Bolivia: La burocracia sindical, el mayor obstáculo para que las masas den un salto hacia la acción unitaria

La existencia de la burocracia sindical es consecuencia de que la clase obrera no alcanza un grado de movilización que le permita controlar y ejercer presión sobre los dirigentes de sus organizaciones sindicales. Éstos se emancipan de la clase para terminar cediendo a las presiones del Estado burgués y de sus gobiernos, al punto de transformar al sindicato en su negación, en un instrumento de la política reaccionaria de la clase dominante.

Esta burocracia se encuentra firmemente asentada en el extravío político del movimiento obrero, particularmente del minero que no logra recuperarse de su larga derrota iniciada en 1971, producto del golpe preventivo ejecutado por el gorilismo banzerista para frenar la marcha del proletariado boliviano hacia la consolidación del primer Estado obrero en América Latina. Durante este largo tiempo de la derrota de la clase obrera, la burocracia sindical ha ido consolidándose como una costra reaccionaria, parasitaria y abiertamente servil a los gobiernos de turno y en un serio freno de las movilizaciones de las bases.

Durante los últimos 50 años el proletariado a abandonado su estrategia revolucionaria, en eso radica su derrota, para ensayar una suerte de colaboracionismo de clase bajo los gobiernos reformistas de contenido burgués cono la Unidad Democrática Popular (UDP) y el actual gobierno del MAS. Se ha sumado abiertamente al democratismo burgués y al parlamentarismo creyendo que, por ese camino, mejoraría sus condiciones de vida en el marco de un generoso desarrollo capitalista del país. En este terreno ha anidado la actual burocracia sindical mediocre e incapaz que se limita a medrar de las dádivas que les lanza el Estado burgués pretendidamente progresista y hasta revolucionario.

Actualmente, cuando los sectores proletarios y de la clase media cuentapropista se lanzan a las calles agobiados por la miseria como consecuencia de los efectos de la crisis económica y sanitaria, recurriendo a la acción directa y enarbolando sus reivindicaciones concretas y sectoriales, se quedan en la lucha puramente gremial sin poder dar un salto hacia la lucha política como consecuencia de la superación de las movilizaciones sectoriales en un solo torrente de acciones unitarias.

Frecuentemente, como consecuencia de la debilidad que entrañan estas movilizaciones sectoriales, los sectores se ven obligados a retroceder para luego volver a arremeter porque sus necesidades no son atendidas por un gobierno incapaz y por la patronal angurrienta de seguir engordando sus bolsillos en plena crisis económica. Todo intento de articular las movilizaciones unitarias fracasan precisamente por el carácter sectorial de sus reivindicaciones y porque está ausente una dirección sindical que pueda organizar a las masas uniendo los objetivos sectoriales en un sólo pliego de reivindicaciones inmediatas y transitorias. Contrariamente, la actual burocracia sindical hace el papel de freno de las movilizaciones como las ejecutadas por los mineros de Andacaba que se dirigían hacia la ciudad de La Paz exigiendo la nacionalización de la mina; burócratas sindicales en acción conjunta con las autoridades del gobierno impidieron que cumplan su propósito de ejercer medidas de presión en la sede de gobierno.

El hecho de marchar solos, sin el apoyo de los otros sectores, permitió que la burocracia sindical pueda ejercer hasta medidas de represión contra los elementos más radicales y obligó a retornar a los marchistas hasta Potosí la promesa de la reversión de la mina al Estado para luego entregarla a un inversionista que supuestamente estaría interesado en tomarla.

Hay un sólo camino para acabar con esta costra reaccionaria de la burocracia sindical y terminar expulsándola de las organizaciones sindicales, la profundización y radicalización de las movilizaciones; el mayor agravamiento de las condiciones de vida de los explotadas y oprimidos y la incapacidad del gobierno para atender las necesidades de las masas, abren el camino de una gran oleada de protestas sociales, escenario que puede terminar barriendo a los dirigentes corrompidos.

 

(POR Bolivia – MASAS 2662)

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