¡Viva los 104 años de la Revolución Rusa!

Pasó un siglo, y  el capitalismo se desintegra y aplasta a la humanidad en la barbarie

Lenin, en el cuarto aniversario de la Revolución de Octubre de 1917, predijo que si la revolución a escala internacional no avanzaba, vendría una nueva guerra, y sería aún más destructiva y sangrienta. Dieciocho años más tarde, la Segunda Guerra volvió a atormentar a Europa, y se proyectó por todo el mundo. Esta vez la guerra imperialista estaba envuelta por la política y la ideología del fascismo. Se calcula que en la Primera Guerra murieron más de 10 millones de personas. A día de hoy, el número de muertos en la Segunda Guerra es controvertido, tal es la atrocidad y las particularidades de la matanza. El recuento más convincente es de 75 a 85 millones de muertos; civiles, de 50 a 55 millones; soldados, de 21 a 25 millones. Más de la mitad de las muertes se produjeron en la República de China y en la Unión Soviética. Especialmente en Polonia, fueron asesinados entre 1,8 y 1,9 millones de no judíos, y 3 millones de judíos. Se calcula que los nazis asesinaron entre 11 y 17 millones de judíos, gitanos, otras nacionalidades, discapacitados y opositores políticos. Sólo en el campo de Auschwitz fueron ejecutados 1,1 millones de judíos de un total de unos 6 millones. La práctica del genocidio formó el inquietante cuadro de la Segunda Guerra Mundial. La prueba de la bomba atómica en Japón por parte de Estados Unidos prácticamente diezmó Hiroshima y Nagasaki. La guerra ya estaba ganada por la alianza norteamericana cuando, el 6 y 9 de agosto de 1945, el gobierno de Harry Truman aprovechó la oportunidad para demostrar el poder de la bomba atómica.

La última fase del capitalismo imperialista es de desintegración, de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. Esta caracterización histórica conserva sus fundamentos y su validez. La Segunda Guerra Mundial reorganizó las fuerzas del imperialismo, logrando un nuevo reparto del mundo, y preparó el camino para la derrocada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La crisis económica de los años 30, el fortalecimiento del nazifascismo, el agotamiento del reparto del mundo aprobado por el Tratado de Versalles y la nueva ofensiva militar de Alemania serían una prueba para el gobierno de Stalin, las conquistas de la revolución y la Tercera Internacional.

La política de Stalin se encontraba en franco proceso de revisar las tesis leninistas sobre la dependencia de la Revolución de Octubre del avance de la revolución mundial, del desarrollo de las formas de producción socialistas y de que la III Internacional se estableciera como un partido mundial centralizado por el programa de sus Cuatro Primeros Congresos. Los errores cometidos, justo al principio de la conflagración, con el pacto germano-soviético, indicaban que Stalin no tenía forma de seguir los fundamentos leninistas de la guerra imperialista, y su transformación en guerra civil revolucionaria. No había estado preparando a la URSS para una nueva guerra, como había previsto Lenin, principalmente desde el momento en que Hitler llegó al poder en 1933.

La Tercera Internacional, bajo el mando estalinista, se hundió en el revisionismo. Desorientó la lucha de los partidos comunistas en el mundo, principalmente en Alemania, con la bandera de la defensa de la democracia contra el fascismo, como si fueran en esencia opuestos, como si el fascismo no se hubiera gestado en las entrañas de la decadente democracia burguesa. Esta línea era la forma de desviarse de la tarea de organizar la lucha de la clase obrera, con su propio programa, para la guerra imperialista, y preparar la guerra civil. El heroísmo de la URSS fue decisivo para la victoria en la batalla de Stalingrado, en sangrientos combates, desde junio de 1942 hasta febrero de 1943, y para la finalización de la guerra. Este lugar en los enfrentamientos proyectó a la URSS, como aliado de Estados Unidos e Inglaterra. El Acuerdo de Potsdam, a mediados de 1945, confirmó el nuevo reparto del mundo. Pocos días después de su cierre, con el conocimiento de los aliados, Estados Unidos lanzaría las bombas atómicas sobre Japón, que, a pesar de haber sido derrotado, se negó a aceptar el acuerdo para terminar la guerra.

Como parte de la política de alianza con el imperialismo, Stalin ordenó la extinción de la Tercera Internacional en mayo de 1943. La ilusión de que la participación en la partición representaba el avance del comunismo no tardó en agotarse, con la impotencia del estalinismo ante el ascenso del imperialismo estadounidense y la «guerra fría». El desmoronamiento de la URSS en los años 90, bajo la brutal presión del restauracionismo, expresa el resultado histórico del abandono del leninismo, y del revisionismo contrarrevolucionario. Los retrocesos en las conquistas mundiales del proletariado abrieron el camino a las contrarreformas en todo el mundo.

104 años después de la Revolución Rusa, el capitalismo sobrevive a costa de la pobreza, la miseria y el hambre de las masas; a costa del aumento de la opresión nacional; a costa del intervencionismo militar y las guerras regionales. La reconstrucción de la posguerra está agotada desde hace tiempo. Las fuerzas productivas han vuelto a chocar con las relaciones de producción capitalistas, precipitando crisis sobre crisis económicas, que recaen sobre los explotados, en forma de desempleo, subempleo, bajos salarios, miseria y hambre. La crisis sanitaria que se ha precipitado en todo el mundo, con millones de muertos, ha puesto de manifiesto la profundidad de la desintegración del capitalismo, la incapacidad de la burguesía para proteger a los oprimidos y el criminal control monopolista de la vacuna. Todo indica que el próximo período será de avance de las conflagraciones militares, impulsadas por el agotamiento del reparto del mundo y la guerra comercial.

Los 104 años deben ser comprendidos a la luz de la restauración capitalista, y la destrucción de las conquistas mundiales del proletariado, por tanto, a la luz de la crisis mundial de dirección. Entendido, sobre todo, ante la desintegración del capitalismo, y de la necesidad histórica de la revolución mundial. Las enseñanzas de la Revolución Rusa, de la degeneración estalinista; de la resistencia de la Oposición de Izquierda, dirigida por Trotsky; del proceso de restauración capitalista y del revisionismo, que hizo añicos la Cuarta Internacional; en conjunto, estas enseñanzas están en la base de la lucha de la vanguardia con conciencia de clase para construir los partidos revolucionarios, volver a poner en pie el Partido Mundial de la Revolución Socialista y resolver la crisis mundial de dirección

NUESTRA CONMEMORACIÓN DEL 104º ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA SE ASIENTA EN EL OBJETIVO DE DERROCAR EL CAPITALISMO MEDIANTE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA Y CONSTRUIR LA SOCIEDAD COMUNISTA.

 

POR Brasil – Massas 649, editorial 17 de octubre de 2021

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