82 años del asesinato de Trotsky por el estalinismo que buscaba silenciarlo

La vigencia del trotskismo se verifica cotidianamente

Manifiesto del V Congreso internacional de CERCI

En la situación del agravamiento de la crisis capitalista mundial, de la bancarrota política de las direcciones reformistas tradicionales de las masas trabajadoras, las tres contribuciones fundamentales del trotskismo al desarrollo del pensamiento marxista mantienen su vigencia y constituyen la comprensión de las leyes de la revolución en nuestra época.

La experiencia reciente de los gobiernos nacional-reformistas burgueses, del mal llamado “Socialismo del siglo XXI”, confirma que no hay otras clases revolucionarias, otros “sujetos”, otras vanguardias, que no sea el proletariado consciente, actuando como dirección de la nación oprimida. Los supuestos nuevos “sujetos revolucionarios”, los partidos indígenas o campesinos, o los de los intelectuales, colocados a la cabeza de las luchas de las masas, han demostrado que sólo pueden dirigir en el sentido de preservar el orden social capitalista, el Estado burgués, en el mejor de los casos, mediante reformas menores, para que el avance de la barbarie capitalista sea menos doloroso. Una vez más se confirma que colaborar con la burguesía y el imperialismo NO conduce al socialismo, sino que refuerza las cadenas de la opresión nacional y social y el avance de la barbarie.

El trotskismo es la forma actual del marxismo-leninismo que, constituido como partido revolucionario sobre la base de su programa, es la expresión política consciente del instinto comunista del proletariado. Este impulso elemental que lleva al proletariado a cuestionar el destino del poder político y a buscar soluciones a los diversos problemas nacionales y sociales, a partir de sus intereses de clase, parte precisamente del lugar que esta clase ocupa en el proceso de producción social, como clase que no es dueña de los medios de producción, que produce socialmente y, en esa medida, busca hacer compatible la producción social con la apropiación social. Esto es así independientemente de su número o grado de pobreza.

a) La teoría de la revolución permanente: gracias a la aplicación del método marxista, el marxismo-leninismo-trotskismo ha explicado las leyes de la revolución social de nuestro tiempo, que es la época de la decadencia del capitalismo en su fase imperialista. Esta época de la crisis estructural del capitalismo, la época de la transición del capitalismo agotado a una nueva sociedad. Se señaló que el cumplimiento de las tareas democráticas pendientes (industrialización, superación del atraso y del hambre, educación científica, Estado nacional soberano, etc.), en los países capitalistas atrasados, sólo será posible mediante el establecimiento de un gobierno obrero y campesino (dictadura del proletariado), que, con la aplicación de los métodos socialistas de gobierno (socialización de los principales medios de producción, monopolio estatal del comercio exterior y economía planificada) liberará e impuslará el desarrollo de las fuerzas productivas. Se ha explicado que la lucha de las masas oprimidas por la realización del programa democrático, las lleva a exponer la incapacidad de la clase dominante en el poder para resolver los problemas fundamentales derivados del atraso, la explotación y la pobreza, en la medida en que pone en el orden del día la lucha por la toma del poder por el proletariado a la cabeza de la nación oprimida. No estamos ante un proceso mecánico y lineal, sino ante un proceso contradictorio de revolución social, que pasa por avances y retrocesos. Esto explica que hoy la revolución sea nacional en la forma e internacional en el contenido. En los países industrializados, donde no hay tareas democráticas pendientes, el proletariado tiene ante sí la urgencia de aplicar medidas socialistas, expropiar el gran capital financiero imperialista y planificar la economía para impulsar las fuerzas productivas para sacar a la humanidad del estancamiento y las crisis económicas cíclicas, que caracterizan al capitalismo en su fase decadente.

En la actualidad, la guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China, Rusia y la Unión Europea, con el objetivo de imponer un retroceso a sus fuerzas productivas para dejar espacio a la expansión de las suyas, actualiza la amenaza de una nueva conflagración bélica de mayores proporciones y efectos más devastadores que los de la Segunda Guerra Mundial. Una vez más se confirma que las guerras comerciales llevan dentro la posibilidad de transformarse en conflagraciones armadas.

En las condiciones de la crisis económica mundial, acelerada por la pandemia del coronavirus y la guerra, la urgencia por parte del capital financiero imperialista de invertir la tendencia a la baja de la tasa media de ganancia, le lleva a aplicar un conjunto de medidas antiobreras, antipopulares y antinacionales para bajar el coste del trabajo en la producción de mercancías. La precarización de las condiciones de trabajo era la pauta de la política económica mundial antes de la pandemia, y hoy su aplicación, justificada por la “recuperación post-pandémica” y la guerra, se acelera. Esta política aplicada por los distintos gobiernos burgueses ha contado con la resistencia del proletariado, con los recursos y las direcciones que tiene. A cada paso de la lucha, se actualiza el problema de la dirección obrera revolucionaria, reiterando así la validez de las conclusiones del trotskismo y el valor político del método del Programa de Transición de la IV Internacional.

b) El método del Programa de Transición de la IV Internacional: los trotskistas, apoyados en la experiencia de la revolución proletaria rusa, cuya orientación política, métodos y formas de organización condujeron a la victoria de la insurrección de octubre de 1917 y a la toma del poder por parte de los obreros y campesinos, derrocando al zarismo, la nobleza y la burguesía rusa, desarrollaron la idea del método del programa de transición.

La experiencia había enseñado a los bolcheviques que no todas las reivindicaciones obreras tenían la misma importancia revolucionaria. Algunos permitieron proyectar la lucha por evidenciar el destino de la plusvalía, de la propiedad de los medios de producción y, por tanto, del poder político. Estas consignas se llamaron de transición, porque partiendo del estado de ánimo de las masas, de su nivel cultural y político, de su atraso, permitieron exponer la naturaleza del Estado y de la explotación capitalista, mostrando su capacidad para resolver los grandes problemas sociales y plantear la urgencia de la toma del poder por los obreros y campesinos, para hacer posible la solución de los grandes problemas nacionales y de la humanidad, de acuerdo con los intereses de la mayoría oprimida.

c) Las formulaciones históricas y programáticas de Trotsky sobre la degeneración burocrática del Partido Comunista de la URSS y del Estado obrero fueron y son una guía para la defensa de las conquistas revolucionarias del proletariado y la estrategia de la revolución mundial. Sin la caracterización precisa del régimen soviético, que se levantó sobre la base de la expropiación de los terratenientes y la burguesía, sería inmensamente más difícil para la clase obrera y su vanguardia marxista-leninista comprender las causas de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y luchar conscientemente para recuperar el terreno perdido.

Sin la lucha de la Oposición de Izquierda y de la IV Internacional por la revolución política, no hubiera sido posible que Trotsky estableciera el pronóstico de la posibilidad de que la contrarrevolución llevara hasta sus últimas consecuencias la degeneración burocrática alimentada y dirigida por el estalinismo y concluyera así con la liquidación de la III Internacional y el derrumbe de la URSS en diciembre de 1991. El CERCI tiene claro que se trata de una derrota profunda pero circunstancial, aunque la enorme crisis de dirección esté retrasando el retorno de las masas al programa de la revolución mundial.

d) La fundación de la Cuarta Internacional el 3 de septiembre de 1938, o sea hace 84 años, dejó el Programa de Transición al proletariado y a la vanguardia marxista-leninista-trotskista como un poderoso legado. Es con esta arma que el CERCI ha respondido a la descomposición del capitalismo y, en particular, ahora, como una de sus expresiones más graves de las últimas décadas, la guerra en Ucrania y la ofensiva de las fuerzas imperialistas en el Indo-Pacífico contra China.

El V Congreso del CERCI se enfrenta también al 82º aniversario del asesinato de Trotsky, por orden de Stalin. Hay un vínculo de sangre entre la fundación de la IV Internacional y el ataque mortal del sicario estalinista contra el líder de la Revolución Rusa y el arquitecto de la URSS, junto a Lenin y miles de luchadores de la clase obrera.

El estalinismo se ha descompuesto hasta la médula y carga con la responsabilidad histórica de haber liquidado la Tercera Internacional y llevado a la URSS al colapso. El trotskismo se ha confirmado como la continuidad del marxismo-leninismo -en las condiciones de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones, que caracterizan al capitalismo de la época imperialista- contra la degeneración burocrática del estado obrero, en defensa del programa de la revolución política y la preservación y fortalecimiento de las conquistas revolucionarias, cuyo punto más alto fue la constitución de la URSS y la fundación de la III Internacional.

El CERCI, con uno de sus más sólidos pilares, el Partido Obrero Revolucionario de Bolivia, tiene en sus manos la difícil y apremiante tarea de reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional, como parte esencial del objetivo histórico de superar la crisis de dirección, recuperar el terreno perdido ante la contrarrevolución, fortalecer la lucha por la revolución social y marchar bajo el programa de la revolución proletaria mundial.

Trotsky vive en la lucha de las masas que buscan acabar con la barbarie capitalista

¡Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina!

¡Viva la Revolución Mundial!

¡Viva el V Congreso del CERCI!

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