La prensa hegemónica contra el pueblo mapuche

Durante las últimas semanas hemos visto artículos y hasta una editorial del periódico La Nación donde por un lado actúan casi de forma policíaca con información sobre los lamgen y por otro argumentan por qué deberían ser desalojados.

 

Una primera cuestión es que todos los artículos intentan poner, así como se hizo durante la invasión territorial conocida como Campaña del Desierto, a los mapuches en dos bandos: los mapuches amigos, y los enemigos, en la actualidad casi como terroristas. El argumento principal que utiliza el periodista es tratar de demostrar que el origen de la familia de la machi es urbana de Bariloche, y que por lo tanto no tendría derecho a reclamar tierras en ese lugar. El argumento es el mismo que se usó contra la comunidad Pu lof Cushamen, donde los Hualas recuperaron tierras de Bennetton y que habían pertenecido a sus abuelos. Producto de la invasión a ambos lados de la actual frontera los mapuches perdieron sus tierras, y se vieron obligados a ir a vivir a las ciudades, ingenios (Tucumán) a trabajar, la mayoría de las mujeres fueron tomadas como empleadas domésticas en una relación casi de esclavitud. Las barriadas más pobres de Bariloche están mayoritariamente ocupada por familias mapuches, que trabajan en la ciudad y sobreviven a los duros inviernos de la zona.

 

A fines de los años 80 y principio de los 90 se desarrolló en toda América del Sur un movimiento indígena que comenzó a organizarse por sus derechos territoriales y políticos. Así nació el Centro Mapuche de Bariloche, entre otras organizaciones, que se vinculaban a la vez con otros grupos tanto del lado este como oeste. Dicha conciencia no sólo fue planteando reivindicaciones lingüísticas y culturales sino también la necesidad de recuperar el territorio, de allí nacieron varias recuperaciones.

 

Otro de los argumentos planteados es que según los dichos de los mapuches “buenos” el rol de la machi sería sólo espiritual y lo que está haciendo la joven lamgen sería una deformación de su rol. Si bien es verdad que dentro de la organización propia del pueblo mapuche existen diferentes roles, políticos, espirituales entre otros, la reivindicación cultural y religiosa está íntimamente ligada a la política. Son esos jóvenes que habían sido discriminados durante toda su vida por su color de piel, por su pelo o por su apellido los que encontraron en el orgullo de ser mapuches una razón para pelear por sus reivindicaciones.

 

Todo el argumento de La Nación apunta a justificar la represión, es llamativo cómo el periodista habla de un paisaje paradisíaco que parece estar siendo arruinado por los indios, pues bien, ese paisaje le pertenece a los mapuches. El periodista destila todo el odio y el racismo con el que fue fundado el Estado nacional, ideología que sirvió para justificar el despojo de las tierras, de las que se apropiaron militares, grandes terratenientes argentinos e ingleses.

 

Defendemos el derecho de todos aquellos mapuches que quieran recuperar su territorio, decimos que los únicos intrusos son los Bennetton y los Lewis, empecemos por expropiarlos a ellos.

 

(nota de MASAS nº 373)