Posición marxista sobre las anexiones
A causa de la guerra en Ucrania, el Partido Obrero Revolucionario (POR) ha tenido el cuidado de exponer las cuestiones de principio y tácticas, que implican las guerras de la época del capitalismo imperialista y, en consecuencia, la autodeterminación de las naciones oprimidas y las anexiónes.
El folleto «Balance de una discusión sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación«, de Lenin, es uno de los escritos que mejor desarrolla las formulaciones marxistas en torno a la relación entre guerra de dominación, autodeterminación, derecho de separación y anexión. No por casualidad fue escrito en la misma época, 1916, en que Lenin escribió «El imperialismo, fase superior del capitalismo».
La época del imperialismo es una época de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. Es en este marco, precisamente cuando la Primera Guerra Mundial puso de manifiesto el carácter devastador y bárbaro de un puñado de potencias que controlaban el resto de los países y se imponían por la fuerza en todas las regiones, cuando el bolchevismo, bajo la dirección de Lenin, sentó las bases del derecho a la autodeterminación y la consiguiente lucha contra las anexiones.
En medio de la respuesta práctica a la Primera Guerra Mundial, Lenin se vio obligado a demostrar los errores que eran evidentes entre los propios marxistas en cuanto a la comprensión histórica y teórica del derecho a la autodeterminación, así como a destacar la posición de los oportunistas que lo admitían de palabra pero no lo aplicaban. Lenin subraya la importancia de la «claridad política y la solidez teórica de nuestras consignas». En particular, destacamos los siguientes pasajes:
«Si un partido socialista declara que está «contra la retención por la fuerza de las naciones oprimidas dentro de las fronteras del Estado anexionista», es que tal partido se compromete por esa declaración a renunciar a la retención por la fuerza cuando llegue al poder.»(…)
(Los marxistas se oponen a las anexiones) (…) «porque la anexión viola la autodeterminación de las naciones o, en otras palabras, porque es una de las formas de opresión nacional» (…)
«Afirmamos: si queremos estar en condiciones de realizar la revolución socialista y derrocar a la burguesía, los trabajadores deben unirse estrechamente, y a esta estrecha unión contribuye la lucha por el derecho de las naciones a la autodeterminación, es decir, contra las anexiones.»
El folleto «Balance de un debate sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación» se compone de una introducción, diez puntos y una conclusión. Debido al espacio disponible y al objetivo de tratar en particular la cuestión de la anexión, sólo hemos incluido los puntos 1, 3, 4 y 5. (POR Brasil – Masas nº683)
Balance de una discusión sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación (Lenin, julio de 1916)
1 – El socialismo y el derecho de las naciones a la autoderteminación.
Hemos afirmado que sería una traición al socialismo renunciar a la realización del derecho de las naciones a la autodeterminación bajo el socialismo. Nos responden: “el derecho a ía autodeterminación no es aplicable a la sociedad socialista”. La discrepancia es radical. ¿En qué se origina?
“Nosotros sabemos —dicen nuestros oponentes— que el socialismo suprimirá toda opresión nacional, ya que suprime los intereses de clase que conducen a ella”… ¿Qué tiene que ver esta disquisición sobre las premisas económicas de la supresión de la opresión nacional, indiscutibles y conocidas desde hace muchísimo tiempo, con la discusión sobre una de las formas de opresión política, a saber: la retención de una nación por la fuerza, dentro de las fronteras estatales de otra nación? ¡Es sencillamente un intento de eludir los problemas políticos! Y los razonamientos posteriores nos confirman aun más en este juicio:
“No tenemos ningún motivo para suponer que en la sociedad socialista la nación tendrá el carácter de una unidad económico-política. Según todas las probabilidades, tendrá solamente el carácter de una unidad cultural e idioniática, ya que la división territorial de un grupo cultural socialista, si tal división existe, podrá operarse sólo de acuerdo con las necesidades de la producción; por lo demás, se sobrentiende que no deberán resolver la cuestión de tal división las naciones por separado, teniendo la plenitud del poder propio [tal como lo exige ‘el derecho de las naciones a la autodeterminación’], sino que lo determinarán en conjunto todos los ciudadanos interesados”. ..
Este último argumento, el de la determinación conjunta en lugar de la autodeterminación, ¡complace tanto a los camaradas polacos, que lo repiten tres veces en sus tesis! Pero la frecuencia de las repeticiones no convierte este argumento octubrista y reaccionario en un argumento socialdemócrata. Todos los reaccionarios y burgueses otorgan a las naciones retenidas por la fuerza en las fronteras de un Estado dado, el derecho a “determinar en conjunto” sus destinos en un parlamento común. También Guillermo II concede a los belgas el derecho a “determinar en conjunto”, en el parlamento alemán común, los destinos del imperio alemán.
Justamente el punto en cuestión, el único que está en discusión, el derecho a la separación, es el que nuestros oponentes se esfuerzan por eludir. ¡Esto sería cómico, si no fuera tan triste!
Nosotros dijimos en la tesis primera que la liberación de las naciones oprimidas presupone, en la esfera política una doble trasformación: 1) absoluta igualdad de derechos de las naciones. Sobre eso no hay discusión, y se refiere solamente a lo que ocurre dentro del Estado; 2) libertad de separación política®. Eso se refiere a la determinación de las fronteras del Estado. Sólo esto está en discusión. Y es justamente lo que nuestros oponentes silencian. No quieren pensar en las fronteras del Estado, o incluso en el Estado en general. Es una especie de “economismo imperialista” semejante al viejo “economismo” de los años 1894-1902, que argüía: el capitalismo venció, \por lo tanto, los problemas políticos están de más! ¡El imperialismo venció; por lo tanto, los problemas políticos están de más! Semejante teoría apolítica es radicalmente hostil al marxismo
Marx escribía, en la crítica del programa de Gotha: “Entre la sociedad capitalista y la comunista media el período de la trasformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período le corresponde también un período político de transición, en el cual el Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”. Hasta ahora esta verdad fue indiscutible para los socialistas, e incluye el reconocimiento de que el Estado existirá hasta la trasformación del socialismo victorioso en comunismo integral. Es conocido lo dicho por Engels sobre la extinción del Estado. Hemos subrayado deliberadamente, ya en la primera tesis, que la democracia es una forma de Estado que también se extinguirá cuando se extinga el Estado. Y mientras nuestros oponentes no cambien el marxismo por algún punto de “a-estatal”, sus razonamientos serán del todo equivocados.
En lugar de hablar del Estado, (y por consiguiente de la determinación de sus fronteras), hablan del “grupo cultural socialista”, es decir, ¡eligen adrede una expresión nebulosa que borra todos los problemas del Estado! Se produce una tautología ridícula: por supuesto, si no existe Estado, no hay problemas sobre sus fronteras. Entonces, también es innecesario todo el programa democrático-político. Tampoco habrá república cuando “se extinga” el Estado.
El chovinista alemán Lensch, en artículos que hemos señalado en nota a la tesis 5®, citó un interesante pasaje de la obra de Engels El Po y el Rin. Dice ahí Engels, entre otras cosas, que en la marcha del desarrollo histórico, que devoró a varias naciones pequeñas y desprovistas de vitalidad, “las fronteras de las grandes y viables naciones europeas” se fueron determinando cada vez más «por el idioma y las simpatías” de la población. Engels califica esas fronteras de “naturales”. Así ocurrió en la época del capitalismo progresista en Europa, alrededor de 1848-1871. Actualmente, el capitalismo reaccionario imperialista rompe con frecuencia creciente esas fronteras, determinadas en forma democrática. Todos los indicios señalan que el imperialismo dejará en herencia al socialismo, su sucesor, fronteras menos democráticas, una serie de anexiones en Europa y otras partes del mundo. ¿Y qué? ¿El socialismo victorioso, restableciendo y aplicando a fondo la democracia plena en toda la línea, se negará a la determinación democrática de las fronteras del Estado? ¿No querrá tomar en cuenta “las simpatías” de la población? Basta formular estas preguntas para ver claramente cómo nuestros colegas polacos van rodando del marxismo al “economismo imperialista”.
Los viejos “economistas”, trasformando el marxismo en una caricatura, enseñaban a los obreros que para los marxistas “sólo” es importante “lo económico”. Los nuevos “economistas” piensan que el Estado democrático del socialismo victorioso existirá sin fronteras (una especie de “complejo de sensaciones” sin materia), o bien que las fronteras serán determinadas “exclusivamente” de acuerdo con las necesidades de la producción. En realidad, estas fronteras serán determinadas de modo democrático, o sea, de acuerdo con la voluntad y las “simpatías” de la población. El capitalismo pisotea estas simpatías, y con eso añade nuevas dificultades a la causa de la amistad entre las naciones. El socialismo, al organizar la producción sin opresión de clase, al garantizar el bienestar de todos los miembros del Estado, da libertad plena a las “simpatías” de la población, y por consiguiente facilita y acelera enormemente la amistad y unión de las naciones.
Para que el lector descanse un poquito del pesado y torpe “economismo”, citaremos el razonamiento de un escritor socialista ajeno a nuestra discusión. Ese escritor es Otto Bauer, quien también tiene su “manía”, la “autonomía cultural nacional”*, pero razona con sumo acierto sobre una serie de problemas muy importantes. Por ejemplo, en el § 29 de su libro El problema nacional y la socialdemocracia señala con mucha justeza que la ideología nacionalista encubre una política imperialista. En el § 30, “El socialismo y el principio de la nacionalidad”, dice:
“La comunidad socialista jamás estará en condiciones de incorporar por la fuerza a naciones enteras. Imagínese a las masas populares que disfrutan de todos los beneficios de la cultura nacional, que participan activa y completamente en la legislación y administración, y por último, que están provistas de armas; ¿sería posible someter por la fuerza tales naciones al dominio de un organismo social ajeno? Todo poder estatal descansa sobre la fuerza de las armas. El ejército popular actual, gracias a un hábil mecanismo, constituye todavía un instrumento en manos de determinadas personas, familias, clases, al igual que los ejércitos de caballeros y mercenarios de los tiempos pasados. En cambio, el ejército de la comunidad democrática de la sociedad socialista no es otra cosa que el pueblo armado, pues está integrado por personas de elevada cultura, que trabajan por propia voluntad en talleres sociales y participan plenamente en todas las esferas de la vida del Estado. En tales condiciones, desaparece por completo Ja posibilidad de un dominioextranjero.”
Todo eso es exacto. Bajo el capitalismo no es posible suprimir la opresión nacional (ni la opresión política en general). Para ello es imprescindible suprimir las clases, es decir, implantar el socialismo. Pero si bien el socialismo se basa en la economía, dista de resumirse en ella. Para eliminar la opresión nacional hace falta una base —la producción socialista—, pero sobre esta base son necesarios, además, la organización democrática del Estado, el ejército democrático, etc. Al trasformar el capitalismo en socialismo, el proletariado crea la posibilidad de eliminar totalmente la opresión nacional; esta posibilidad se convertirá en realidad “sólo” — ¡“sólo”!— con la aplicación integral de la democracia en todas las esferas, incluyendo la determinación de las fronteras de acuerdo con las “simpatías” de la población, incluyendo la plena libertad de separación. Sobre esta base, a su vez, se desarrollará en la práctica la eliminación absoluta hasta de los menores rozamientos nacionales, de la más mínima desconfianza nacional, se acelerarán la amistad y la unión de las naciones, lo que culminará con la extinción del Estado. Esta es la teoría del marxismo, de la cual se apartaron equivocadamente nuestros camaradas polacos.
2.(…)
3.¿Qué es una anexión?
En nuestra tesis (§ 7)8 ya hemos formulado esta pregunta con toda claridad. Los camaradas polacos tío la contestaron; la eludieron, declarando con énfasis: 1) que están contra las anexiones y 2) explicando por qué están en contra. Esas son cuestiones muy importantes, sin duda. Pero son otras cuestiones. Si nos preocupamos, por poco que sea, por la fundamentación teórica de nuestros principios, por su formulación clara y precisa, no podemos eludir la pregunta de qué es una anexión, ya que este concepto figura en nuestra propaganda y agitación políticas. Cuando se elude esta pregunta en una discusión entre colegas, sólo es posible interpretarlo como abandono de la propia posición
¿Por qué hemos formulado esta pregunta? Lo explicamos al formularla. Porque “la protesta contra las anexiones no es otra cosa que reconocer el derecho a la autodeterminación”. El concepto de anexión habitualmente incluye: 1) el concepto de fuerza (incorporación por la fuerza); 2) el concepto de opresión por otra nación (incorporación de una región “ajena”, etc.) y a veces 3) el concepto de violación del statu quo. Hemos señalado todo eso en las tesis y no fue criticado.
Ahora bien, ¿pueden los socialdemócratas oponerse al uso de la fuerza en general? Claro está que no. Por lo tanto, no nos oponemos a las anexiones porque configuren fuerza, sino por alguna otra razón. Tampoco pueden los socialdemócratas defender el statu quo. Por muchas vueltas que se le dé, la única conclusión posible es la siguiente: una anexión es la violación de la autodeterminación de una nación, es el establecimiento de las fronteras de un Estado en contra de la voluntad de la población.
Oponerse a las anexiones significa estar a favor del derecho a la autodeterminación. Estar “en contra de la retención de cualquier nación por la fuerza, dentro de las fronteras de un Estado dado” (deliberadamente hemos empleado también esta formulación ligeramente modificada de la misma idea en el § 4 .de nuestras tesis*, y los camaradas polacos nos respondieron a eso con toda claridad, declarando en el comienzo de su § I, 4, que están «en contra de la retención por la fuerza de las naciones oprimidas en las fronteras del Estado anexionista”), es lo mismo que estar a favor de la autodeterminación de las naciones.
No deseamos discutir sobre palabras. Si existe un partido que dice en su programa (o en una resolución obligatoria para todos, no importa la forma) que se opone a las anexiones e ° y a la retención por la fuerza de naciones oprimidas en las fronteras de su Estado, entonces declaramos nuestro absoluto acuerdo de principio con tal partido. Sería absurdo aferrarse a la palabra “autodeterminación”. ¡Y si hay en nuestro partido personas que quieren modificar palabras en este sentido en la formulación del § 9 de nuestro programa partidario, no vamos a considerar la discrepancia con estos camaradas como una cuestión de principio!
Lo único que importa es la claridad política y la solidez teórica de nuestras consignas.
En las discusiones verbales en torno a este problema —cuya importancia nadie niega, sobre todo ahora, a raíz de la guerra—, se pudo oír este argumento (no lo encontramos en la prensa): una protesta contra un determinado mal no implica necesariamente el reconocimiento del concepto positivo que excluye este mal. Es un argumento claramente inconsistente y quizá por eso no apareció en la prensa. Si el partido socialista declara que está “en contra de la retención, por la fuerza, de las naciones oprimidas en las fronteras del Estado anexionista”, es que dicho partido se compromete con esta declaración a renunciar a la retención por la fuerza cuando llegue al poder.
No dudamos ni por un instante de que si mañana Hindenburg venciera a medias a Rusia, y la expresión de esta semivictoria fuera (a consecuencia del deseo de Inglaterra y Francia de debilitar un poco al zarismo) un nuevo Estado polaco, completamente “realizable” desde el punto de vista de las leyes económicas del capitalismo y el imperialismo; y de que si luego, pasado mañana, venciera la revolución socialista en Petrogrado, Berlín y Varsovia, entonces, el gobierno socialista polaco, al-igual que el ruso y el alemán, renunciaría a “retener por la fuerza”, digamos, a los ucranios “en las fronteras del Estado polaco”. Si formaran parte de ese gobierno los miembros de Redacción de Gazeta Robotnicza, ellos indudablemente sacrificarían sus “tesis”, con lo que refutarían la “teoría” de que “el derecho a la autodeterminación es inaplicable a la sociedad socialista”. Si pensáramos de otra manera, habríamos planteado en la orden del día, no una discusión de camaradas con los socialdemócratas de Polonia, sino una implacable lucha contra ellos, por chovinistas.
Supongamos que salgo a la calle de cualquier ciudad europea y hago públicamente una “protesta”, que repito luego en los periódicos, porque no se me permite comprar a un hombre como esclavo. No hay duda que habrá motivos para considerarme un esclavista, partidario del principio o sistema, si se quiere, de la esclavitud. El hecho de que mis simpatías por la esclavitud revistan la forma negativa de una protesta, en lugar de la positiva (“yo estoy por la esclavitud”), no puede engañar a nadie. Una “protesta” política es por completo equivalente a un programa político; eso es tan evidente, que hasta resulta embarazoso verse obligado a explicarlo. En todo caso, tenemos la firme convicción de que por parte de la izquierda de Zimmerwald, por lo menos —no hablamos de todos los zimmerwaldianos, porque entre ellos están Mártov y otros kautskistas—, no provocaremos “protestas” si afirmamos que en la III Internacional no habrá lugar para personas capaces de separar la protesta política del programa político, de oponer la una al otro, etc.
Como no deseamos discutir sobre palabras, nos permitimos expresar la firme esperanza de que los socialdemócratas polacos procurarán en breve formular oficialmente, tanto su proposición de suprimir el § 9 de nuestro programa partidario (también suyo) y del programa de la Internacional (la resolución del Congreso de Londres de 1896), así como también su definición de las correspondientes ideas políticas sobre “las viejas y nuevas anexiones” y de “la retención por la fuerza, de naciones oprimidas en las fronteras del Estado anexionista”. Pasemos a la cuestión siguiente.
4.¿POR LAS ANEXIONES O CONTRA ELLAS?
En el § 3 de la primera parte de sus tesis, los camaradas polacos declaran con claridad que están en contra de todas las anexiones. Lamentablemente, en el § 4 de la misma parte encontramos afirmaciones que debemos considerar anexionistas. Comienza este parágrafo con la siguiente frase… extraña, para emplear un eufemismo:
“El punto de partida de la lucha de la socialdemocracia contra las anexiones, contra la retención por la fuerza de naciones oprimidas en las fronteras de un Estado anexionista, es la renuncia de toda defensa de la patria [la cursiva es de los autores], que en la era imperialista es la defensa de los derechos de la burguesía propia a oprimir y saquear a otros pueblos” …
¿Qué significa eso? ¿Qué quiere decir?
“El punto de partida de la lucha contra las anexiones es la renuncia a toda defensa de la patria”. .. ¡Pero se puede llamar “defensa de la patria”, y hasta ahora era usual llamarlas así, a toda guerra nacional y a toda insurrección nacionall [Estamos en contra de las anexiones, pero .. .con esto queremos decir que estamos en contra de que los anexados libren una guerra para liberarse de quienes los han anexado, estamos en contra de que los anexados se insurreccionen para liberarse de quienes los han anexado. ¿No es esta una declaración anexionista?
Los autores de las tesis dan como motivo de su… extraña afirmación el hecho de que “en la era del imperialismo” la defensa de la patria equivale a la defensa de los derechos de la burguesía propia a oprimir a otros pueblos. Pero eso es cierto solamente en cuanto a una guerra imperialista, es decir, una guerra entre potencias imperialistas o grupos de potencias, cuando ambas partes beligerantes no sólo oprimen a “otros pueblos”, ¡sino que libran la guerra para decidir cuál de ellas oprimirá a más pueblos ajenos!
Al parecer los autores presentan la cuestión de la “defensa de la patria” de manera muy diferente a como lo hace nuestro partido. Nosotros rechazamos ‘la defensa de la patria” en una guerra imperialista. Eso está dicho con la máxima claridad, tanto en el Manifiesto del Comité Central de nuestro partido, como en las Resoluciones de Berna*, reproducidas en el folleto El socialismo y la guerra*“, publicado en alemán y francés. Lo hemos subrayado dos veces en nuestras tesis (notas para los § 4 y 6)*** Al parecer los autores de las tesis polacas rechazan la defensa de la patria en general, es decir, también en una guerra nacional, considerando tal vez que “en la era del imperialismo” las guerras nacionales son imposibles. Dijimos “tal vez”, porque en sus tesis los camaradas polacos no expusieron esta opinión.
Esta opinión está expresada con claridad en las tesis del grupo alemán “Internacional” y en el folleto de Junius, al que dedicamos un artículo especial*»**. Señalemos, para completar lo dicho en este artículo, que la insurrección nacional contra los anexionistas, de una región o país anexado, puede ser llamada precisamente insurrección y no guerra (hemos oído esta objeción, por lo tanto la mencionamos aquí, aun cuando no nos parece seria esta discusión terminológica). En todo caso, difícilmente haya quien se atreva a negar que Bélgica, Servia, Galitzia o Armenia anexadas llamarían a su “insurrección” contra los anexionistas “defensa de la patria”, y la llamarían correctamente. En resumen, los camaradas polacos están en contra de tal insurrección porque en estos países anexados existe también una burguesía, que también oprime a pueblos ajenos, o mejor dicho, puede oprimirlos, porque se trata sólo de “su derecho a oprimir”. Por consiguiente, para apreciar determinada guerra o insurrección no se considera su verdadero contenido social (la lucha por su liberación de una nación oprimida contra la nación opresora), sino el posible ejercicio de su “derecho a oprimir” de una burguesía hoy oprimida. Si Bélgica, por ejemplo, fuera anexada por Alemania en 1917, y en 1918 se levantara por su liberación, ¡los camaradas polacos estarían en contra del levantamiento, porque la burguesía belga tiene “el derecho de oprimir a pueblos ajenos”!
En este razonamiento no hay nada de marxismo, ni de revolucionario. Para no traicionar al socialismo debemos apoyar toda insurrección contra nuestro enemigo principal, la burguesía de los grandes países, siempre que no se trate de la insurrección «le una clase reaccionaria. Al negarnos a apoyar la insurrección de las regiones anexadas nos convertimos, objetivamente, en anexionistas. Justamente “en la era del imperialismo”, que es la era del comienzo de la revolución social, el proletariado apoyará hoy con particular energía la insurrección de las regiones anexadas, para atacar mañana o simultáneamente a la burguesía de la “gran” potencia debilitada por esta insurrección.
No obstante, los camaradas polacos van todavía más lejos en su anexionismo. No sólo están en contra de la insurrección de las regiones anexadas, ¡están en contra de todo restablecimiento de su independencia, aun cuando fuera pacífico! Escuchen:
“La socialdemocracia, que declina toda responsabilidad por las consecuencias de la política opresora del imperialismo, y que las combate de la manera más enérgica, en modo alguno se manifiesta por el establecimiento de nuevos mojones fronterizos en Europa, ni por el restablecimiento de los que el imperialismo destruyó”
En la actualidad “el imperialismo destruyó los mojones fronterizos” entre Alemania y Bélgica, y entre Rusia y Galitzia. Según parece, la socialdemocracia internacional debe oponerse a su restablecimiento, no importa en qué forma se produzca. En 1905, “en la era del imperialismo”, cuando el Seim autónomo de Noruega proclamó su separación de Suecia y cuando la guerra de Suecia contra Noruega, preconizada por los reaccionaiios suecos, no tuvo lugar por la resistencia de los obreros suecos y la situación imperialista internacional, la socialdemocracia hubiera debido oponerse a la separación de Noruega, ¡¡dado que ésta significaba indudablemente el “establecimiento de nuevos mojones fronterizos en Europa”!!
Eso ya es anexionismo franco, abierto. No es necesario refutarlo, se refuta por sí mismo. Ningún partido socialista se atrevería a adoptar esta posición: “estamos en contra de las anexiones en general, pero en cuanto a Europa, sancionamos las anexiones o las aceptamos una vez producidas”.
Es preciso que nos detengamos en los orígenes teóricos del error que indujo a nuestros camaradas polacos a una cosa tan evidentemente… “imposible”. Más adelante hablaremos de la falta de fundamento para tratar por separado a “Europa”. Las dos frases siguientes de las tesis explican los otros orígenes del error:
. .“Allí donde la rueda del imperialismo pasó por encima de un Estado capitalista ya formado, aplastándolo, allí se opera, en la forma brutal de la opresión imperialista, la concentración política y económica del mundo capitalista, que prepara el socialismo”. ..
Esta justificación de las anexiones es struvismo6, no marxismo. Los socialdemócratas rusos que recuerdan la década de 1890 en Rusia, conocen bien esta manera de tergiversar el marxismo, común a los señores Struve, Legien, Cunow y Cía. Justamente en cuanto a los struvistas alemanes, los llamados “socialimperialistas”, en otra tesis (II, 3) de los camaradas polacos leemos:
.. La consigna del derecho de las naciones a la autodeterminación) “da a los socialimperialistas, al demostrar el carácter ilusorio de esta consigna, la oportunidad de presentar nuestra lucha contra la opresión nacional como un sentimentalismo históricamente irrazonable, y con eso socavar la confianza del proletariado en el fundamento científico del programa socialdemócrata”. ..
¡Eso significa que los autores consideran “científica” la posición de los struvistas alemanes! Felicitaciones.
Sólo una “pequeñez” destruye este sorprendente argumento, que esgrime contra nosotros la amenaza de la razón que tienen los Lenscb, Cunow y Parvus, a saber: estos Lensch son personas consecuentes, a su modo, y en el núm. 8-9 de la revista chovinista alemana ha campana* —hemos citado adrede este número en nuestras tesis— Lensch demuestra simultáneamente “la falta de fundamento científico” de la consigna de la autodeterminación (aparentemente los socialdemócratas polacos consideran irrefutable esta argumentación de Lensch, como lo atestigua el pasaje de sus tesis citado por nosotros…) ¡¡y “la falta de fundamento científico” de la consigna: contra las anexiones!!
Es que Lensch comprendió muy bien la sencilla verdad que hemos señalado a los colegas polacos y a la que éstos no quisieron responder: no existe diferencia, “ni económica, ni política”, ni lógica en general, entre “el reconocimiento” de la autodeterminación y “la protesta” contra las anexiones. Si los camaradas polacos consideran irrefutables los argumentos de los Lensch contra la autodeterminación, no pueden dejar de admitir un hecho: los Lensch también oponen todos estos argumentos a la lucha contra las anexiones.
El error teórico que se halla en la base de todos los razonamientos de nuestros colegas polacos los llevó a convertirse en anexionistas inconsecuentes.
5. ¿POR QUÉ LA SOCIALDEMOCRACIA SE OPONE A LAS ANEXIONES?
Desde nuestro punto de vista, la respuesta es clara: porque la anexión viola la autodeterminación de las naciones o, dicho de otro modo, porque es una de las formas de opresión nacional.
Desde el punto de vista de los socialdemócratas polacos, se hace necesario explicar en especial por qué nos oponemos a las anexiones, y estas explicaciones (I, 3 en las tesis) enredan inevitablemente a los autores en una nueva serie de contradicciones.
Emplean dos argumentos para “justificar” que nos opongamos a las anexiones (pese a los argumentos “científicamente fundados” de los Lensch). El primero es el siguiente:
… “A la afirmación de que las anexiones en Europa son necesarias para la seguridad militar de un Estado imperialista victorioso, la socialdemocracia opone el hecho de que las anexiones sólo agudizan los antagonismos y por consiguiente aumentan el peligro de guerra” .. .
Esta es una inadecuada respuesta a los Lensch, porque su argumento principal no es la necesidad militar, sino el elemento de progreso económico de las anexiones, que significan concentración imperialista. ¿Dónde está la lógica, si los socialdemócratas polacos reconocen lo progresista de semejante concentración rehusándose a restablecer en Europa los mojones fronterizos destruidos por el imperialismo y, al mismo tiempo, objetan las anexiones?
Prosigamos. ¿Las anexiones intensifican el peligro de qué guerras? No de las guerras imperialistas, porque ésta tienen otras causas: los principales antagonismos en la actual guerra imperialista son indudablemente los que existen entre Inglaterra y Alemania, y entre Rusia y Alemania. Aquí no hubo ni hay anexiones. Se trata de que aumenta el peligro de las guerras y sublevaciones nacionales. ¿Pero cómo es posible, por una parte, declarar imposibles las guerras nacionales “en la era del imperialismo”, y por otra parte esgrimir “el peligro” de guerras nacionales? No es lógico.
El segundo argumento:
Las anexiones “crean un abismo entre el proletariado de la nación dominante y el de la nación oprimida” … “el proletariado de la nación oprimida se uniría a su burguesía y vería un enemigo en el proletariado de la nación dominante. En lugar de la lucha de clase internacional del proletariado contra la burguesía internacional, se produciría la escisión del proletariado, su corrupción ideológica” .. .
Compartimos plenamente estos argumentos. ¿Pero es lógico presentar en un mismo problema, en forma simultánea, argumentos que se excluyen uno al otro? En el § 3 de la primera parte de las tesis leemos los argumentos citados, que ven en las anexiones la escisión del proletariado, y a renglón seguido, en el § 4, nos dicen que en Europa es necesario oponerse a la anulación de las anexiones ya realizadas, que hay que estar por “la educación Je las masas obreras de las naciones oprimidas y opresoras para una lucha solidaria”. Si la anulación de las anexiones es un “sentimentalismo” reaccionario, entonces no es posible argüir que las anexiones cavan un “abismo” en “el proletariado” y producen su “escisión”; sino que, por el contrario, es necesario ver en las anexiones una condición de acercamiento del proletariado de naciones diferentes.
Nosotros afirmamos: para que estemos en condiciones de realizar la revolución socialista y derrocar a la burguesía, los obreros deben unirse estrechamente, y a esta estrecha unión contribuye la lucha por el derecho de las naciones a la autodeterminación, es decir, contra las anexiones. Nosotros seguimos siendo consecuentes. En cambio, los camaradas polacos, que califican de “intangibles” las anexiones europeas y de “imposibles” las guerras nacionales, ¡se refutan a sí mismos cuando objetan las anexiones empleando justamente argumentos acerca de las guerras nacionales! ¡Justamente argumentos sobre la dificultad que provocan las anexiones para el acercamiento y fusión de los obreros de diferentes naciones!
En otras palabras: para objetar las anexiones, los socialdemócratas polacos tienen que tomar sus argumentos de un bagaje teórico que ellos mismos rechazan en principio.
Esto es aun más evidente en el problema de las colonias.
(Lênin, Obras Completas, Akal Editor, tomo XX III)