Masas n°350
No hay votos, ni leyes, ni diputados, ni Constituyentes que puedan resolver el desastre ocasionado por Macri
Fue elegido presidente en 2015 sobre la base de promesas de que no endeudaría, combatiría la inflación, construiría un millón de viviendas, quitaría el impuesto al salario, atraería inversiones para reactivar la economía, combatiría la corrupción, haría un gobierno transparente, y otras tantas por el estilo. La mayoría quiso creer que podía ser cierto.
Después de tres años de gobierno, asistimos a un cuadro devastador de la economía: la construcción cayó en diciembre 20,5% y la industria 14,7%; el sector automotor arrancó enero con una producción de 14.803 vehículos, un 27,3% menor a la de diciembre de 2018 y un 32,8% por debajo de enero 2018. El índice de utilización de la capacidad industrial instalada cayó a 56,6% en promedio, llegando al 25,6% en la producción automotriz y a 32,3% en la textil. Aumentan el transporte, la luz, los combustibles, los impuestos, los peajes; se mantienen altas las tasas de interés, cae la producción, retrocede el consumo y, a pesar de la recesión, la inflación no desciende. La inflación acumulada con relación a enero del año pasado alcanzó un 49,3%, con el rubro transportes a la cabeza del registro con un 67,3%. Oficialmente se perdieron 200.000 puestos de trabajo en el año y seguramente una cantidad similar de puestos de trabajo no registrado. En enero se cerraron más de 2000 comercios y talleres. Dolarizó los rubros más importantes de la economía. Redujo el salario y las jubilaciones fuertemente en términos reales.
No es la primera vez. La última dictadura militar y el menemismo hicieron un desastre similar, con estas mismas políticas. ¿Por qué habría de ser diferente?
La democracia burguesa encubre la dictadura del capital y cada vez elabora mecanismos más y más sofisticados para engañar a la población. Si ahora ya no sirven las maniobras y mentiras del 2015, inventarán otras nuevas. No sólo el neoliberalismo actúa así. Todos los partidos burgueses actúan de la misma forma.
Habiendo hecho semejante desastre con el país, ¿cómo puede seguir gobernando? La gran mayoría de la población siente en carne propia las consecuencias de esta política y se pregunta ¿hasta cuándo?
Debemos tener presente que si pudo llegar hasta aquí con semejante desastre es por la complicidad de los partidos políticos, del Congreso, de la burocracia sindical, de los gobernadores, de la gran mayoría que se dice opositora. Y por lo menos seguirá hasta diciembre, ya que todos ellos le garantizan la gobernabilidad.
Este desastre, este saqueo de nuestros recursos y de nuestros bolsillos debe hacernos reflexionar, ¿hasta cuándo vamos a soportar que en nombre de un voto que recibió hace tantos años, a cambio de un puñado de promesas, puedan gobernar para una minoría ínfima de la población? De esta forma, los mismos que tuvieron el poder real bajo la dictadura militar han incrementado sus fortunas y se ha concentrado su riqueza bajo las formas de la democracia burguesa.
Es hora de decir ¡basta! Vivimos en un país con una cantidad extraordinaria de recursos materiales y con desarrollo tecnológico, científicos, y con una clase obrera altamente instruida, pero se sigue avanzando en el proceso de desindustrialización, se sigue destruyendo fuerzas productivas, sigue creciendo la pobreza, la miseria, la desocupación.
Es hora de decir ¡basta! el gran problema es que todos esos recursos materiales y tecnológicos están en manos de un puñado de capitalistas, la mayoría extranjeros. Esa es la principal causa de la destrucción de fuerzas productivas, esa es la mayor traba para el desarrollo de la economía.
El país debe liberarse de toda forma de opresión, recuperar todas las empresas y los recursos, expropiándolos, poniéndolos al servicio de la gran mayoría, desconociendo la deuda externa e interna con los grandes bancos. El país debe recuperar para sí todas las tierras, expropiando los latifundios. Recuperar los lagos, los ríos, el mar, las minas, el petróleo, etc.
La burguesía, sus partidos, sus instituciones deben ser enterrados, son expresión de la decadencia y pudrición de un sistema en bancarrota que quieren descargar sobre las espaldas de la mayoría. No hay cómo reformar o mejorar el capitalismo. Nos llevan a la barbarie en todas sus formas. Las reformas laborales y previsionales que quieren imponer nos harían retroceder 100 años. Su democracia burguesa está podrida.
La campaña electoral de los partidos no quiere mencionar los problemas de fondo, que se deben extirpar de raíz. Ninguno quiere cuestionar la gran propiedad, siquiera la imperialista. De una u otra forma todos se ponen de rodillas frente a él.
Diremos todo el tiempo que para terminar con Macri y el neoliberalismo, para independizar a la Nación, para terminar con toda forma de opresión es necesario un levantamiento nacional acaudillado por la clase obrera, con su estrategia política, que no hay ningún camino intermedio. No hay forma de conciliar con la burguesía que es una clase cobarde y antinacional. Se deben rechazar todos los planteos de unidad nacional y frentes patrióticos dirigidos por la burguesía, en defensa de la gran propiedad.
No hay votos, ni leyes, ni diputados, ni constituyentes que puedan terminar con la base material del gran capital imperialista. ¡Que no nos engañen más!