22 de agosto. A 50 años de la Masacre de Trelew

Reproducimos un artículo publicado en el periódico “Política Obrera” N° 167 del 24 de Agosto de 1973, a un año de la Masacre, titulado “El gobierno peronista encubre a la reacción militar”.

“Desde el mismo 22 de agosto de 1972, el castigo a los responsables por la masacre de Trelew  pasó a ser la exigencia número uno, la reivindicación democrática en que se concentró todo el odio popular contra la dictadura. El asesinato alevoso y premeditado de 19 militantes guerrilleros presos fue el paso más audaz dado por la contrarrevolución militar en el intento de dar una salida semifascista al ascenso de masas que ponía en crisis a la dictadura lanussista.

Por aquel entonces se desarrollaba la puja entre Lanusse y Perón, en que ambos trataban de imponer sus propias condiciones para el acuerdo sobre la “institucionalización”. No hay que olvidar que el 25 de agosto vencía el plazo fijado para que Perón retornara al país si quería ser candidato. Dentro de las fuerzas armadas existía una dura lucha faccional: mientras unos sectores exigían cancelar la “institucionalización” hasta tanto se terminara con la subversión, otros se inclinaban por forzar un acuerdo con Perón, a condición de que excluyera la candidatura de éste.

La matanza fue la culminación de un curso cuidadosamente trazado por los mandos gorilas, inmediatamente después de la muerte del general Sánchez (10-4), la camarilla fascistizante de las fuerzas armadas había desatado una campaña para suprimir absolutamente todas las instancias legales que pudieran encontrarse dentro del ilegal andamiaje represivo montado por la dictadura. Se trataba de llevar el país hacia la brasileñización, hacia la eliminación de cualquier rasgo de libertades democráticas, hacia la anulación de todo vestigio de clase de las organizaciones obreras, a la destrucción totalitaria del ascenso de masas.

A los ojos de todo el país se hizo evidente la existencia de un aparato contrarrevolucionario cuidadosamente montado, que se alzaba contra las elementales reivindicaciones democráticas de las masas. Este es el aspecto esencial para comprender la significación actual de la masacre de Trelew, porque ese mismo aparato contrarrevolucionario, está hoy intacto dentro del gobierno, después de haber anudado lazos profundos con la derecha peronista y de haber obtenido el respaldo del mismo Perón.

Cuando se produjo la masacre, Perón –que había rechazado las exigencias de Lanusse de pronunciarse contra la violencia guerrillera- tampoco se pronunció. Se recluyó en un balneario español y desde allí, por la vía indirecta de un reportaje en la revista Primera Plana, bajo la forma de un homenaje y no planteando un curso político, deploró la muerte de jóvenes “que pertenecen a las clases medias y pudientes, con una alta preparación intelectual…” que luchaban –según Perón- contra la “sociedad de consumo”.

Héctor J. Cámpora, por entonces delegado de Perón, soportó un allanamiento militar contra la sede justicialista, donde se intentó velar a los guerrilleros muertos, sin hacer el menor intento de convocar a una movilización democrática de masas. Por sobre todas las cosas, el peronismo trataba de preservar sus acuerdos con los partidos burgueses dentro de la Hora del Pueblo y el Frente Cívico.

Estos hechos constituyen el abc para la consideración del significado político actual de la masacre. Los deudos políticos de los caídos se niegan a reconocer que por sobre aquellos cadáveres se construyeron los lazos entre los mandos gorilas y Perón. La “institucionalización” se concretó, finalmente, no con los planes de Lanusse sino con los de Perón, e igualmente la camarilla contrarrevolucionaria encontró resguardo bajo el ala del gobierno peronista.

Los compañeros de la izquierda peronista asocian, con toda justicia, la matanza de Trelew con la masacre de Ezeiza. Pero esta identificación debiera llevarlos más lejos , a comprender que los autores del terrorismo contrarrevolucionario están dentro del gobierno, encubiertos por Perón; que son la expresión de los métodos fascistas para lograr el objetivo burgués de contener el ascenso de masas, métodos que se complementan, para alcanzar el mismo objetivo, con el abrazo Perón-Carcagno, el derrocamiento de Cámpora y la candidatura presidencial de Perón.

La memoria de los caídos en Trelew es levantada hoy por los dirigentes de la Juventud Peronista para ocultar sus propias capitulaciones ante Perón y por los grupos foquistas de izquierda para reivindicar sus métodos de lucha, ajenos a la actividad, la experiencia y la maduración política de las masas, que sólo puede tener lugar en relación con la comprensión del carácter burgués de su dirección, el peronismo.

Los muertos en Trelew, los caídos en Ezeiza, son mucho más que un patrimonio de los grupos guerrilleros, son banderas de la lucha de las masas por la defensa de las libertades democráticas y por su propia independencia orgánica y política del peronismo, que lo quiere someter a nuevos planes capitalistas.

Nuestro partido denuncia el intento de la dirección de la JP de instrumentar el homenaje a los muertos para consolidar su campaña por Perón Presidente. Esto no es otra cosa que mezclar a los muertos con el encubridor del régimen victimario. Rechazamos, asimismo, que se busque diluir la lucha por el castigo de los asesinos con el renunciamiento de Eva Perón, (este renunciamiento fue, además –muy por el contrario de lo que nos dice la JP- una capitulación del peronismo ante las exigencias de los sectores derechistas del ejército). También rechazamos la pretensión de los varios ERP, de reducir políticamente los actos a ceremonias explosivas de homenaje, lo que vuelve a mostrar la incapacidad del foquismo para plantear la unidad de lucha de las masas por sus reivindicaciones políticas democráticas.

El castigo de los crímenes de Trelew es un objetivo de claro sentido político: extirpar al gorilismo y a la derecha fascista anidada en el gobierno peronista y plantear todas las tareas emergentes de la lucha por las libertades democráticas:

* eliminación de todos los mandos comprometidos con el gorilismo;

* derechos sindicales y políticos para la tropa y suboficialidad de las fuerzas armadas y la policía;

* disolución de los aparatos represivos especiales del Estado;

* elección por sufragio popular de todos los cargos judiciales.

Esta medidas son elementales y significan sólo la extensión de las normas de la democracia burguesa a las instituciones armadas de la burguesía. Constituyen un canal para plantear la lucha de clases dentro del ejército y ayuda al proceso de comprensión en la necesidad del armamento de las masas. Es con este programa político que postulamos un Comité de Investigación de los Crímenes, compuesto por un frente único de las organizaciones obreras y populares de masas”.

Aclaración: El periódico “Política Obrera” era la prensa política del Partido del mismo nombre, que el POR reivindica. Nada tiene que ver con la farsa actual que autoproclama el mismo nombre.

(nota de MASAS nº420)

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