Recuperar los trenes, y que ¡nunca más vuelvan a manos privadas!

El Ministerio de Transporte dispuso no renovar los contratos de las tres concesiones de transporte ferroviario de cargas (FerroExpreso Pampeano; Nuevo Central Argentino y Ferrosur Roca). Cuando venzan, en 2022, volverán al Estado. Serán operados por Trenes Argentinos Cargas (Belgrano Cargas y Logística S.A.). Esos contratos se arrastran desde Menem.

La oligarquía dice preocuparse por la medida. Su vocero,  el diario La Nación, dice: “los productores agroindustriales y los exportadores con una mezcla de preocupación y alarma ante la imprevisibilidad que introducen en materia de normas burocráticas y costos logísticos”.

“… las tarifas pasaron a ser una incógnita a futuro, hasta que a mediados del año entrante se ponga en marcha este ensayo de reestatización del servicio”.

Los mismos que hicieron campaña para destruir al ferrocarril, su propiedad y operación estatal ahora aparecen preocupados. Pudieron verificar que no hay cómo reemplazar los trenes, por el volumen de producción que hay que transportar a puertos, por su eficiencia, seguridad y bajo costo, comparado con los camiones.

Como el Belgrano Cargas asegurará la continuidad laboral de los trabajadores, “el temor en el sector privado es que esos mayores costos se trasladen a las tarifas o bien den lugar a subsidios selectivos”.

La oligarquía “antiestatista” disfruta de la inversión del Estado en ferrocarriles pero quiere que les garantice fletes baratos. Y quieren que sigan operados por privados, por sus socios.

Los bienes ya eran del Estado, y el Estado mantenía su rol como regulador del servicio, y eran operados por empresas privadas.

“La Nación” recuerda que en los corredores ferroviarios de carga, el Estado se hizo cargo de las costosas inversiones para la renovación de vías sin que afectara el costo de los fletes. Las tarifas cobradas por los operadores privados resultaron muy inferiores a las del transporte por camiones. Los concesionarios transportan actualmente 15 millones de toneladas por año.

La necesidad de renovación, mejoramiento y extensión de la red demandará una inversión enorme que no pagarán las multinacionales, que se benefician. Los privados no hicieron más que mantenimiento de vías. Por eso no chillan tanto. Esperan que el Estado vuelva a invertir fuertemente en el sector. Y luego volverán a la carga para que reprivaticen su operatoria.

Hoy los ferrocarriles son ineficientes y lentos, con vías en pésimo estado, e insuficientes, muchas locomotoras viejas y talleres que no se comparan con los que tuvimos. Y habrá que renovar vías. Por eso se puede sospechar que lo mejor para los operadores es devolverlos al Estado sin protestar, para que el Estado arregle lo que ellos estropearon.

Mempo Giardinelli, en Página 12 relata que “Según las normas, los vagones tolvas, al carecer de básculas, no pueden cargarse en más de 3/4 de su capacidad, pero nosotros vemos vagones sobrecargados hasta el tope. Los espirales de los boogies se pegan por la sobrecarga y por eso hay descarrilamientos”. Describiendo el uso abusivo que se ha hecho del material ferroviario.

Según trabajadores ferroviarios, existen 25 fábricas de semi-remolques y acoplados, con capacidad de construir 50.000 vagones en 10 años, y más de 70.000 contenedores. Aseguran que con la participación de Fabricaciones Militares y alguna fábrica más, se podrán fabricar esos 5.000 vagones por año, generando miles de puestos de trabajo y el crecimiento de la actividad metalúrgica asociada. Para eso es necesario que no se importe más material ferroviario que puede ser producido en el país, como era hace algunas pocas décadas atrás.

Asistimos a 60 años destrucción del ferrocarril, desde el gobierno de Frondizi y su plan Larkin, al servicio de la instalación de las fábricas automotrices y de neumáticos. Se levantaron miles de kilómetros de vías, se eliminaron destinos y los que se mantuvieron, en manos privadas, empeoraron su funcionamiento. Los golpes más grandes fueron bajo la dictadura militar y especialmente el gobierno peronista de Menem. En los años 60 la extensión de la red era de 46.000 kilómetros y llegaba a todas las provincias, hoy son menos de 10.000, como en el año 1890. Argentina había llegado a contar con una de las redes ferroviarias más extensas del mundo, habiendo inaugurado su actividad en 1857.

Hay que terminar ya con las concesiones. Los Ferrocarriles deben ser completamente del Estado, operados bajo control obrero colectivo, sin concesiones parciales, sin subcontratar empresas privadas que se devoren su presupuesto. Es necesario reconstruir toda la red ferroviaria desmantelada y extenderla más.

 

(nota de MASAS nº397)

 

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