en la lucha por el programa de expropiación de la gran propiedad privada de los medios de producción, solución revolucionaria que condiciona la respuesta política de la clase obrera en la situación de descomposición del capitalismo

 

3. La “guerra de las vacunas” viene truncando la recuperación económica y agravando las tragedias de la pandemia sobre las masas pobres y miserables. Es una de las manifestaciones de la guerra comercial librada entre las potencias imperialistas y los monopolios. Su objetivo es garantizar las ganancias, aprovechando el monopolio de la investigación, la producción y la comercialización de las vacunas. Y se aprovechan de la brutal competencia de los gobiernos nacionales por acceder a las existencias acumuladas en las potencias. Esto acaba retrasando la recuperación de amplios sectores de la economía, y profundiza la permanencia de las tendencias de estancamiento y parálisis de la producción. La “guerra de las vacunas” ha llegado al punto de ser un medio para hacer y deshacer alianzas políticas, económicas y militares. China se ha convertido en el mayor proveedor de vacunas de Asia. El gobierno de Biden reunió el denominado “Quad” -un grupo de países que incluye a Estados Unidos, India, Japón y Australia- para montar una contraofensiva a la influencia china. Ha ofrecido 1.000 millones de dosis de Johnson&Johnson a los países asiáticos, con la condición de que rompan sus acuerdos con China para la producción de vacunas en sus propios países. Es parte de estas medidas, abortar los intentos de los gobiernos europeos de recurrir a la compra de la vacuna de Rusia. La decisión de retomar el aislamiento social más restrictivo indica que incluso los gobiernos de algunas de las regiones más desarrolladas, desde el punto de vista capitalista, como Europa, no tienen forma de escapar de la barbarie social que resulta de la permanencia de la camisa de fuerza de la propiedad privada monopolística.

 

4. En medio de este estremecedor cuadro, las pérdidas del PIB mundial aumentan, creando las condiciones para el avance del parasitismo y la destrucción de las fuerzas productivas a gran escala. La deuda mundial (aproximadamente 280 billones de dólares), en promedio, alcanza alrededor del 365% de lo que se produce en un año en todo el mundo. Las potencias imperialistas soportan una deuda que corresponde al 435% del PIB. Los países semicoloniales, por su parte, al 250%. La burguesía trata de atenuar estas tendencias exigiendo la intervención del Estado en la economía. La eficacia de estas medidas, sin embargo, deberá ser confirmada en la producción y en la extracción de una mayor masa de plusvalía. Sin embargo, no es posible dar un salto en la composición orgánica del capital y en las inversiones en la producción social, porque prevalece la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia y la crisis de sobreproducción. Esto explica por qué, incluso si la inyección de billones de dólares en la economía mundial suaviza sus tendencias recesivas, sin su contrapartida en una reproducción de valores en la producción social en una escala superior a la del período anterior, dará lugar a un nuevo endeudamiento y a un crecimiento exponencial del parasitismo financiero, apalancando, por lo tanto, una mayor destrucción de fuerzas productivas.

 

5. Es en este cuadro convulsivo donde se inserta el violento contraste entre el retroceso histórico de Estados Unidos y el ascenso de China. El extraordinario desarrollo de China es el resultado de la restauración capitalista y de la explotación de su gigantesca masa de mano de obra barata por parte de los monopolios, especialmente de Estados Unidos. De este modo, pudo atenuar coyunturalmente la ley de la tendencia a la caída de la tasa de ganancias monopolistas, que se venía manifestando desde la crisis de los años 70. Pero su mayor integración en el mercado mundial, dominado por los monopolios y el capital financiero, también llevó al interior de su economía estatizada las contradicciones sociales y políticas de la desintegración capitalista. Según las previsiones, en 2028 China se convertirá en la mayor economía del mundo. Su participación en el PIB mundial siguió creciendo, mientras que la de Estados Unidos fue cayendo (20% y 15% respectivamente). China también ha superado a Estados Unidos en capacidad industrial: en los últimos años, representó el 28% de la producción industrial mundial, mientras que la de Estados Unidos -aproximadamente el 21% del total mundial – fue un 3,6% inferior en 2019 (un 5% por debajo de la media de 1972-2019). Estos cambios económicos e históricos se manifiestan en el marco de la crisis pandémica, siendo China la única nación que crece, superando así a Estados Unidos como principal destino de la inversión extranjera. El avance de China y el retroceso de EE.UU. en el campo de las relaciones comerciales y económicas son partes interligadas de un mismo problema, lo que hace que sus conflictos tiendan a adquirir mayores proporciones.

 

6. La guerra comercial chino-estadounidense tiende a tomar la forma de tendencias bélicas, reflejando el agotamiento del reparto del mundo y el proceso restauracionista del capitalismo en los países que expropiaron a la burguesía. Esto explica por qué el gobierno de Biden viene asumiendo el plan nacional-imperialista de guerra comercial y armamentismo esbozado por Trump, potenciando los conflictos mundiales, que se han agravado en la posguerra. En particular, Estados Unidos pretende subordinar el crecimiento económico de China a su expansionismo ante unos mercados que se estrechan con la crisis de sobreproducción. Es lo que se desprende del documento de Seguridad Nacional del Pentágono, publicado en marzo de 2021, cuyo objetivo es preparar a las Fuerzas Armadas estadounidenses “para prevalecer en la competencia estratégica con China, o con cualquier otra nación”. Por su parte, el Plan Quinquenal hasta 2035, presentado por el gobierno chino, fue aprobado por la Asamblea Popular de China en marzo de 2021, que, entre otros puntos, establece un plan de armamento que permite al país mantener una guerra prolongada contra las “amenazas externas”. Con las debidas particularidades, el mismo fenómeno se observa en la relación entre Estados Unidos y Rusia por el control de mercados, recursos y territorios en Europa del Este y Oriente Medio. Son sintomáticas las presiones de Biden a Alemania, dando continuidad a las de Trump, para que no permita a Rusia utilizar el gasoducto que unirá a ambos países. Esto sitúa a Estados Unidos como principal impulsor de la guerra comercial, los conflictos mundiales y las tendencias bélicas presentes en Asia, Oriente Medio y Europa.

 

7. Desde el estallido de la crisis sanitaria, el Mercado Común Europeo ha sido escenario de un retroceso en las ganancias industriales y en las exportaciones desde el estallido de la crisis en 2008. Europa se tambalea al borde del estancamiento, con oscilaciones hacia la recesión. Los beneficios industriales, las inversiones y la productividad laboral han caído. Por otro lado, ha aumentado el endeudamiento de los Estados, las amenazas de colapso industrial y financiero y la destrucción de las fuerzas productivas continentales. La guerra comercial emprendida por Trump contra las exportaciones de la UE ha afectado aún más al debilitado organismo económico europeo. La elección de Biden fue vista como una de las vías para restablecer los lazos económicos y políticos que ayudarían a desmantelar las barreras aduaneras que debilitaban la economía europea. En este marco estalló la pandemia, arrastrando al fondo del pozo las pretensiones de una rápida recuperación. Se llegó así a un punto en el que la unión monetaria -un marco regulador común para los intercambios comerciales y el control de las “deudas soberanas”- pasó de ser un instrumento de estabilización y explotación intensiva de los mercados continentales, al de desintegración de los vínculos políticos, sociales y económicos del Mercado Común Europeo. Muchos países están evaluando si ha llegado el momento de seguir a Inglaterra en su ruptura con el bloque europeo. Si todavía no avanzan por el mismo camino, es por la amenaza de desintegración económica y convulsiones sociales.

 

8. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) se produjo cuando las tendencias recesivas mundiales cobraban impulso en el continente europeo. El gobierno del Reino Unido esperaba que la ruptura se compensara con el estrechamiento de los lazos con Estados Unidos, recuperando el terreno perdido en las exportaciones mundiales. Pasó lo contrario. Sus exportaciones a la Unión Europea (excluyendo el oro y otros metales preciosos) cayeron un 40,7%. Mientras que las importaciones del bloque británico cayeron un 29%, una cifra nunca vista. Estos datos son suficientes para demostrar que la combinación de la crisis sanitaria y económica potencia el estancamiento de Europa, amplificando los conflictos entre estados. La declaración de Inglaterra de que volverá a producir bombas nucleares y aumentará su capacidad de defensa forma parte de la misma tendencia, que está ganando impulso en toda Europa, en un momento en que se abren paso las tendencias intervencionistas en los países de Europa del Este, que sufren los efectos devastadores de la restauración capitalista. El armamentismo y el intervencionismo expresan el objetivo de ampliar la dominación monopólica sobre los países y regiones que aún permanecen bajo la influencia de Rusia. Biden se puso en la misma línea, al afirmar que apoyará al gobierno de Ucrania en su objetivo de reunificar la región autónoma de Donbás y la península de Crimea, hoy bajo control ruso. En este marco se inscribe el boicot de Estados Unidos al gasoducto ruso NordStream, que conecta la producción de gas de Rusia con Europa. El imperialismo europeo ha estado obstruyendo la construcción del oleoducto, y aceptando la imposición de Estados Unidos, de que es mejor comprar petróleo y gas de sus yacimientos de carbón o de sus vasallos en Oriente Medio. Esta renuncia de los países europeos a aumentar la integración energética en Europa y, por tanto, a crear las condiciones para desbloquear el estancamiento económico, supone una victoria para Estados Unidos, en su objetivo de impedir que Rusia rompa el aislamiento de Europa Occidental. Se observa que es el imperialismo norteamericano el que dicta, en última instancia, los rumbos del Continente, y determina la participación de los países en la estrategia de ahogar a Rusia, y aumentar el asedio e intervencionismo militar sobre sus fronteras nacionales

9. Lo anterior explica por qué Estados Unidos es la principal potencia imperialista que dicta el curso, la extensión y las condiciones para la resolución de los conflictos mundiales, las guerras civiles internacionalizadas y el intervencionismo militar. Exaltando los conflictos étnicos y nacionales, oponiendo un país y gobiernos contra otros, y recurriendo a su dominio del mercado mundial, viene imponiendo sus intereses estratégicos. Detrás de estos movimientos están las burguesías imperialistas europeas y japonesas, que, aunque tienen sus propios intereses, son incapaces de imponérselos a los Estados Unidos, por lo que prefieren acompañarlo en toda disputa, aventura, guerra o intervención, exigiendo su parte en la explotación de los territorios y mercados conquistados y colonizados. Esto exige trabar una lucha permanente para someter o derrotar a los regímenes y gobiernos que constituyan obstáculos al expansionismo de los monopolios. Es en este marco en el que lidian las burguesías semi-coloniales, que sirven de actores clave en las maniobras de las potencias en disputa.

 

10. Los países de América Latina han sido arrastrados por el huracán de la descomposición capitalista. La región se hundió en la recesión, las economías se desplomaron y las fuerzas productivas regionales se despedazaron. El PIB regional se contrajo un 5,3% en 2020 y continuará su tendencia a la baja en 2021, llegando al 7% si continúa la crisis sanitaria. Las tendencias desintegradoras, en condiciones de pandemia, han afectado a todos los sectores, la industria, el comercio, los servicios, el turismo y las empresas públicas. Estos sectores representan el 64% del empleo formal en la región. Las más afectadas fueron las “actividades informales”, que comprenden el 53% de la mano de obra activa. 41 millones de asalariados perdieron su empleo; los salarios medios cayeron en más del 7,5% de la población económicamente activa (PEA), mientras que la productividad se desplomó en más del 7%, lo que equivale a 230 millones de puestos de trabajo con una jornada laboral de 40 horas. Desde el estallido de la pandemia, la pobreza extrema ha pasado del 24,7% de la población al 30,3%: un aumento de 16 millones de personas, hasta alcanzar un total de 83,4 millones a principios de 2021. Las personas en situación de miseria aumentaron del 3,9% al 4,4%: 4,7 millones más, llegando a 28,6 millones, y podrían llegar a 57 millones a finales de 2021. Todo indica que este espantoso panorama se mantendrá, y la mano de obra seguirá sufriendo la barbarie social producto del colapso capitalista.

 

11. Las leyes del desarrollo desigual y combinado, condicionadas por el lugar que ocupan las economías latinoamericanas en la división social del trabajo, han puesto de manifiesto las condiciones de atraso y la interdependencia de la región con los movimientos del capital financiero y los monopolios imperialistas. La destrucción de las fuerzas productivas (precarización y tercerización, recortes salariales, desempleo, cierre de fábricas, etc.), y el agravamiento de las convulsiones políticas y sociales, demuestran que los gobiernos no tienen forma de responder a las crisis económicas y sanitarias, a no ser destruyendo puestos de trabajo, avanzando en la flexibilización capitalista del trabajo, desnacionalizando sus economías, ampliando las restricciones sanitarias, imponiendo toques de queda, militarizando la cuarentena y restringiendo los derechos políticos y democráticos de los explotados y oprimidos. Con las debidas particularidades nacionales y los diferentes ritmos de desarrollo, lo anterior explica que el escenario latinoamericano sea de agudización de las crisis políticas, de lucha de masas y de violentas convulsiones sociales.

 

12. Es en el marco de la desintegración económica, política y social donde se fortalecen las tendencias fascistizantes de la burguesía mundial, los estados policiales y la restricción de las libertades políticas y democráticas. En Francia se ha aprobado la “Ley de Seguridad Global” y en Inglaterra la “nueva ley de seguridad nacional”, que agravan los métodos represivos y terroristas de los Estados contra las minorías (étnicas, religiosas, nacionales) y las luchas obreras y populares. Sin embargo, es una tendencia presente en todos los países, que pretende reforzar los instrumentos represivos, modificar los sistemas legales, ampliar los poderes de la policía y regimentar dictatorialmente las protestas y las huelgas. Esto es lo que se observa en India, Myanmar, Indonesia, Chile, Brasil, Argentina, El Salvador, México y en todas las naciones del mundo. La era de las contrarreformas y la brutal regresión de las fuerzas productivas están impulsando el estrangulamiento de los fundamentos de la democracia burguesa, y afectando la gobernabilidad, proyectando la centralización autoritaria. La militarización de las relaciones políticas y sociales proporciona a los Estados métodos y medios para aplastar la resistencia de las masas. La descomposición de la democracia burguesa arrastra al precipicio la política de conciliación de clases, empujando a las burocracias a ahogar la democracia sindical, y a disolver las organizaciones de masas, impidiendo que los explotados se manifiesten colectivamente.

 

13. Las masas entraron en la pandemia, desorganizadas y disueltas como fuerza social colectiva. La campaña ideológica de la burguesía de que era mejor perder los derechos, los salarios y los puestos de trabajo, pero no la vida, impuso una profunda parálisis, que vino a combinarse con las traiciones de la burocracia sindical, para imponer la más violenta y profunda destrucción de los derechos, puestos de trabajo y salarios de los explotados, en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ciertamente, la principal responsabilidad de la catástrofe que se ha abatido sobre las masas recae en las burocracias sindicales, que han encerrado a las organizaciones de masas bajo llave, impidiendo que los explotados respondan a la ofensiva burguesa con su propio programa, que recurran a los métodos de la democracia directa y acción colectiva de masas. Parte de estas traiciones es hacer creer a las masas que las mismas fuerzas económicas que impusieron un aislamiento parcial, sin garantizar las condiciones mínimas de su existencia, y que condenaba a una parte de ellas a contagiarse en los transportes y en los lugares de trabajo para continuar con los beneficios de los monopolios, las protegerían de la catástrofe sanitaria. Siguen traicionando ahora, paralizando la fuerza social y colectiva de las masas, cuando la situación exige la reanudación de las luchas para imponer, con la lucha de clases, la garantía de la vacunación universal de las masas, empezando por las camadas pobres y miserables. La izquierda revisionista del marxismo-leninismo-trotskismo, casi sin excepción, se ha visto arrastrada tras las direcciones traidoras y de la política burguesa de aislamiento social. El abandono de la acción colectiva y de la organización democrática de las masas en los sindicatos y movimientos que controlan o dirigen, ha terminado por desorganizar a amplios sectores de la vanguardia, disolviendo la fuerza colectiva de las masas y entregándolas atadas de pies y manos a sus verdugos.

 

14. Los explotados se ven obligados a retomar sus combates contra los gobiernos y las burguesías. Esto se manifestó en la insurgencia de los levantamientos obreros y populares de 2020. Cabe destacar especialmente la lucha de los obreros y campesinos indios; el movimiento huelguístico masivo de los trabajadores en Indonesia; la lucha y las huelgas de los trabajadores en Francia, España, Colombia, Brasil, Bolivia y, recientemente, las insurrecciones de las masas en Myanmar contra la dictadura militar. Aunque en algunos de estos países fueron luchas parciales y localizadas, como las de los metalúrgicos de Renault, Ford y LG en Brasil, indicaban las necesidades generales de los explotados de defenderse ante la catástrofe. En otros países, como la India, las luchas contaron con la presencia organizada de nacionalidades, etnias, minorías religiosas, campesinos y jóvenes oprimidos y, cada vez más, de amplios y masivos destacamentos de la clase obrera, que plantean instintivamente sus propios intereses de clase. El marco de las manifestaciones en plena pandemia fueron las protestas en Estados Unidos en respuesta a la opresión sobre la población negra. En todos estos casos, lo esencial es que demostraron que es imperativo que los explotados rompan con la política burguesa de aislamiento social, y recurran a la lucha de clases. También han demostrado que las luchas y los levantamientos, a pesar de sus diferentes motivos, objetivos y composición social, se asientan en las condiciones objetivas y sociales de la desintegración del capitalismo y del recrudecimiento de la barbarie.

 

15. Es en estas condiciones que se destaca la tarea de recuperar las fuerzas del movimiento obrero y popular, para superar el inmovilismo y derrotar las traiciones de la burocracia sindical. Se tiene a favor la estrecha relación entre las reivindicaciones más inmediatas de las masas y las tareas estratégicas de la revolución y dictadura proletarias. La expropiación de los monopolios aparece como una condición necesaria para superar la barbarie social y la inutilización de los organismos de masas. Se destaca, por tanto, la importancia de defender la política proletaria en el seno de los movimientos, sindicatos y organizaciones de masas. Las condiciones objetivas son favorables para avanzar en la tarea de consolidar una fracción revolucionaria arraigada en el seno del proletariado, y así dar pasos en la tarea de superar la crisis de dirección revolucionaria. Es necesario, sin embargo, considerar los obstáculos subjetivos, que mantienen a los explotados sometidos a la política de conciliación de clases de las direcciones pro-capitalistas. Luego quedará más claro el lugar de las corrientes que se reivindican del socialismo, ante las respuestas a la crisis y las maniobras de la burguesía. La vanguardia que ha cometido errores, pero que aún mantiene intactos los lazos fundamentales con los intereses de los explotados, reconocerá quién, en los hechos, aplicó el programa y desarrolló las respuestas proletarias. Quién desertó de la lucha de clases. Quién fingió luchar. Y quién se dedicó como soldado de la revolución proletaria. Todavía queda camino por recorrer en las condiciones que dicta la pandemia. Debe quedar cada vez más claro que la lucha nacional forma parte de la lucha mundial del proletariado. Sólo teniendo como guía el internacionalismo fue y es posible atravesar este período tan desfavorable para los explotados. Es en estas difíciles condiciones que la vanguardia marxista-leninista-trotskista debe aprovechar las experiencias de la lucha en defensa de las masas, para avanzar en la tarea de superar la crisis de dirección. Un paso dado en este combate en el seno del proletariado se convierte en un paso en la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional.

 

04-12-2021 POR BRASIL

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *