Los revolucionarios y la maquinaria represiva del Estado

Cuando decimos que el Estado es la maquinaria de la dictadura del capital, decimos que los luchadores, los militantes, los activistas populares, debemos tener presente siempre esto y actuar en consecuencia. Porque la maquinaria del Estado siempre pretende vigilarnos y controlarnos, porque esa es su función.

Han pasado casi 40 años desde que terminó la dictadura militar y los servicios de espionaje no han sido desmantelados. Bajo toda clase de gobiernos y situaciones, han permanecido en funciones, con una gran cuota de poder.

Las jóvenes generaciones que no vivieron las dictaduras militares pueden creer que habrá democracia burguesa para siempre, que el accionar de los servicios es un exceso o que los espías se dedican a las luchas entre las fracciones burguesas. Lo esencial de los servicios es el movimiento de masas, sus organizaciones políticas, sociales y sindicales. Y muy especialmente aquellos sectores más combativos, aquellos más conscientes de su lucha irreconciliable contra el Estado burgués.

Ya tenemos sobradas muestras de cómo operan sobre nuestras organizaciones. Por eso es tan importante que las organizaciones revolucionarias preservemos nuestro accionar, nuestras actividades, que los militantes nos formemos, nos preparemos, como profesionales de la revolución. Porque nuestra tarea es conspirar contra la dictadura del capital, por su derrocamiento. Esta tarea no es para unos meses, es permanente, mientras el Estado burgués siga en pie. Es necesario combinar las tareas legales, públicas, con el resto de las tareas, que no pueden quedar a la vista del aparato represivo.

Los militantes revolucionarios, los profesionales de la revolución, acumulan un capital político en experiencia práctica y en formación teórica, que son imprescindibles para la clase obrera, son el lazo entre la tradición, el pasado, y el futuro de la clase obrera. Ese capital no debe ser desbaratado, no puede dispersarse. Es un costo extraordinario para la clase obrera formar su vanguardia consciente, aquellos que expresan todo ese capital, que debemos cuidar como lo más preciado, para no tener que empezar de nuevo cada vez. Los servicios trabajan siempre para detectar, provocar, amenazar, infiltrar sus organizaciones, para impedir que puedan actuar.

Lenín insistía en estas cuestiones y señalaba la necesidad de una organización de revolucionarios, sólida, centralizada y combativa, con una base clandestina, capaz de combinar el trabajo legal y el ilegal. Porque la lucha contra la represión exige cualidades especiales. Decía que la organización revolucionaria debe agrupar a personas cuya profesión sea la actividad revolucionaria. Porque deberán ser capaces de dirigir toda la lucha emancipadora del proletariado.

Nos parece importante señalar estas cuestiones porque apreciamos en varias organizaciones una actitud liberal en su organización y en su intervención, que puede facilitar el accionar represivo. Cualquier ataque que sufra cualquier organización de lucha nos golpea a todos, por eso es importante llamar la atención sobre los métodos, la necesidad de superar todo primitivismo o democratismo, que pueden ser fatales.

Estos aspectos son centrales, hacen a la concepción de partido.

(nota de MASAS nº 372)