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103 años del asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, 15 de enero de 1919

No se trata solamente de recordar el bárbaro asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, sino sobre todo de comprender un período revolucionario tan extraordinario, y sacar las lecciones para la lucha actual. Lenin denunció a la socialdemocracia por los asesinatos para evidenciar la dictadura de clase de la burguesía y la propia descomposición de la democracia burguesa. Los reformistas que lamentaron la pérdida de los dos revolucionarios alemanes, al mismo tiempo condenaron y combatieron la dictadura del proletariado. Por el contrario, se trataba de explicar al proletariado alemán el contenido contrarrevolucionario de la violencia desatada contra los marxistas internacionalistas como Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, y el contenido revolucionario de la violencia del proletariado contra la burguesía. Explicar a las masas la distinción histórica entre la dictadura de clase de la burguesía y la dictadura de clase del proletariado.

 

Publicamos a continuación algunas consideraciones hechas por Lenin sobre estos dos revolucionarios:

Fragmentos extraídos de la Carta a los Obreros de Europa y América del Norte, 21 de enero de 1919:

“Karl Liebknecht: este nombre lo conocen los obreros de todos los países. Por doquier, sobre todo en los países de la Entente, este nombre es símbolo de la fidelidad de un jefe a los intereses del proletariado, de fidelidad a la revolución socialista. Este nombre es símbolo de una lucha verdaderamente sincera, de una lucha verdaderamente abnegada, de una lucha implacable contra el capitalismo. Este nombre es símbolo de una lucha inconciliable contra el imperialismo, y no de palabra, sino de hecho, de una lucha abnegada en el preciso momento en que al país «propio» se le suben a la cabeza los humos de las victorias imperialistas. Con Liebknecht y los «espartaquistas» está todo lo que queda de honrado y de verdaderamente revolucionario entre los socialistas de Alemania, todo lo mejor y lo más convencido del proletariado, todas las masas explotadas, posesas de indignación y más dispuestas cada día a lanzarse a la revolución.

Contra Liebknecht actúan los Scheidemann, Südekum y toda esa banda de despreciables lacayos del kaiser y de la burguesía. Son unos traidores al socialismo iguales que los Gompers y los Víctor Berger, los Henderson y los Webb, los Renaudel y los Vandervelde. Me refiero a esa cúspide de obreros comprados por la burguesía a quienes nosotros los bolcheviques, llamabamos (apliicándolo a los Südekum rusos, á los mencheviqu) “agentes de la burguesía en el movimiento obrero” y a quienes los mejores socialistas de Norteamérica han bautizado con el nombre, extraordinariamente expresivo y profundamente atinado, de «labor lieutenants of th capitalist class», «lugartenientes obreros de la clase capitalista». Este es el novísimo, «moderne», tipo de traición al socialismo, pues en todos los países civilizados, adelantados, la burguesía saquea -bien mediante la opresión colonial o bien sacando «ventajas» financieras de pueblos débiles, formalmente independientes- a una población que supera en muchas veces a la del país «propio». De ahí la posibilidad económica para la burguesía imperialista de obtener “superbeneficios” y destinar parte de ellos a comprar a cierta capa superior del proletariado y convertirla en pequeño burguesía reformista, oportunista, temerosa e la revolución.

Entre los espartaquistas y los sheidemannistas se encuentran los «kautskianos», los vacilantes y abúlicos correligionarios de Kautsky, «independientes» de palabra y dependientes de hecho, por entero y en todo, hoy de la burguesía y de los scheidemannistas y mañana de los espartaquistas. Siguen en parte a los primeros y en parte a los segundos, son gente sin ideas, sin carácter, sin política propia, sin honor, sin conciencia; son la plasmación viva del desconcierto de los filisteos, partidarios de palabra de la revolución socialista e incapaces de hecho de comprenderla, cuando ésta ha empezado ya, y que defienden como renegados la «democracia» en general, es decir, defienden de hecho a la democracia burguesa.

En cada país capitalista todo obrero capaz de pensar podrá percibir -en la nueva situación creada por las condiciones nacionales e históricas- estas mismas tres tendencias fundamentales entre los socialistas y entre los sindicalistas pues la guerra imperialista y el comienzo e a revolución proletaria mundial origina en el mundo entero corrientes ideológicas y políticas homogéneas.”

***

“Las líneas que preceden fueron escritas antes del bestial y abyecto asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo por el Gobierno Ebert-Scheidemann. Estos verdugos, llevados de su servilismo ante la burguesía, han permitido que los guardias blancos alemanes, cancerberos de la sagrada propiedad capitalista, linchasen a Rosa Luxemburgo y matasen a tiros por la espalda a Karl Liebknecht, con el pretexto, a todas luces falso, de que intentó «fugarse» (el zarismo ruso, al anegar en sangre la revolución de 1905, recurrió muchas veces a semejantes asesinatos con el mismo e igualmente falso pretexto de la «fuga» de los detenidos). Y, al mismo tiempo, esos verdugos han encubierto a los guardias blancos con la autoridad de un gobierno que proclaman inocente en todo y ¡situado por encima de las clases! No hay palabras que puedan expresar toda la ignominia y toda la vileza de esos crímenes, perpetrados por hombres que se dicen socialistas. Por lo visto, la historia ha elegido un camino en el que el papel de los «lugartenientes obreros de la clase capitalista» debe ser llevado al «grado extremo» de la ferocidad, de la ignominia y de la vileza. iQue los simplones kautskianos hablen en su periódico Die Freiheit  de un «tribunal» de representantes de «todos» los partidos «socialistas» (estos hombres con alma de lacayos siguen llamando socialistas a verdugos como Scheidemann) !Estos campeones de la necedad filistea y de la cobardía pequeñoburguesa ni siquiera comprenden que un tribunal es un órgano del poder estatal y que la lucha y la guerra civil en Alemania se libran, precisamente, por ver en manos de quién queda el poder: en manos de la burguesía, a la que «servirán» los Scheidemann como verdugos y pogromistas y los Kautsky como glorificadores de la «democracia pura», o en manos del proletariado, que derrocará a los explotadores capitalistas y aplastará su resistencia.

La sangre de las mejores figuras de la Internacional proletaria del mundo, de jefes inolvidables de la revolución socialista mundial templará a nuevas y nuevas masas obreras, animándolas a una lucha a muerte. Y esta lucha ha de llevar a la victoria. En el verano de 1917, nosotros vivimos en Rusia las »jornadas de julio», cuando los Scheidemann rusos, los mencheviques y los eseristas, encubrían también «con la autoridad del Gobierno» la «victoria» de los guardias blancos sobre los bolcheviques; cuando los cosacos lincharon en las calles de Petrogrado al obrero Vóinov por difundir octavillas bolcheviques *. Sabemos por experiencia lo pronto que estas «victorias» de la burguesía y sus lacayos curan a las masas de toda ilusión en la democracia burguesa, en las «elecciones universales», etc., etc.”

* Lênin se refiere al bárbaro asesinato del bolchevique I.A. Vóinov, activo militante y obrero de la imprenta del Pravda, ocurrido el 6 de julio de 1917. Después de que los Cadetes militares destruyeran la redacción del periódico Pravda, Vóinov intervino en las jornadas de julio, en Petrogrado, en la impresión del “Boletín de Pravda”, y fue asesinado durante la distribución de este boletín, en la calle Shapalernaia.

(Extraído de las Obras Completas de Lenin)

Fragmento tomado del Primer Congreso de la Internacional Comunista, 4 de marzo de 1919

“En Alemania, el país capitalista más desarrollado del continente europeo, los primeros meses de plena libertad republicana, traída por la derrota de la Alemania imperialista, han mostrado a los obreros alemanes y al mundo entero cuál es la verdadera esencia de clase de la república democrática burguesa. El asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo es un acontecimiento de importancia histórica mundial no sólo porque han perecido trágicamente las mejores personalidades y jefes de la Internacional Comunista, Internacional verdaderamente proletaria, sino también porque se ha descubierto hasta el fin la esencia de clase de un Estado adelantado de Europa, de un Estado -puede afirmarse sin temor a exagerar- adelantado en escala mundial. El hecho de que unos detenidos, es decir, gente que el poder del Estado toma bajo su custodia, hayan podido ser asesinados impunemente por oficiales del ejército y capitalistas, bajo un gobierno de social-patriotas, tiene por consecuencia que la república democrática en que ha sido posible tal cosa es una dictadura de la burguesía. La gente que expresa su indignación por el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, pero no comprende esa verdad, únicamente revela con ello su torpeza o su hipocresía. La «libertad» en una de las repúblicas más libres y adelantadas del mundo, en la República Alemana, es la libertad de asesinar impunemente a los jefes del proletariado detenidos. Y no puede ser de otro modo mientras subsista el capitalismo, pues el desarrollo de la democracia no embota, sino agudiza la lucha de clases, la cual ha alcanzado, en virtud de todos los resultados e infljuos de la guerra y sus consecuencias, el punto de ebullición.” (Fragmento tomado del Primer Congreso de la Internacional Comunista, 4 de marzo de 1919, extraído de las Obras Completas de Lenin)

Hoy se deporta, persigue y encarcela a les bolcheviques en todo el mundo civilizado, como ha ocurrida en Suiza, una de las repúblicas burguesas más libres, en Norteamérica, donde se organizan pogromos contra ellos, etc. Desde el punto de vista de la «democracia en general» o de la «democracia pura», es verdaderamente ridículo que países adelantados, civilizados, democráticos, armados hasta los dientes, teman la presencia en ellos de un puñado de personas de la atrasada, hambrienta y arruinada Rusia, tildada de salvaje, criminal, etc., en las decenas de millones de ejemplares de los periódicos burgueses. Está claro que la situación social que ha podido dar lugar a tan flagrante contradicción es, de hecho, la dictadura de la burguesía.”

(Extraído de las Obras Completas de Lenin)

Fragmento extraído del Informe sobre el Primer Congreso de Cosacos, 1 de marzo de 1920

“Dicen que en Rusia hay una guerra civil y se derrama sangre porque somos un país atrasado. Pero díganme, ¿por qué sucede lo mismo en los países no atrasados, como Finlandia? ¿Por qué en Hungría se ha desatado un terror blanco que indigna a todo el mundo? ¿Por qué han sido asesinados Luxemburgo y Liebknecht en la República alemana en la que, desde que el kaiser fe derrocado, están en el poder los mencheviques y los eseristas? ¿Y por qué en ella es fuerte un Kornílov y no los mencheviques, como lo son también los bolcheviques, quienes, aun estando acosados, son fuertes por su convicción en la justicia de su causa y por su influencia sobre las masas?

Esta es la revolución internacional de la que se decía que con ella los bolcheviques engañaban al pueblo, cuando en realidad todas las esperanzas de llegar a un entendimiento han resultado un completo absurdo.”

(Extraído de las Obras Completas de Lenin)

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