(Brasil) MANIFESTACIONES CONTRA BOLSONARO

El POR ha demostrado, en sus manifiestos y en el periódico Massas que, incluso durante la pandemia, se produjeron protestas, principalmente de trabajadores de la salud, por mejores condiciones de trabajo. Las manifestaciones fueron reducidas en número de personas, pero de gran importancia.

El domingo 31 de mayo quedó marcado como el regreso de las manifestaciones, principalmente en São Paulo y Río de Janeiro, pero también en Curitiba, Belo Horizonte, Salvador, Manaus y Porto Alegre, en menor medida. En São Paulo, el acto fue organizado por las hinchadas antifascistas de los equipos de fútbol de Corinthians, Palmeiras, São Paulo y Santos. Reunió a aproximadamente 500 personas y fue reprimido severamente por la Policía Militar. A pocos metros de distancia, el acto bolsonarista obtuvo protección de la policía, y se volvieron virales en las redes sociales las escenas de policías saludando a los manifestantes proto-fascistas.

A pocos metros del acto «antifa», frente a la FIESP, se reunieron bolsonaristas, con banderas estadounidenses, camisas amarillas y lemas del cierre del STF y el Congreso. En el MASP, las principales palabras cantadas fueron «Democracia» y «Fuera Bolsonaro». Pocas organizaciones políticas de izquierda asistieron, aparte del POR, que llevó dos manifiestos, «Contra la violencia policial y la matanza de negros» y «Tareas del momento». Fue posible identificar al PCO, MRT, PSOL y UP, sin material para expresar sus políticas.

Al mismo tiempo, vimos a las masas salir a las calles en diferentes partes del mundo, especialmente en los EE.UU., donde las protestas fueron provocadas por el asesinato de George Floyd. El dique de contención, generado por la política conciliadora y capituladora de los dirigentes reformistas y estalinistas durante la pandemia, que condenó las manifestaciones callejeras masivas, está comenzando a romperse por la necesidad de las masas de luchar para resolver sus problemas con los métodos de acción directa.

Los levantamientos acompañan la ruptura del aislamiento, determinada por el poder económico, como hemos demostrado en números anteriores de periódico Massas. Las masas regresan al trabajo desorganizadas y desconfiadas de sus direcciones, ya que colaboraron con la implementación de la MP 936, que les permite suspender contratos y recortar salarios. Otra gran parte ni siquiera regresó, ya que han perdido sus trabajos. El movimiento, que se pone en pie nuevamente, después de un período de parálisis, ya enfrenta obstáculos que deben superarse.

El primero de ellos es el intento de instrumentalizar la lucha por los oportunistas, que tienen la intención de canalizarla, electoral e institucionalmente, hacia el «Fora Bolsonaro» y al «juicio político». Llama la atención que el PSOL, hasta ese día, estuvo en contra de las manifestaciones durante la pandemia, pero que, al día siguiente, lanzó una campaña en defensa del acto y dijo que, para superar el fascismo, era necesario apoyar el impeachment de Bolsonaro. Retornan las banderas electorales, como lo hicieron en las últimas elecciones presidenciales, y al desgaste electoral del gobierno, que no se corresponde con las necesidades de la clase obrera y demás explotados. Las tareas del momento son organizar asambleas en lugares de trabajo y barriadas, crear comités de defensa y crear un propio plan de emergencia, que incluya la defensa de empleos y salarios, y la supervivencia frente a la crisis. La lucha contra el gobierno dictatorial y militarista y sus amenazas de golpe vendrán con la clase obrera y demás explotados con su programa de demandas, así como su propia estrategia de poder.

Apareció otra desviación de la lucha, estampada en la bandera de «Democracia». Los medios burgueses ya han tomado la delantera, diciendo que es un movimiento similar al de la redemocratización. No hay democracia abstracta, fuera de las clases sociales. La democracia en la que vivimos es burguesa, en la que una ultraminoría decide la dirección de la sociedad. Esta es la dictadura de clase de la burguesía sobre la mayoría explotada. Un movimiento antifascista es esencialmente anticapitalista y debe colocarse en el campo de la transformación del modo de producción, la raíz material de la opresión racial y fascista. La democracia que es consistente con esta política es la democracia obrera, proletaria, donde la mayoría se impone contra la minoría burguesa.

Es sintomático que la primera manifestación de este tipo haya sido convocada por las hinchadas. Las centrales, los sindicatos, los movimientos y las corrientes de izquierda han estado siguiendo la política burguesa de aislamiento social. Renunciaron a la organización de la clase obrera y la lucha independiente. La confrontación con el gobierno, no solo contra Bolsonaro, sino también contra Dória y sus aliados, ocurrirá con la reanudación de la lucha de las masas que están soportando la pandemia y la crisis económica. El POR, con sus manifiestos, difería del camino señalado por las banderas de impeachment, democracia y fuera bolsonaro. Es necesario que la vanguardia con conciencia de clase luche por un plan de emergencia propio de los explotados, la convocatoria de asambleas y la organización de un frente único de combate.

(Tomado de Massa nº 611 – POR Brasil)