Manifiesto POR-Brasil 33 años construyendo el Partido Obrero Revolucionario (POR)

¡Todos los esfuerzos en la lucha por superar la crisis de dirección mundial!

       1 de julio de 2022

Los días 1 y 2 de julio de 1989, el POR celebró su primer congreso. Aprobó las resoluciones político-programáticas. Como respuesta estratégica a la crisis estructural del capitalismo afirma:

«El desarrollo de la lucha de clases en la mayoría de los países y la creciente tendencia a la polarización revolucionaria del proletariado indican la putrefacción de las bases del régimen capitalista y el avanzado estado de madurez de las condiciones objetivas para la revolución proletaria mundial. La necesidad de la revolución socialista internacional surge de la situación de continuo hundimiento del capitalismo imperialista y de la actividad de las masas. La estrategia del internacionalismo revolucionario tiene sus raíces en estas contradicciones. Es la única que puede organizar el movimiento de las masas para derrocar a la burguesía del poder y llevar a cabo las transformaciones políticas en los países socialistas, oponiéndose a la burocracia y a la restauración del capitalismo.»

«La estrategia para la solución de la crisis estructural en Brasil no es otra que la del internacionalismo, es decir, la de la revolución y dictadura proletaria. No hay otra posibilidad de derrotar la línea de recolonización imperialista y de barbarización del país. El imperialismo sólo puede ser liquidado si el proletariado se estructura en torno al objetivo de romper con la opresión nacional y la expropiación de la gran propiedad capitalista, transformándola en propiedad socialista.”      

Esta base ha sustentado la política y la organización del POR en estos 33 años de existencia. En los demás Congresos y Conferencias, el partido avanzó en sus formulaciones. En su XII Congreso, en enero de 2014, revisó y aprobó la última versión del Programa. Hemos dado un salto de calidad en la concepción leninista de que el partido es el programa. En poco más de tres décadas de construcción del partido, la crisis mundial y la crisis nacional se han agravado, confirmando los pronósticos del I Congreso. La descomposición económica, los antagonismos comerciales, las guerras, las revueltas, las contrarrevoluciones y las masacres marcaron el periodo. El POR, aunque embrionario, se desarrolló en este mar turbulento, esgrimiendo la estrategia del internacionalismo y la revolución proletaria.

En la actualidad, la larga pandemia que aún no cedió completamente y la guerra en Ucrania muestran el grado de descomposición del capitalismo, descomposición causada por la contradicción entre las fuerzas productivas altamente desarrolladas y las relaciones de producción capitalistas, así como entre éstas y las fronteras de los estados nacionales.

La burguesía mundial se mostró incapaz de proteger a los explotados contra la pandemia letal, que dejó más de seis millones de muertos. Las fuerzas económicas dominantes han intensificado la guerra comercial y han descargado todo su peso sobre las masas mundiales.

La ofensiva del imperialismo en su cerco económico-militar a Rusia ha provocado la guerra en Ucrania, que ha durado más de cuatro meses y tiende a prolongarse. Una escalada militar está en pleno desarrollo. Hay síntomas que recuerdan a los primeros momentos de las guerras mundiales de 1914-1918 y 1939-1945. La ofensiva económico-militar de Estados Unidos y sus aliados imperialistas sobre Rusia y China es típica de la preguerra mundial.

No se podía ni se puede esperar otro camino para el capitalismo en la época imperialista, a pesar de las muestras de barbarie de las dos grandes guerras. El problema es que la clase obrera está desprovista de su Partido Mundial de la Revolución Socialista, que fue liquidado con la disolución de la Tercera Internacional por el estalinismo contrarrevolucionario. A su vez, el desmoronamiento de la IV Internacional, golpeada por el revisionismo pequeñoburgués, se ha convertido en un obstáculo para la lucha de la vanguardia con conciencia de clase en la resolución de la crisis de dirección.

En su nacimiento, el POR se definió como marxista-leninista-trotskista, apoyándose en las conquistas programáticas del bolchevismo, en el programa de la III Internacional de los Cuatro Primeros Congresos y en el Programa de Transición de la IV Internacional. Dio sus primeros pasos a la luz del día, constituyendo el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI), junto con el POR de Bolivia, Argentina y Chile.

Ahora, el CERCI, ante la guerra en Ucrania, señala que sólo la clase obrera organizada y unida puede derrotar las tendencias belicistas del imperialismo, esgrimiendo el programa de la revolución mundial, que se desarrollará según las particularidades nacionales de cada país. Lleva a cabo la lucha con la campaña basada en las banderas: Fin de la guerra, desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares estadounidenses, derogación de las sanciones económicas a Rusia; autodeterminación, integridad territorial y retirada de las tropas rusas de Ucrania. Estas banderass expresan la línea programática del internacionalismo marxista-leninista-trotskista.

La confirmación de la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN agrava el choque del imperialismo con Rusia. Que amenaza con desbordar la guerra de los confines de Ucrania. La decisión, a su vez, de la cumbre de la OTAN en Madrid de aumentar sus fuerzas militares y ampliar su radio de acción hacia Asia, apuntando a China, expresa el surgimiento de tendencias bélicas desde las entrañas de la guerra comercial. En este marco de ruptura económico-militar, la crisis mundial, que se arrastra desde 2008-2009, lo tiene todo para alcanzar el nivel más alto desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el fin de la «Guerra Fría» contra el comunismo, formalmente decretado por el imperialismo.

Los explotados se enfrentan a la barbarie de una guerra de dominación, y a la barbarie del hambre que asola a las masas mundiales. La guerra en Ucrania, tras el largo periodo de la pandemia, ha afectado a las cadenas productivas y comerciales. Esto ha provocado una subida generalizada de los precios de los alimentos y un aumento del número de miserables y hambrientos. El cierre de fábricas y empresas ha alcanzado niveles mundiales. El desempleo y el subempleo han aumentado y la mano de obra se ha devaluado. Esta combinación da como resultado un impulso a la barbarie social. La marcha de la miseria y el hambre continúa en posición ascendente.

La clase obrera y los demás explotados se enfrentan a la necesidad de reaccionar con sus propios métodos de lucha, en defensa de sus condiciones de existencia. Esto es lo que vemos con las recientes huelgas en Inglaterra y Bélgica. No pueden permanecer inertes ante los claros efectos catastróficos de la guerra en Ucrania y las disputas comerciales.

En el marco de América Latina, Ecuador está siendo sacudido por las masas indígenas, que se han levantado de nuevo contra el avance de la pobreza, la miseria y el hambre. En Chile, los mineros están en pie de guerra en defensa de las fuentes de trabajo y los salarios. En Argentina, el movimiento de los sin techo vuelve a las calles, expresando en una movilización colectiva a la profunda crisis económica y social. La elección del candidato reformista en Colombia mostró la repulsa de la mayoría contra los viejos partidos oligárquicos y abiertamente agentes de Estados Unidos. En Brasil, el probado reformismo contrarrevolucionario, encarnado por el PT y su caudillo Lula, arrastra electoralmente el apoyo de las masas en el contexto del avance del hambre, el fracaso del gobierno de ultraderecha y el colapso de los viejos partidos oligarcas. La permanencia de las ilusiones democráticas de los explotados -alimentadas por el reformismo- también pone de manifiesto la profunda crisis de dirección.

En medio de la guerra en Ucrania, la crisis política en Estados Unidos, Inglaterra y Francia pone al descubierto las divisiones y fracturas en el seno de la burguesía y sus Estados. Por mucho que Biden y sus aliados europeos intenten convencer a las masas estadounidenses y europeas de que se ha logrado una gran y sólida unidad económico-militar para luchar contra Rusia y China, «para que el mundo sea más seguro y pacífico», la crisis económica, las divisiones interburguesas y la polarización entre riqueza y miseria desmienten esta farsa del imperialismo.

Está claro que el capitalismo se está desintegrando y empujando a las masas y a los países semicoloniales al borde del precipicio. La guerra en Ucrania es una señal más de que el capitalismo en descomposición ha entrado en una etapa más convulsa después de la Segunda Guerra.

Permanece la trágica crisis de dirección causada por el revisionismo estalinista, que degeneró el Estado Obrero, desfiguró el Partido Bolchevique, liquidó la Tercera Internacional, combatió sangrientamente a la Oposición de Izquierda, asesinó a Trotsky, impulsó la restauración capitalista, alimentó la opresión nacional y colapsó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991. Frente a estas condiciones históricas regresivas, los fundamentos programáticos del 1er Congreso del POR se muestran sólidos. Esto permitió a la embrionaria vanguardia marxista-leninista-trotskista luchar contra la corriente y fortalecerse programáticamente, guiada por la firme convicción de que el largo período contrarrevolucionario forma parte de las leyes de la historia, que conducen a la superación del capitalismo y a la construcción del comunismo.

¡TODO EL COMPROMISO CON LA TAREA DE SUPERAR LA CRISIS MUNDIAL DE DIRECCION!

RECONSTRUIR EL PARTIDO MUNDIAL DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA, LA IV INTERNACIONAL

¡QUE VIVAN LOS 33 AÑOS DE CONSTRUCCIÓN DEL POR!

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