¡Viva la lucha de las masas colombianas! ¡Abajo el gobierno saqueador, asesino y narcoparamilitar!

6 de mayo de 2021

En MACONDO el realismo mágico no se hizo esperar. Mientras la gente en Colombia es masacrada hasta en sus propias casas, la dictadura civil narcoparamilitar pretende desmovilizar el gran paro nacional  ofreciendo recompensas de hasta 10 millones de pesos colombianos por cada “vándalo” o ciudadano entregado. 

Como sacado de un libro de Gabriel García Márquez. Colombia se encuentra en un paro sin precedentes por no decir el más numeroso en los últimos 30 años de su historia reciente con un carácter obrero y popular. El país se ha convertido en una auténtica masacre, por parte de los explotadores a los explotados.

La podredumbre de la burguesía semi-colonial se manifiesta en el preciso momento en que las masas miserables y oprimidas intervienen, y recurren a sus métodos de lucha, para defenderse de la violenta combinación de las crisis sanitaria y económica.

Desde hace 9 días, los colombianos se enfrentan a la brutal represión y a los métodos terroristas del Estado desatados por el gobierno de Iván Duque. La masacre se resume con 312 intervenciones violentas que han dejado el saldo de 1708 casos de violencia policial, 37 compañeros han sido asesinados, 222 víctimas de violencia física, más de 800 compañeros sufrieron detenciones arbitrarias, 22 ojos perdidos de los compañeros, 110 veces en donde la fuerza armada usó armas de fuego, 10 casos de violencia sexual (usando esta atroz arma para someter a la población) y por último 89 manifestantes desaparecidos. El gobierno, el partido de gobierno y el innombrable (Álvaro Uribe Vélez) utilizan al manifestante para ejecutar la teoría del enemigo interno, es así como un manifestante es sencillamente objetivo militar y deja de ser ciudadano. Esta estigmatización de la protesta fue el arma que se usó durante el conflicto armado, para amedrentar, intimidar y desmovilizar a las protestas en años anteriores.

El paro del 28A 2021 fue la continuación de lo que se venía gestando el 21N del 2019, en donde las masas colombianas se hicieron sentir en ese entonces en contra del llamado paquetazo de Duque. Las masas en ese momento evitaron que Duque y la OCDE impusieran unas reformas a la salud, educación, laboral, pensional y tributaria. Dichas movilizaciones se desarticularon pues llegó la pandemia que atañe al mundo entero.

El Comité Nacional de Paro, compuesto por diferentes centrales sindicales, partidos centristas, reformistas, estudiantes, algunas ONG, autoconvocados y la minga indígena, fue el encargado de nuclear la movilización en el 2019 y en el 2021 sale al ruedo nuevamente convocando de manera muy tímida y las masas colombianas sencillamente los sorprendió con el desborde de ciudadanos que se sumaron a la movilización. Ese 28A más de 5 millones de personas salieron a hacerse sentir a lo largo y ancho de Colombia.

Las bases superaron a ese Comité Nacional de Paro, superaron a todos los activistas políticos que son referente y sencillamente se autoconvocaron en cada barrio, comuna, ciudad, dando así un claro ejemplo de la unidad para la lucha y la independencia política de las masas. Tanto así que algunas centrales sindicales convocaban a actos virtuales el 1 de Mayo, mientras que los vecinos (Ciudadano, camionero, tractomulero, docente, personal de salud, obreros del petróleo, campesinos, pobres, clase media empobrecida, estudiantes, comerciantes, obreros de la construcción, por solo identificar algunos sectores de dónde venían los vecinos) se autoconvocaban para no dejar pasar ese día como un día cualquiera, querían pasarlo en la calle exigiendo ese trabajo que no tienen, ese techo que no tienen, esa salud que es privada, esa educación que es privada, esa pensión que no tienen y la comida que les hace falta.

No hubo festejos, ni conmemoraciones vacías. Las masas enfurecidas irrumpieron en la situación política, y mostraron cómo los trabajadores buscan la manera de romper con los dictámenes de los gobiernos, y crear las condiciones para derrocar al este gobierno asesino y narcoparamilitar.

Inicialmente la convocatoria del 28A pretendía impedir que la llamada «Ley de Solidaridad Sostenible», se ejecutara, ya que grababa con un impuesto de 19% los servicios públicos de agua, gas, electricidad, entre otros. Lo que supondría un aumento de entre el 39% y el 43% en los precios de los productos y servicios de consumo básico (café, azúcar, alimentos, gasolina, etc.).

Pero una vez pasado el 2 de mayo en donde el gobierno había pedido al Congreso retirar el proyecto de ley y el Ministro de Hacienda renuncia, el paro se sentía más que nunca en las calles, con ríos de gente movilizándose ahora en contra de las reformas a la salud, en contra de las reformas pensional, en contra de las reformas laborales, en contra de la violenta represión estatal y gritando “Quién dio la orden”; “NOS ESTAN MATANDO”; “Duque CHAO CHAO”; “Paren la masacre” y “RESISTENCIA, RESISTENCIA”. (Son solo algunas de las consignas que se agitan a lo largo del territorio colombiano).

Por otro lado, el Comité Nacional de Paro que había levantado el paro del 2019 por gestar una mesa amplia de negociación con el gobierno, la cual fue sólo pérdida de tiempo. Señaló que esta vez no dejará de convocar a movilizar hasta que ese pliego de las 16 reivindicaciones planteado en el 2019 (masas362) se aborde por el gobierno y se implemente.

La insurgencia refleja las raíces de la violenta desigualdad y la concentración de la riqueza en manos de una ultraminoría. El desempleo afecta a casi el 20% de la población. La pobreza ha crecido, acercándose al 50%. Continúa la política de exterminio y terrorismo de Estado contra los dirigentes obreros, campesinos e indígenas. El levantamiento de los oprimidos colombianos demuestra que las masas no pueden esperar en sus casas, observando la destrucción de sus derechos y condiciones de vida más básicos. La respuesta fue salir a las calles, furiosamente. Concluyendo en un levantamiento colectivo y nacional, impulsado por la crisis del capitalismo en descomposición.

Una respuesta que llega en un momento en que la crisis sanitaria ha dado un salto adelante y la guerra comercial por las vacunas se ha intensificado. Respuesta al fracaso de la política burguesa de aislamiento social. Respuesta a la burguesía colombiana y al gobierno de Duque, servidores de los Estados Unidos, por poner al país completamente a merced de los monopolios que controlan las vacunas. Respuesta a la contrarreforma que sacrifica aún más la situación de vida de los trabajadores. Se popularizó entre las masas colombianas la denuncia de Rene de Calle 13: «Si un pueblo protesta en medio de una pandemia, es porque su gobierno es más peligroso que un virus». Significa que la narco-burguesía colombiana fue y es incapaz de detener los daños de la pandemia, y de proteger la vida de los pobres y miserables. Y ahora, está llevando a cabo una violenta contrarreforma que favorece a las grandes empresas monopolistas, y está descargando el peso de la crisis sanitaria y económica sobre los explotados. En medio de toda la tensión que se vive por la masacre estatal que se vive en Colombia, las redes sociales jugaron un rol protagónico de denunciar y no dejar pasar la masacre sin que la comunidad internacional la conociera, también esto ayudó a nuclear y conocer como venía la lucha en otros rincones del país. Pero esto lo mencionamos ya que los medios de comunicación burgueses reportaban hechos que no merecían a lo que estaba pasando en las calles, dando a entender que la movilización tenía un carácter vandálico y provocador a la fuerza pública, estigmatizando así la protesta.

Además, se comenzaron a ver cortes de luz e internet en Cali, es allí el epicentro del paro hoy en día. Es allí donde la horrible noche no cesó, con mucha más brutalidad que en el resto del país. Es en estas condiciones concretas donde se presenta la crisis de la dirección revolucionaria. El proletariado está presente en las luchas. Sin embargo, no tiene una dirección política que unifique las luchas, ayude a los combatientes a organizarse, y desarrolle la estrategia del gobierno obrero y campesino, de la revolución proletaria. El levantamiento está creando condiciones favorables para que la vanguardia con conciencia de clase trabaje para cavar las trincheras de la independencia de clase, la lucha antiimperialista y la lucha contra el capitalismo. La vanguardia latinoamericana está obligada a sacar las conclusiones políticas de la convulsiva situación de Colombia. La primera es que hay que romper la parálisis y retomar el camino de la acción colectiva. La segunda es que debemos levantar la bandera de un programa de emergencia para los explotados. Tercero, que en nuestros países tenemos la tarea de defender el movimiento de las masas colombianas siguiendo su ejemplo. En cuarto lugar, que las condiciones para constituir el frente único antiimperialista han madurado. En quinto lugar, que las contrarreformas sólo pueden ser derrotadas mediante la lucha de clases. Sexto, que es imperativo desarrollar entre las masas la estrategia del gobierno obrero y campesino, la expresión gubernamental de la dictadura del proletariado.

¡Abajo el gobierno de Duque!

¡Tribunales populares para juzgar todos los crímenes de la burguesía contra las masas oprimidas!

¡Toda la solidaridad con la lucha de las masas colombianas!

¡Responder a la disgregación del capitalismo con el programa y la bandera de la revolución proletaria!

Cali 1ero de mayo

 

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