La juventud palestina resiste la invasión israelí

Los días 3 y 4 de julio, más de mil soldados israelíes, acompañados de helicópteros, drones y excavadoras, llevaron a cabo una invasión a gran escala del campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania, con el objetivo de desmantelar la resistencia armada de los jóvenes palestinos, las llamadas Brigadas de Yenín. La última invasión de esta magnitud se remonta a abril de 2002, con una masacre de cientos de palestinos.

El resultado de la invasión fue la muerte de 12 palestinos (entre ellos, cuatro niños) y un rastro de enorme destrucción en la infraestructura del lugar, con cerca del 80% de las viviendas dañadas, quemadas o destruidas. Sin embargo, el ejército israelí no pudo cumplir su objetivo de desmantelar la resistencia armada de los jóvenes palestinos, que cuentan con un fuerte apoyo popular y, por ello, con la capacidad de dispersarse y reagruparse en el territorio sin ser diezmados por las fuerzas israelíes. Al segundo día de la invasión, el ejército se vio obligado a retirarse, y el Primer Ministro tuvo que decir que la misión estaba «completa» y que «no sería la última».

El 4 de julio, los palestinos celebraron una huelga general contra la invasión. El miércoles (5 de julio), miles de personas asistieron al funeral de los mártires muertos por la invasión, y tres miembros de la Autoridad Palestina (Fatah) fueron expulsados por los manifestantes, bajo gritos de «¡fuera, fuera!» y «traidores».

Entre los palestinos de Cisjordania ha crecido el descontento contra la Autoridad Palestina (Fatah), que ha seguido claramente una política de colaboración con la opresión nacional del Estado de Israel. Su «inoperancia» (como dicen los palestinos) contra las invasiones de Cisjordania ha sido un factor para que la resistencia armada de los jóvenes haya ganado un fuerte apoyo popular

La desilusión con Fatah, el partido gobernante palestino que acepta la existencia del Estado de Israel y busca la conciliación, ha empujado a este sector de la juventud a armarse y confiar en su propia fuerza. Sin embargo, en ausencia de una dirección revolucionaria, no se puede armar a todo el pueblo palestino. Por muy fuerte que sea su apoyo popular, no podrán, a largo plazo, detener al ejército israelí. La tarea de armar a las masas está fijada desde hace tiempo. Fatah se ha negado a hacerlo. Sin un levantamiento armado de todo el pueblo, se hace más difícil apoyar a los oprimidos de Oriente Medio contra el colonialismo imperialista del Estado sionista, apoyado por Estados Unidos y otras potencias aliadas.

Sólo con el programa revolucionario, que se basa en el armamento general de las masas y en un frente único antiimperialista, podrán los explotados palestinos detener la ofensiva israelí sobre Cisjordania. El armamento de miles de palestinos, atrincherados en todos los rincones de Cisjordania, se erigiría en una fortaleza contra las invasiones del ejército sionista.

La lucha del pueblo palestino por su autodeterminación nacional forma parte de la lucha de los pueblos oprimidos de Oriente Medio contra la opresión imperialista. La clase obrera, como dirección de la mayoría oprimida, bajo la bandera de los Estados Socialistas Unidos de Oriente Medio, es la única clase capaz de unir a los pueblos oprimidos en la lucha por la expulsión del imperialismo de la región, la destrucción del Estado sionista de Israel y el establecimiento de una República Socialista de Palestina unida e independiente.

(POR Brasil – Masas nº693)

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