La guerra en Ucrania y el hambruna

LA CLASE OBRERA TIENE SU PROGRAMA DE COMBATE, ¡HAY QUE APLICARLO!

Los portavoces del imperialismo dicen que «la guerra está empujando al mundo a una hambruna generalizada y resolver este asunto es una obligación de todos». En realidad, no existe la «obligación de todos». La burguesía es la clase responsable de la guerra y de sus consecuencias. Y por eso mismo no tiene forma de dar solución a la mencionada «catástrofe alimentaria».

El capitalismo ha alcanzado un punto de desarrollo de las fuerzas productivas mundiales que lo ha hecho capaz de resolver la miseria y el hambre. Sin embargo, está ocurriendo lo contrario. En lugar de avanzar hacia su superación, los agrava. Esta contradicción pone de manifiesto el carácter estructural de la miseria y el hambre en el capitalismo.

Según la información, 1.600 millones de personas en el mundo no tienen suficiente para comer. Y de este gigantesco contingente, aproximadamente 440 millones pasan hambre.

La explicación de los analistas sobre el agravamiento de las condiciones de existencia de las masas en los últimos años se reduce a la catástrofe sanitaria de Covid-19 y ahora a la guerra de Ucrania. En un artículo dedicado a esta cuestión, la revista The Economist concluye que «Putin no debe utilizar los alimentos como arma».

Se puede ver que la serie de datos expuestos por el escritor están dirigidos esencialmente a apoyar a los Estados Unidos y a sus aliados europeos. Pero si se analiza el proceso que llevó al gobierno ruso a intervenir militarmente en Ucrania, se verá que la responsabilidad recae en el imperialismo, que previamente había estado utilizando a la OTAN para cercar a la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y luego a Rusia.

Evidentemente, la guerra ha repercutido en el precio del combustible y de los alimentos, y por tanto en la vida de la mayoría oprimida. En el caso del combustible, los aterradores efectos de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos a Rusia son más que visibles. En cuanto al precio de los alimentos, Ucrania y Rusia son los principales proveedores de grano y fertilizantes. El bloqueo del puerto de Odessa y las minas diseminadas en las aguas del Mar Negro reducen sin duda las exportaciones ucranianas. Pero parte del aumento de los precios se ha producido desde la pandemia. La guerra comparece solamente como un poderoso factor agravante.

La insuficiencia alimentaria y el hambre, que afecta a millones de personas, siempre han acompañado al capitalismo. El propio The Economist afirma que antes de llegar a los 1.600 millones de hambrientos, el contingente era de 440 millones. El salto es considerable, pero sólo refleja el agravamiento del hambre estructural, originado en las contradicciones económicas y sociales del capitalismo.

Acontecimientos como el Covid, la guerra, la sequía, etc. exponen el carácter estructural de la miseria y el hambre, ya que pone de manifiesto el estado de barbarie que parecía natural. El salto de 440 millones a 1.600 millones, en poco tiempo, es un indicador de que las contradicciones del capitalismo en descomposición tienden a sacrificar a las masas mundiales, a gran escala y a un ritmo incontrolable; y que la burguesía no tiene forma de proteger a los explotados ante las constantes catástrofes.

Sólo la clase obrera y los demás trabajadores pueden tomar en sus manos la defensa de su existencia y la de toda la humanidad. La regresión organizativa sufrida por el proletariado en todo el mundo -provocada por su desarme ideológico y político, principalmente después de la Segunda Guerra Mundial, y más recientemente desde la crisis de los años setenta, que culminó con el derrumbe de la URSS en 1991- se presenta en forma de crisis de dirección revolucionaria en las condiciones actuales del impulso hacia la barbarie social.

Los explotados no tienen otro camino que recurrir a la lucha de clases. Su programa de reivindicaciones contra la explotación capitalista, la pobreza, la miseria y el hambre, elaborado hace tiempo por su vanguardia marxista-leninista-trotskista, sigue siendo válido. Se trata de aplicarlo en la lucha contra la barbarie capitalista. En cuanto a la guerra, no habrá una salida progresiva, dependiendo del imperialismo y de la propia política de opresión nacional, ejercida por el gobierno restauracionista y la oligarquía de Rusia.

Las poderosas fuerzas productivas mundiales pueden y deben ponerse al servicio de la eliminación de la miseria y el hambre. Para ello, tienen que ligarse con el fin de la propiedad privada capitalista, y la construcción de la propiedad social de los medios de producción y distribución.

Los profundos reveses sufridos por el movimiento revolucionario no han anulado ni anulan las condiciones objetivas de la necesidad de retomar el camino de las revoluciones proletarias. Enfrentar el flagelo del hambre requiere, sin embargo, la reconstrucción de los partidos leninistas. Requiere la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional.

 

(POR Brasil – Masas 666 – editorial, 12 de junio de 2022)

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