82 años del asesinato de Trotsky ¡Memoria eterna a León Trosky!

León Trotsky sufrió un atentado el 20 de agosto de 1940 en su casa de Coyoacán, México. Fue llevado al hospital, pero no resistió, muriendo al día siguiente. El verdugo fue Ramón Mercader del Río, un agente infiltrado de la policía política, el NKVD; el autor intelectual fue Josef Stalin. Mercader logró infiltrarse en el entorno restringido de su víctima mediante un plan urdido desde Moscú. Sedujo a una militante que era hermana de uno de los secretarios de Trotsky, utilizando nombres falsos, Jacques Monard y Frank Jackson. También se acercó a Alfred Rosmer, un militante que había roto con la Cuarta Internacional, pero con el que Trotsky mantenía lazos de amistad. Frecuentando este círculo, Mercader sirvió inicialmente como informante.

El 24 de mayo, Trotsky sufrió un primer ataque, que fracasó. La acción fue liderada por el pintor estalinista David Siqueiros, entre otros, siguiendo claramente órdenes cuyos hilos llevaban  a la URSS, pasando por el PC mexicano. Sólo cuatro días después, Mercader se reunió con Trotsky por primera vez. Desde ese día hasta el fatídico golpe, hubo pocas reuniones. Trotsky llegó a desconfiar de él. El fatídico día, el asesino llevaba un abrigo, en el que, además de una pistola y un puñal, estaba escondido el pico con el que golpeó la cabeza del revolucionario, que intentó devolver el golpe, sin éxito. Ramón Mercader fue detenido, condenado a 20 años y puesto en libertad en 1960. De camino a la URSS, fue condecorado por la burocracia estalinista. Habría muerto en Cuba en 1978.

Trotsky había sido exiliado de la URSS en 1929. Se fue a Turquía y se instaló durante un tiempo en la isla de Prinkipo. Se le retiró el derecho a la nacionalidad soviética. En 1937, se fue a México. Allí fue perseguido, habiendo pasado antes por Francia y Noruega, e incluso habiendo superado otros intentos de quitarle la vida. Su hijo, León Sedov, que ocupaba una posición crucial en la organización de la Cuarta Internacional, fue asesinado, el mismo destino que una multitud de otros militantes de la Oposición de Izquierda rusa e internacional, y de los opositores en general. En medio del camino, Trotsky tuvo que defenderse de acusaciones mentirosas, en particular de la farsa montada tras la muerte de Kirov, con los llamados Procesos de Moscú. En resumen, la perfidia y los horrores perpetrados por Stalin y su camarilla burocrática desfiguraron la revolución proletaria de la mayor magnitud histórica jamás vista, degenerando el Estado obrero, el Partido Bolchevique y la Tercera Internacional.

Trotsky fue asesinado porque encarnaba las ideas de la Revolución de Octubre, constituyendo así un riesgo tanto para la burocracia estalinista termidoriana como para las burguesías europeas y mundiales, tanto las de los países fascistas como las de las repúblicas más «democráticas». Detrás de Mercader están Stalin, la burocracia soviética, la policía política y el estado obrero degenerado, así como todas las expresiones políticas del imperialismo. Lejos de ser un acto de «venganza personal» llevado a cabo por Stalin, aunque el odio particular de éste hacia él era cierto, el asesinato debe entenderse como una expresión del antagonismo de fuerzas sociales enfrentadas. Es decir, como una manifestación de la oposición irreconciliable entre los intereses políticos e históricos del proletariado mundial, encarnado por la IV Internacional, y los intereses particulares de la casta burocrática, que recorría el camino de la restauración del capitalismo.

Su muerte se produjo en plena Segunda Guerra Mundial, lo cual es significativo. Una nueva conflagración general podría abrir una ola revolucionaria, similar a la que se produjo en plena Primera Guerra. Trotsky no sólo fue el líder de la insurrección de 1917, junto a Lenin, su líder indiscutible, sino también el organizador del Ejército Rojo. El hombre que ocupaba ese lugar en la historia representaba un peligro, tanto para Stalin como para Hitler, que acababa de firmar el Pacto de 1939, que preveía la ocupación y la partición simultánea de Polonia, pacto que posteriormente rompió Hitler, con la invasión de la URSS por las tropas alemanas.

El Programa planteado por la IV Internacional, encabezada por Trotsky, era la continuidad del marxismo-leninismo, aplicado a la situación particular de la desintegración del capitalismo, que amenazaba a la humanidad en su conjunto, con la barbarie de la Segunda Guerra Mundial. Nosotros, el Partido Obrero Revolucionario, queremos recordar el asesinato del gran revolucionario bolchevique, precisamente porque las contradicciones que están en la base de la crisis estructural del modo de producción capitalista están ahora tan exacerbadas que han llevado a la guerra en Ucrania, poniendo a la humanidad una vez más ante la posibilidad de una nueva hecatombe, después de la Segunda Guerra Mundial. Al igual que a finales de los años 30, el desenlace actual de la situación depende enteramente de la intervención de la clase obrera, única fuerza social capaz de poner fin al conflicto en Ucrania, así como de impedir la escalada de la carrera armamentística.

Queda en pie la tarea de superar la crisis de dirección revolucionaria, abierta por la destrucción de la III Internacional, corrompida por el estalinismo contrarrevolucionario. La Oposición de Izquierda rusa y la Cuarta Internacional fueron perseguidas y combatidas con sangre por Stalin. Aunque las condiciones objetivas favorecían el cerco contrarrevolucionario de la IV Internacional, ésta se constituyó en 1938 sobre la base del Programa de Transición, que sintetizaba la heroica resistencia de Trotsky y sus camaradas a la degeneración del Estado soviético y la potenciación de las fuerzas restauracionistas. El Programa de Transición permite a la vanguardia con conciencia de clase construir los partidos marxistas-leninistas-trotskistas. El Partido Obrero Revolucionario de Brasil, como sección del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, se ha comprometido en la lucha por superar la crisis de dirección. Esto sólo ha sido posible gracias al trabajo sistemático e incansable de aplicar los fundamentos del Programa de Transición a las condiciones particulares de Brasil.

¡Memoria eterna al gran revolucionario León Trotsky! ¡Por la reconstrucción de la Cuarta Internacional! ¡Viva el socialismo, viva la revolución y dictadura proletarias!

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