Presentamos la publicación de “LOS CUATRO PRIMEROS CONGRESOS DE LA III INTERNACIONAL»
(Ediciones Proletarias Juan Yáñez)
“Uno de los primeros y más urgentes objetivos de las organizaciones que incluyeron en su programa la necesidad de regenerar el movimiento revolucionario consiste en analizar las resoluciones de principio de los cuatro primeros Congresos, ponerlas en su orden del día y someterlas a una seria discusión a la luz de las futuras tareas del proletariado” León Trotsky.
Cuando Trotsky escribe la frase con la que damos comienzo a esta nota no habían pasado siquiera 10 años del último de los Congresos cuyas tesis y resoluciones publicamos, y resultaría llamativo sostener que toda una generación de revolucionarios los desconociese o los haya olvidado, actuando en flagrante contradicción con ellos. ¿Cómo pudo ocurrir que todo ese impresionante material haya quedado relegado? ¿A través de qué mecanismos se arriba a esta situación?
No pocas veces hemos señalado que buena parte del trabajo de deformación del marxismo y de sabotaje a las ideas fundacionales revolucionarias, tiene que ver con la persistente tarea de ocultar las principales elaboraciones realizadas a lo largo de la historia. Las mentiras, las calumnias, las difamaciones, pero también las tergiversaciones no pueden existir si previamente – o al menos paralelamente – no se entierran las ideas estructurales de la doctrina marxista.
Los cuatro primeros Congresos de la III Internacional (la Internacional Comunista) surgieron al calor de la Revolución Rusa, fueron, antes que un compendio de tesis y resoluciones abstractas, una guía práctica de acción revolucionaria, estableciendo una línea de intervención en una multiplicidad de terrenos. Señalaron un derrotero de lucha política, la abierta contrastación de políticas antagónicas, y la delimitación teórico-práctica del Partido Revolucionario frente a una serie de organizaciones que arbitrariamente se arrogaban ese título. Significa consecuentemente que el material editado por el Partido Obrero Revolucionario es todo menos “letra muerta” o “documentos anacrónicos”.
Le cupo en primera medida a la burocratización stalinista embestir con todas sus fuerzas contra estos cuatro primeros Congresos. Su propia existencia y sus enseñanzas mostraban un evidente choque frente a la política de la III Internacional posterior a la muerte de Vladimir Lenin. Su reivindicación y su estudio no podía ser otra cosa que un ataque – abierto – a la política del Termidor de la Unión Soviética, y esa constituyó la peligrosidad de este material.
Pero las cosas no quedaron allí. A diferencia de la reivindicación que realiza Trotsky de estos primeros Congresos llamando a estudiarlos atentamente, y al tiempo que los colocaba como parte integral del Programa de la IV Internacional, sus supuestos continuadores, en general, no hicieron más que repudiarlo en los hechos, olvidarlos, deformarlos, sepultarlos bajo 7 llaves.
En ocasiones han rescatado algunas tesis, algunas resoluciones, pero siempre con el objetivo – inconsciente o no – de desfigurarlo en aras de intereses oportunistas. No otra cosa podía ocurrir con estos documentos que pueden ser catalogados como pilares básicos de la teoría revolucionaria. No es casualidad que hayan desaparecido prácticamente en sus análisis, que hayan sido olvidados en sus escuelas de formación política, con todo lo que ello implica respecto a esta monumental obra del proletariado mundial.
Como señala el prólogo de la obra presentada, los cuatro primeros Congresos abordan la experiencia viva “para orientar a la clase obrera mundial hacia la revolución proletaria”. Aquellos que han renunciado, quizás no de palabra pero ciertamente sí en los hechos, a la lucha por la revolución proletaria no pueden menos que desentenderse de su análisis y asimilación.
La lucha prácticamente solitaria emprendida por el Partido Obrero Revolucionario por rescatar estas monumentales lecciones tienen que ver con el vivo interés de prepararse para la lucha por el poder político, la lucha por acabar con la sociedad capitalista, con la gran propiedad privada de los medios de producción.
De esta forma, el Partido Obrero Revolucionario tiene el gusto de presentar y poner nuevamente a disposición una nueva edición de “Los cuatro primeros Congresos de la III Internacional”. Esperemos cumpla el objetivo de colaborar en la formación y apuntalamiento de la estructuración de una vanguardia militante a la altura de las tareas que se desprenden de la situación política.
Como decía Lenin “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”, por eso invitamos a que soliciten su ejemplar para adentrarse en el sañudo estudio de una obra de envergadura mundial.