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Masas n°341[Junio 2018]

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Editorial

El paro del 25 fue impuesto desde las bases

Por un plan de lucha hasta derrotar al gobierno del FMI

El paro general del lunes 25 fue impuesto a la burocracia de la CGT que hizo todo lo posible para evitarlo. Es un paro general contra el Gobierno, contra el FMI, contra los tarifazos y también contra burocracia sindical. Es un paro también contra la complicidad de gobernadores, legisladores y toda la sarta de politiqueros que han facilitado al Gobierno llegar a este punto.

El Gobierno nacional trabajó activamente para dividir a la burocracia, para comprar a los gremios del transporte para asegurarse así que si se convocaba a paro general, pudiera activarse masivamente el carneraje. El Gobierno trabajó para aislar a los sectores más combativos y crear su propia CGT. Les puso miles de millones retenidos de las obras sociales, los amenazó con los juicios que están “dormidos”, con quitarles prebendas, etc. Se creía que con esto alcanzaba para contener y desviar la voluntad de lucha de las bases. Todo esto fracasó.

La dirección de los gremios más grandes fueron cómplices totales dejando pasar despidos, convenios a la baja, pérdida de derechos, tarifazos, reforma previsional, etc.  aislaron y trabajaron por la derrota de las luchas más importantes.

El paro que está convocado como dominguero, un lunes, sin movilizaciones, sin ninguna medida activa. Para descomprimir, para sacarse buena parte de la presión de encima.  No formó parte de un plan de lucha. La burocracia empieza a tomar distancia del Gobierno en el momento de mayor crisis política.

¿Qué cambió? El desastre económico del Gobierno que no tienen cómo ocultarlo, pero fundamentalmente las enormes movilizaciones populares. Arrancaron a fines de Noviembre, siguieron con las masivas y radicalizadas protestas contra la reforma laboral en Diciembre y siguieron con las movilizaciones de los docentes; de las mujeres, en varias oportunidades, peleando por sus derechos; contra los tarifazos; el 25 de Mayo contra el FMI, de sectores sindicales opositores el 21 de Febrero, etc. Todas movilizaciones de alcance nacional cada una con cientos de miles ganando las calles. Y también luchas extraordinarias como la de los mineros de Río Turbio acompañados por su población, de los trabajadores de la educación de Neuquén, los estatales de Chubut, los cañeros del noroeste, los trabajadores del subte, Cresta Roja, etc.

Este paro es producto del masivo y activo rechazo popular a las políticas del Gobierno que se ha entregado al FMI. Debemos aprovecharlo para impulsar nuestra reorganización, debatiendo en cada lugar de trabajo y estudio cómo lo transformamos en parte de un plan de lucha para derrotar al Gobierno. Con nuestros propios reclamos, con nuestra propia política. Para que no nos arrastre ningún sector de la burguesía, de los que ahora hacen antimacrismo y quieren organizarse para las elecciones de 2019.

El Gobierno está en medio de una gran crisis política. Se tuvo que desprender de personajes clave de su gestión como Aranguren y Sturzenegger y probablemente haga otros cambios. Necesita mostrar culpables de los “errores”, para oxigenarse, para seguir con la misma política.

Sturzenegger quedó en el centro de los ataques por la corrida del dólar que repercutirá en todos los precios de la economía. Aranguren venía cuestionado desde hace tiempo por ser la figura visible de los tarifazos y los negociados en el área energética.

Su apertura al debate parlamentario sobre el derecho al aborto fue una maniobra para tratar de introducir debates que ocultaran los problemas económicos y políticos, pero también para dar respuesta al creciente movimiento de las mujeres. Terminó acorralado también por la movilización que se generó alrededor de esta cuestión.

En medio de las negociaciones con el FMI se aprobó la Ley que limitaba los tarifazos, pese al enorme esfuerzo del Gobierno, negociando con sus amigos de la oposición para que la Ley no saliera. Como decía bien claro el informe de Morgan Stanley: “Macri, es decir nosotros, debe demostrar que tiene control y capacidad de acción en el Congreso”. Esta Ley era una demostración de que empezaban a fallar los acuerdos que le habían permitido llegar hasta acá, que ya no controlaba el Congreso.  Tuvo que vetar la Ley, con un gran costo político.

El Gobierno echa lastre para intentar salir a flote, pero se carga con salvavidas de plomo que lo volverán a hundir. No hay salida, porque las masas ganan confianza en la fortaleza de su lucha que fue venciendo todos los obstáculos que le presentaron, que no se atemorizó con la represión salvaje y los asesinatos.

La crisis económica y financiera se ha transformado en crisis política abierta. El gobierno derechista entregado al capital financiero es acorralado por creciente intervención popular.

El Congreso ha demostrado una vez más su impotencia y deja al desnudo que no sirve para nada. Vota mayoritariamente una ley contra los tarifazos en diputados y senadores, el Gobierno la veta, y no pueden hacer nada más.  ¿Para qué sirve?

En el caso del tratamiento en Diputados de la ley por el derecho al aborto, ha sido claramente una conquista de la movilización. Ésta se transformó en una enorme presión.

Esto nos lleva a insistir que el acuerdo del Gobierno con el FMI no se para en el Congreso. No tiene ninguna importancia que lo “discutan”.

El único camino real y efectivo para derrotar al FMI es la huelga general, un plan de lucha de todo el movimiento obrero y popular hasta derrotar esta política, seguir en las calles ocupando todo el espacio.

La clase obrera debe desnudar la brutal crisis de la burguesía, sus instituciones, sus partidos y la burocracia sindical, para abrirse paso con su política revolucionaria, marcando que la única salida es lucha por su propia perspectiva de poder, por medio de una auténtica revolución social que termine con las bases materiales del gran capital y del imperialismo, expulsando al FMI.

 

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