Salta: la cuestión electoral en medio de la rebelión
Enormes movilizaciones con jornadas masivas de paros que surgieron desde la autoconvocatorias de sectores estatales grafican el panorama político de la Provincia. En este marco tuvieron lugar las elecciones del 14 de mayo donde la lista de Gustavo Sáenz resultó nuevamente vencedora por amplio margen. Si bien la cantidad de votos totales de Sáenz resultaron en 40 mil votos menos que hace 4 años, le ha sacado mayor diferencia a sus perseguidores y no ha necesitado unas PASO previas. En esta elección fue de 30 puntos (47,50% frente a los 17,27% de Juntos por el Cambio) lo que significan más de 200 mil votos de diferencia, mientras que en 2019 fue de 25 puntos % y 190 mil votos.
El fenómeno de Salta sigue la tendencia a nivel nacional con afianzamiento general de las fuerzas oficialistas locales y no su debilitamiento o posible dispersión frente a otras fuerzas. Sáenz llegó a la Gobernación de la Provincia en 2019 luego de haber sido Intendente por la Capital en 2015, dentro de la alianza del Frente Renovador al que más tarde se integrarían elementos del PRO. Desde allí en más ha logrado establecer una hegemonía absoluta frente a los representantes de las fuerzas nacionales como el Frente de Todos o Juntos por el Cambio, las mismas que saludaron la elección y se beneficiaron en mayor o menor medida con las leyes de acoples, lemas y sublemas, para resultar electos sus candidatos en el frente que triunfó.
Sáenz reformó la Constitución en 2021 aunque sin lograr entusiasmar a la población que ha permanecido al margen del proceso, mostrando solamente apatía y desinterés. Los oprimidos han logrado comprender que la restricción en la duración de las funciones en la Suprema Corte de Justicia Provincial o el límite en los mandatos de los ejecutivos provinciales (Gobernador e intendentes) no resuelven ninguno de sus problemas más urgentes.
Cometeríamos un grave error si juzgáramos el nivel de aceptación de un Gobernador re-electo simplemente por la cantidad de votos a su favor. No se debe perder de vista que las elecciones resultan solo una expresión deformada de la realidad y un elemento sumamente dinámico, pudiendo ser votado un dirigente que en 24 horas sea cercado por profundas movilizaciones populares. La experiencia boliviana con Evo en 2019 y de Macri en 2017 son sumamente instructivas en este sentido. Este es el punto saliente de la situación política y la cuestión electoral: listas que triunfan por amplio margen pero que rápidamente son víctimas de enormes luchas populares en las provincia.
Desde allí se explica cómo una fuerza política que cosecha casi el 50% de los votos sea jaqueado antes y después por las enormes movilizaciones de docentes, trabajadores judiciales, de la salud y una importante huelga en la fábrica de Coca Cola por la reincorporación de 400 trabajadores que finalmente se conquistó. La cuestión electoral debe ser analizada solo después de incorporar todos los elementos de la lucha de clases lo que permitirá comprender sus perspectivas y capacidad de contención. Tal es así que el Protocolo Anti-Piquetes recientemente aprobado por el Gobierno se ha chocado con masivas movilizaciones de los estatales no dispuestos a aceptarlo o con el enorme acampe en Oran contra los tarifazos.
La izquierda centrista ha realizado una pobrísima elección. A pesar de ser retratado como una recuperación respecto a 2019 la utilización de los números ha sido totalmente arbitraria. En 2021 el electoralismo pseudo trotskista no había conseguido integrar la Cámara Legislativa provincial después de 20 años ininterrumpidos en su interior. Pues bien, ahora han perdido representación incluso en los Concejos Deliberantes en los que aún estaban: Colonia Santa Rosa y Orán.
El caso de Orán es paradigmático para comprender por qué en una Provincia sacudida por enormes luchas la izquierda centrista no ha podido ser referencia política, ni siquiera electoralmente. La elección de Samuel Huerga de Política Obrera en 2021 comenzó con una bochornosa componenda con el PJ y el PRO regional para acceder a la Presidencia rotativa, una acción recomendada y avalada por su Partido que, lento de reacción, tuvo que dar marcha atrás cuando el hecho ya estaba consumado (Véase Masas 408). Samuel Huerga no solo no se autocriticó por este acontecimiento, sino que fue incorporado a otra tienda política en menos de lo que canta un gallo: el MST. La exigencia de la debida autocrítica y clarificación política quedó zanjada aún con mayor velocidad cuando el Partido Obrero oficial, tan indignado hasta la víspera y renuente a su incorporación como candidato, logró que se le cediese el cargo de Gobernador para Claudio del Pla, y así las críticas quedaron archivadas y todo se resolvió. El PTS viéndose desplazado en el enjuague, decidió presentarse por su cuenta al igual que el NuevoMAS y Política Obrera.
Así queda en evidencia que la presentación de 4 fuerzas por separado no corresponde a diferencias programáticas o de intervención electoral sino a cuestiones estrictamente de aparato, las mismas que aparecen en los frentes de lucha perjudicando la acción unitaria donde resulta imperiosa. Sus resultados sumados son de aproximadamente 40 mil votos, lo que queda por detrás de las elecciones de 2011, 2013, 2015, 2017 y 2021. El retroceso de la izquierda – aunque circunstancial – es en toda línea.
Como alertábamos hace casi dos años con aquel balance de las elecciones salteñas, los eventuales avances o retrocesos resultan sobre bases netamente oportunistas y volátiles. Las masas han experimentado durante 20 años que la adaptación electoral del centrismo democratizantey su actuación parlamentaria de mera presentación de proyectos de ley, nada han podido hacer contra el ataque a sus condiciones de vida y trabajo. Solamente el POR interviene en la campaña electoral desenmascarando su contenido de clase y politizando a las masas en cuanto a sus tareas, sus métodos y la estrategia política del proletariado.
(nota de MASAS nº437)