Sobre la votación del FIT-U: una clarificación política de los acusadores
La jornada virtual del 18 de junio en la Legislatura Porteña parecía ser igual a tantas otras. Entre un cúmulo de leyes y pronunciamientos intrascendentes que pretenden dar la idea de un trabajo sin descanso para los representantes parlamentarios, apareció una ley que buscaba criminalizar cualquier tipo de crítica que pudiese esbozarse al Estado de Israel. Por ahora, lamentablemente, nada nuevo en el horizonte.
Con la pretendida figura de la lucha contra el “anti-semitismo”, la organización sionista IHRA (Alianza Internacional para la Rememoración del Holocausto) logró incluir una pieza estratégica de la política fascistizante israelí contra el pueblo palestino, como Proyecto de Ley. Ya el Canciller Felipe Solá había emitido la Resolución 114/2020 comprometida por Alberto Fernández al carnicero Benjamín Netanyahu en persona en su visita a Israel (la primera que realizó al asumir como Presidente), con lo cual restaba que cada una de las Legislaturas provinciales y municipales la adoptasen como propias. Juntos por el Cambio y el Frente de Todos (incluyendo todos aquellos que se visten de progresistas) sellaron su abrazo a la causa pro-imperialista sin ningún tipo de grieta.
Dejaremos de lado el merecido análisis de esta Resolución que se da en el marco del reforzamiento del ataque y colonización por parte del sionismo israelí y la avanzada sobre la Franja de Gaza y Cisjordania… Algo más aconteció en ese antro de bandidos llamado Legislatura Porteña. Los 3 legisladores del “Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad” (FIT-U) Alejandrina Barry del PTS, Myriam Bregman también del PTS y Gabriel Solano del Partido Obrero votaron a favor de tamaña atrocidad. Luego de una verdadera avalancha de críticas desde los sectores más diversos, la rectificación impostergable de los legisladores del FIT-U partió 9 días después.
Contextualizar lo sucedido
El Partido Obrero Revolucionario ha hecho una formidable sistematización sobre la labor parlamentaria y las elecciones, como ninguna otra organización podría llegar a adjudicarse ni remotamente. Solitariamente hemos expuesto en infinidad de artículos, documentos, charlas públicas, resoluciones de Congresos y Conferencias y folletos cómo debe intervenir un Partido que se reivindique revolucionario y sus representantes (invitamos a estudiar estos materiales concienzudamente). Claro está que esa intervención está condicionada por la política que esa organización levante: no son dos asuntos inconexos. Para ellos hemos llevado adelante una fraternal pero severa crítica al FIT desde su surgimiento en 2011, mostrando cuál sería el derrotero de este Frente. Por eso no lo hemos llamado a apoyar y mucho menos votar, porque lo consideramos pertinentemente un obstáculo en el proceso de maduración de la conciencia de clase. No nos hemos equivocado.
Ningún otro Partido puede mostrar esta coherencia política. El POR jamás se ha dejado engañar por los eventuales triunfos o fracasos del frente electoral. Tanto en el cenit del exitismo electoralista – cuando lograba diputados, o incluso conquistaba la mayoría en la Legislatura salteña –, como en las últimas elecciones con su desplome electoral, no nos hemos dejado arrastrar por los acontecimientos y ha primado en nuestro análisis, el desentrañar las raíces materiales y las presiones de clase que actuaban sobre la izquierda democratizante. El POR puede señalar esto sin abandonar ni por un instante la humildad de los revolucionarios.
¿Para qué toda esta introducción? Un diputado revolucionario puede cometer errores, esta es una verdad elemental que cualquiera debería conocer. Quienes hayan prestado atención y estudiado atentamente nuestra publicación de “La experiencia bolchevique en los Parlamentos” sabrán que el Partido Revolucionario más importante que haya existido estuvo plagado de errores, algunos de una trascendencia mayor. Lenin fue un verdadero arquitecto de cómo debía desarrollarse el aprendizaje en esa institución burguesa, y marcaba al mismo tiempo cómo debía llevarse adelante la atención del Partido en su conjunto a sus representantes parlamentarios. Una enseñanza mayúscula desestimada por los que se proclaman sus continuadores.
Mucho más que una votación fallida
El FIT-U se encuentra profundamente empantanado en un electoralismo democratizante sin retorno y eso no representa ninguna novedad. Mientras más intenta salir, más se hunde, pues no puede ir contra la razón histórica que le dio su nacimiento. Contrariamente a lo que enseñan los clásicos, los representantes centristas no han ido al Parlamento a desenmascararlo y denunciar su contenido de clase. Han ido a realizar una “labor positiva”, a demostrar que ellos pueden sacarle mucho más jugo que cualquier otro diputado. Por eso inflan el pecho cuando reciben el reconocimiento de sus pares de otras fuerzas; por eso se enorgullecen de ser los máximos presentadores de proyectos de ley o tener las intervenciones más largas. Hemos visto ríos de tinta en sus prensas alardeando con estos hitos del “¿parlamentarismo revolucionario?”. Y durante mucho tiempo esta receta funcionó para poblar los parlamentos de gran cantidad de provincias y a nivel nacional.
No son unos recién llegados a la Legislatura Porteña, cuentan con una larga trayectoria en esos recintos y más de 300 proyectos presentados (entre los 3). Solo una cabeza afiebradamente electorera puede caberle el descuido de dejar pasar una ley así sin siquiera ojearla y acompañarla con su voto… avalaremos igualmente la versión sobre un supuesto “descuido”, como ellos mismos arguyeron 9 días después de la sesión. Incluso señalaremos que ni por un instante podríamos sostener que los integrantes del FIT-U son “pro-sionistas”, como algunos reformistas ventajeros aventuraron achacarle. Tildarlos de “pro-sionista”, si no fuese más que una maniobra oportunista o provocación, deberían llevarlos a sacar las conclusiones que tamaña afirmación conlleva. No lo harán.
Los revolucionarios no entramos en esos parlamentos para dejarnos distraer, para estar al corriente de cada tontería presentada por los representantes burgueses para discutir (aunque este proyecto no haya sido un ejemplo de “tontería”). Entramos para destruir todo tipo de ilusión que se tenga en la posibilidad de resolver alguno de los grandes problemas de la población en estas cuatro paredes. Utilizamos esa tribuna no para alimentar el juego burgués, sino para señalar la movilización y la acción directa como única garantía de las masas de conquistar sus reivindicaciones. El resto es accesorio.
Endilgarle algún grado de responsabilidad a los 3 diputados en la aprobación del proyecto es una concepción igualmente democratizante de sus críticos, y no hace más que revelar el contenido político del señalamiento. Era su deber votar en contra indudablemente, pero no hubiese cambiado en nada el rumbo de lo acontecido. La ley hubiese salido. También es cierto que era su deber pronunciarse señalando las implicancias de esta resolución (como sí realizó la legisladora de “Autodeterminación y Libertad”), pero eso sigue sin permitirnos movernos un milímetro de lo que terminó sucediendo. Entonces ¿por qué originó tanto revuelo este Proyecto de Ley? Prácticamente la totalidad de las organizaciones que se reivindican de izquierda olieron la sangre y corrieron a reclamar su tajada, especulando con réditos electorales futuros.
La fisonomía de los acusadores
Muchas veces la crítica nos permite conocer más al que la lanza que a quien esté dirigida. Solo basta hacer un pequeño recorrido por las más diversas publicaciones de estos partidos para ver el tenor de las recriminaciones, por momentos con una saña y virulencia desproporcionadas. Nuevamente es preciso volver a remarcar lo que pareciera una obviedad… una caracterización no es un conjunto de palabras disociadas de las acciones concretas que de allí se desprenden. Una caracterización, en este caso del FIT-U, tiene que ir acompañada con una coherencia política capaz de darle entidad a estas palabras, un curso de acción que no muestre una flagrante contradicción entre lo que se dice hoy y lo que se hizo hasta ayer.
El NuevoMAS realiza una correcta caracterización sobre el parlamentarismo y el deber de un revolucionario allí adentro. Sin embargo su actividad concreta borra con el codo lo escrito con la mano. Está demasiado fresca en la memoria su campaña electoral para que puedan engrupir o enseñarle a alguien cómo es que interviene un Partido revolucionario en las elecciones y en el Parlamento: su electoralismo democratizante ha estado varios codos por encima del FIT-U. Durante el 2019 ha quedado en evidencia que su intervención electoral buscó estructurarse no alrededor de un cuestionamiento de las instituciones burguesas, sino de una mera candidatura (Manuela Castañeira), es decir una expresión cotidiana de la política burguesa, guardando en el cajón de los recuerdos todo lo que hoy sacan a relucir de sus lecciones teóricas de marxismo. El NuevoMAS se ha caracterizado por pedir insistentemente el ingreso al FIT casi desde sus orígenes. Para ello ha llegado incluso al colmo de estructurar un frente con el MST para que sirviese como espacio para “discutir candidaturas comunes” con el FIT, es decir un Frente para hacer frente. Cuando el MST logró ingresar al FIT, rápidamente salió a acusar a su hasta la víspera aliado de ser “el partido más oportunista”. Este es el Partido que hoy llama a medir “con la más profunda desconfianza” todas las acciones del FIT-U.
El fruto no cae lejos del árbol reza un dicho popular. La organización cultural “Razón y Revolución” (RyR), parte de cuyos fundadores provenían del Partido Obrero no ahorran epítetos para lo que califican como apestoso “error” del FIT-U. Por un lado los legisladores serían unos “Ineptos o conjunto de ñoquis”, “ejerciendo una función que no cumplen” y por la que “reciben un dinero que sale del bolsillo de quienes deberían defender (¡!)” (una de las críticas más despolitizadas de las que se tenga memoria). El FIT-U, por su lado, una “farsa y una estafa”, “un aparato cuya descomposición llega a lugares inimaginables tiempo atrás”, o incluso “la mayor estafa a la clase obrera en nombre de la izquierda”. La conclusión es que para RyR debería “pedirse la cabeza de semejante bestia”. La ruindad de la crítica y el lenguaje soez no es propia de un debate fraternal.
El Partido Obrero (Tendencia) tampoco cae muy lejos del árbol. Resulta curioso que el grupo liderado por Altamira hable de “adaptación parlamentaria” o de “exigir un pronunciamiento público” para repudiar el voto de estos parlamentarios. El propio Altamira – y su Tendencia que dicen poseer una autoridad de “casi 3 años” – padece de una pasmosa amnesia o un déficit severo de autocrítica. Como Legislador se encargó de mostrar que predicar es una cosa y actuar otra muy distinta: entre 2001 y 2002 llegó a presentar 3 proyectos de Ley para “Convocar a una Asamblea Constituyente” que reemplace al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Un “verdadero educador socialista”. Pero el paso del tiempo no lo curó de su cretinismo parlamentario como bien quedó demostrado con la adhesión al FIT-U o su lavada campaña electoral en Salta donde se promovían como la “nueva” fuerza de izquierda, explotando lo más atrasado de los prejuicios de la población contra los dirigentes históricos del Partido Obrero (Oficial).
Lenin solía burlarse de quienes exigían cabezas o pronunciamientos públicos y los denominaba “liquidadores al revés” (otzovistas). Estos ultimátum no eran una herramienta pedagógica necesaria para la clase obrera sino una autoproclamación estéril, propios de unos oportunistas incurables. El Partido Obrero (Tendencia) rápidamente mostró sus cartas y anunció recientemente que saldrá a buscar la legalidad en el país para futuras elecciones, sin siquiera haber comenzado a esbozar un balance de los motivos que llevaron a la ruptura. La celeridad que demuestran para abocarse a obtener la legalidad burguesa se opone por el vértice a la necesidad de extraer las lecciones necesarias para no repetir la denunciada degeneración del Partido Obrero (Oficial). Es decir, estos frutos no solo no han caído lejos del árbol, parecen ser una copia burda del mismo.
La crítica como herramienta política
Tenemos frente a nuestros ojos a una serie de organizaciones que sin haber realizado ni una pizca de autocrítica lanzan punzantes acusaciones contra el FIT-U y su accionar parlamentario. Solo quien tiene que ocultar sus antiguas (y muchas veces presentes) miserias se exacerban tanto en sus recriminaciones. Sus prédicas sobre el “parlamentarismo socialista” (que ni se han molestado en estudiar) no ha venido acompañada sobre qué ha cambiado sobre la caracterización del FIT, o si más bien los que cambiaron han sido ellos. De esta forma no solo no permiten que el conjunto del movimiento obrero se eduque, sino que vician la comprensión de su propia militancia, realizando un enorme daño a la discusión en términos políticos.
Trotsky decía que quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir. Toda esta serie de partidos autoproclamados revolucionarios han sido desnudados por el paso del tiempo y enfrentan una situación sin las herramientas teóricas que le permitirían sacar conclusiones. Se arrodillan ante el hecho consumado, cuando el problema ya ha estallado en sus propias narices. Por la ausencia del método marxista han sido incapaces de asimilar un elemento fundacional de una organización que pretenda intervenir en política: la capacidad de pronóstico.
En el otro extremo se encuentra nuestro Partido Obrero Revolucionario. A pesar del carácter embrionario oportunamente hemos señalado una crítica marxista a las posiciones democratizantes. No nos ha impulsado una cuestión de recelos, ni rencillas personales, sino la necesidad de desentrañar el desenvolvimiento de leyes objetivas que nos permitiesen sacar conclusiones políticas. Desde su formación hemos denunciado que el FIT no constituía una expresión de los intereses en pos de la unidad y de la lucha de la clase obrera (en cuyo caso como revolucionarios nos hubiésemos visto en la obligación de apoyar), sino un acuerdo oportunista en torno a un programa electoralista.
Que no se confunda la cuestión. Reconocemos a valiosos y abnegados luchadores en todas y cada una de las organizaciones por las que hemos pasado revista, ya sea que integren o adhieran o hayan apoyado al FIT. Vemos su imprescindible militancia en lugares de trabajo y estudio, presentes en cada una de los conflictos que ocurren a lo largo y ancho del país. Para organizarnos en pos de los intereses históricos de la clase obrera es imprescindible que toda esta militancia sea ganada a la política revolucionaria del proletariado, es decir a la política porista. Solo así haremos efectiva la lucha por la revolución proletaria, por el comunismo, por acabar con la irracional división de la sociedad en explotados y explotadores.