Limitaciones de BLACK LIVES MATTER

Vimos la semana pasada al movimiento negro de Estados Unidos retornar a las calles para protestar por el ataque de los agentes del Estado contra Jacob Blake, negro, estadounidense, de 29 años, quien fue baleado en la espalda por un policía blanco. Luego de separar una pelea, estaba tratando de regresar a su auto, donde estaban sus tres hijos, cuando el policía disparó siete tiros. Inmediatamente, las protestas comenzaron en la ciudad de Kenosha, Wisconsin, donde ocurrió el crimen, y se extendieron a otras ciudades. En la tercera noche de protestas, dos personas murieron y varias resultaron heridas.

El movimiento negro estadounidense se ha enfrentado al miedo de contagio durante la pandemia, para colocarse en las calles, confrontando con las orientaciones burguesas y de parte de la izquierda, que hay que quedarse en casa, incluso ante recortes de salarios y empleos, con violencia policial, con ataques del gobierno a los más pobres para salvar a los capitalistas, etc. Este hecho cuestiona la política de las direcciones sindicales, que aún están paralizadas por la pandemia, aunque la lucha de clases no se ha detenido ni un minuto.
Encabezado por el “Black Lives Matter” (BLM), el movimiento ha expresado una importante contradicción, característica de la etapa de desarrollo del capitalismo donde la crisis de la dirección revolucionaria se impone como un retraso profundo a la emancipación de las masas oprimidas de todos los colores, especialmente las masas negras. La contradicción consiste en la abundancia de movilizaciones, que se vienen produciendo desde mayo, en oposición a la violencia policial, que no ha cesado.

No es apropiado discutir aquí la lucha histórica extremadamente difícil librada por los negros y negras estadounidenses desde la esclavitud. Baste decir que el movimiento que se está desarrollando en este momento tiene detrás de si la raíz de clase de la opresión racial, basada en el modo de producción esclavista que estuvo en el origen del capitalismo en Estados Unidos; en el final de la esclavitud, sin la colocación de negros y negras del sur en la producción social; en la guerra de secesión; en las leyes segregacionistas “Jim Crow”; en el movimiento por los derechos civiles de la posguerra, donde Estados Unidos fue pintado como símbolo de libertad para el mundo, pero internamente continuó promoviendo la miseria, la segregación y la violencia; en el pastor, pacifista y activista Martin Luther King, citado por los fundadores de la BLM como su principal referencia; en Malcolm X y por supuesto, el movimiento más combativo y organizado hasta ahora, el Partido de las Panteras Negras (PPN). Es con esta historia, e inmersa en el momento de la descomposición capitalista, que promueve la dispersión de la lucha, transformando la batalla por el socialismo contra todas las formas de opresión en luchas específicas y segregadas: la lucha contra la opresión racial, contra la opresión contra las mujeres, contra opresión sobre los lgbts, etc. La burguesía, a través de sus gobiernos, sus medios de comunicación y otras instituciones, busca ocultar la raíz histórica y de clase del racismo, apuntando a correcciones en el “uso excesivo de la fuerza policial” y, por lo tanto, no pasan ni cerca al verdadero origen del problema.

El movimiento BLM, que comenzó con un hashtag en Facebook en 2013, ha ido ganando protagonismo a lo largo de los años. Salió a las calles con los asesinatos de Michael Brown y Eric Garner, pero fue en el caso de George Floyd, en mayo de este año, que definitivamente entró en la escena mundial. Sus fundadores dejan claro que no tiene centralización ni programa. “BLM es un paraguas amplio”, dijo uno de ellos. De hecho, es una consigna potente, pero sin una forma organizativa que fortalezca y organice la resistencia, sin un programa que demuestre la raíz de clase de la opresión racial, y señale que su superación solo será posible en el marco de la superación de las clases sociales, camino que se abrirá con la transformación del modo de producción capitalista, sin esto, este movimiento está destinado a ser absorbido por las fuerzas centrífugas y por la cooptación de las salidas burguesas.

Incluso el gigante PPN, con organización centralizada (dirección, disciplina, periódico partidario, células, etc.), con un programa que, aunque limitado, apuntaba a la raíz de clase de la opresión sobre los negros, no fue capaz de resistir la ofensiva burguesa con acciones de la CIA y del FBI, infiltración de agentes, distribución de narcóticos en barrios negros, prisión (Bobby Seale, Huey Newton, entre otros), asesinato (Fred Hampton, entre otros) y cooptación (Bobby y Elaine Brown pasaron a la vía de las elecciones en 73) de las direcciones. Además, faltó a los Panteras la imprescindible fusión con la clase obrera estadounidense y sus necesidades, que en las décadas de 1960 y 1970 padecía la disgregación de la IV Internacional, el partido mundial de la revolución socialista.

Es parte del análisis dialéctico de la realidad darse cuenta de la importancia de los hechos de un movimiento de fuerza nacional, con reflejos internacionales, señalando sus limitaciones y debilidades. La debilidad del BLM radica en su desapego de la clase obrera, que se expresa en la ausencia del programa y su forma organizativa dispersa y descentralizada. La cooptación del movimiento nació junto con su ascenso, a través de políticos oportunistas, principalmente afiliados a los demócratas, quienes señalaron la solución a través de la regulación de las acciones policiales. Pero el corolario del oportunismo fue en la primera quincena de agosto, cuando el candidato presidencial Joe Biden anunció a la vicepresidenta Kamala Harris, una mujer negra, con la promesa de resolver la opresión racial en Estados Unidos. Esta candidatura tiene una clara intención de desviar el movimiento de las calles a las urnas. Es una caricatura de la misma promesa que hizo Barack Obama en 2008/2009, que los propios acontecimientos actuales se encargan de desmentir. Esta política burguesa acaba arrastrando a una parte importante de la población negra, sin que los movimientos tomen la lucha por la independencia de clase.

La crisis de dirección revolucionaria mundial tiene sus raíces en la descomposición política y en el retroceso de las conquistas de la revolución rusa y la destrucción de la Tercera Internacional por el estalinismo. Hoy se puede ver en la política aplicada por las direcciones de los sindicatos, centrales sindicales, movimientos populares y contra las opresiones. Sus orientaciones, vinculadas al reformismo y al oportunismo, actúan de acuerdo con los intereses de casta y limitan la lucha a los marcos de las instituciones burguesas y a la democracia. Señalan salidas electorales, parlamentarias y judiciales. Siempre respetando la ley y el orden impuestos por toda la burguesía y sus gobiernos. El levantamiento en Estados Unidos, durante la pandemia, mostró cómo, en determinados momentos, las bases pueden sobrepasar direcciones. La radicalidad se apoderó de las calles y tomó la forma de un levantamiento popular. Las masas enfurecidas prendieron fuego a edificios, se enfrentaron a la policía e incluso expulsaron a una fuerza policial de su recinto (Zona Autónoma de Capitol Hill). Pero lo hizo sin un partido y un programa que pudiera orientar a los rebeldes y vincular sus justas demandas a la necesidad de enfrentarse a la burguesía.

Sin una política revolucionaria clara, que rechace las salidas burguesas impuestas al movimiento negro estadounidense, que rechace la impostura de que la solución está en el cambio de un gobierno burgués por otro, y que unifica y vincula los reclamos de los explotados en una plataforma de lucha, con los métodos de la clase obrera, las huelgas, las ocupaciones, además de las manifestaciones callejeras que ya están sucediendo, este movimiento está destinado a dispersarse. Para ello se impone la tarea de construir el Partido Obrero Revolucionario de los Estados Unidos de América, como parte del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la Cuarta Internacional. La lucha de negros y negras estadounidenses es la lucha de la mayoría oprimida de todas las naciones, aunque cada una con sus particularidades. Esta lucha consiste en el derrocamiento del capitalismo y la implantación del socialismo por la revolución y dictadura proletarias.

(nota de Massa nº 617, POR – Brasil)

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