POR UN 1° DE MAYO OBRERO, SOCIALISTA E INTERNACIONALISTA

QUE LAS CONSECUENCIAS DE LA CRISIS ECONOMICA MUNDIAL Y LA PANDEMIA LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS

 

Una situación extraordinaria de catástrofe económica y social que supera largamente la gran crisis de 2008 de cuyas consecuencias todavía no nos habíamos recuperado. Atraviesa simultáneamente todo el mundo y el coronavirus sólo ha sido el detonante. Todos los elementos de la crisis estaban presentes desde mucho antes.

 

La guerra comercial que se extremó en los últimos años entre las principales potencias llevó a un estancamiento en la producción y el comercio mundial. Mientras tanto crecía al máximo nivel histórico el endeudamiento de los países, las corporaciones y las personas.

 

Las semicolonias, además, soportaron la lucha feroz de las metrópolis por apoderarse de todos los recursos naturales y las empresas más rentables.

 

Quedaron al desnudo las principales contradicciones de un capitalismo agotado y en descomposición, que nos empuja al abismo, a la barbarie: las fuerzas productivas de la humanidad han alcanzado un altísimo grado de desarrollo pero ya no se pueden desarrollar más, debido a su choque con las relaciones de producción que se basan en la gran propiedad privada de los principales medios de producción; La producción de mercancías es cada vez más social, cada vez más integrada internacionalmente y al mismo tiempo ese producto es apropiado por una ínfima minoría de la sociedad cada vez más concentrado. Ya ni siquiera es el 1% de la sociedad, es el 1% de ese 1% quien concentra cada vez la propiedad y las ganancias. Esas fuerzas productivas mundiales encuentran otro bloqueo en las fronteras nacionales donde se atrincheran las multinacionales para defender sus conquistas y sus ganancias, avanzando en su proteccionismo.

 

En esta crisis nos arrebatarán otros 200 millones de puestos de trabajo que se suman a los más de 220 que existían a principios de este año, sólo en EE.UU. 26 millones de trabajadores fueron despedidos en las últimas 5 semanas. Estamos ante una descomunal destrucción de fuerzas productivas, como si hubiera habido una gran confrontación bélica, y al mismo tiempo los aprestos belicistas siguen presentes más que nunca (amenazas a Venezuela, a Irán, Cuba).

 

Si la sociedad sigue en manos de los mismos que nos llevaron a esta situación habrá que esperar una larga recesión económica, con todas sus consecuencias. La crisis de sobreproducción, propia del capitalismo, no tiene más solución para la burguesía que la destrucción masiva de fuerzas productivas (guerras, cierre de fábricas, desocupación, etc.).

 

Además sufriremos las peores consecuencias de la pandemia, porque estamos sin trabajo, o con trabajos malpagos, en condiciones de mayor explotación y miseria. Sobre nuestras espaldas querrán cargar con todos los costos de esta catástrofe, como ya han hecho con las anteriores. La barbarie está ante nuestros ojos, en todas sus formas más terribles. Decenas de miles mueren porque ni siquiera pueden ser atendidos por sistemas de salud pública que se han desmantelado, o se han privatizado. Decenas de miles de muertes y contagios que podrían haberse evitado. La respuesta universal del confinamiento para atenuar la cantidad contagios es una confesión de impotencia y desesperación. Era previsible que ocurriera pero no hicieron nada para evitarlo, esa es la consecuencia también del grado de agravamiento de la anarquía y caos que caracteriza esta última etapa del capitalismo.

 

Para la clase obrera, para su vanguardia consciente, es fundamental comprender la magnitud de la crisis, sus rasgos más destacados, porque ante este momento histórico, es la única clase que puede dar una salida a la humanidad y tiene que enfrentar a todas las fuerzas de la burguesía y la pequeña­burguesía que son absolutamente incapaces de formular una respuesta, todos sus planteamientos han fracasado.

 

La velocidad de la bancarrota capitalista, no es acompañada con la reconstrucción del centro revolucionario internacional.

 

La clase obrera necesita, hoy más que nunca, poner en pie, reorganizar su partido revolucionario mundial que pueda mostrar abiertamente cuál es el camino para todos los oprimidos. El stalinismo destruyó la III Internacional, el centro político ideológico más poderoso que se pudo poner en pie en la historia al calor de la Revolución Rusa. Revolución que la burocracia stalinista traicionó y llevó hacia la restauración capitalista.

 

El Stalinismo, no sólo destruyó la III Internacional sino que persiguió y asesinó a la vanguardia que se nucleó en la Oposición de Izquierda y luego en la IV Internacional. Así liquidó a la mayoría de los líderes más importantes de aquella Revolución y abortó los procesos revolucionarios en todo el mundo. Esta traición se suma a la traición de la socialdemocracia que se había pasado al terreno del imperialismo, con su quiebra ante la 1er Guerra Mundial.

 

Para la clase obrera, para su vanguardia más consciente es vital tener presente este balance político, por qué hoy, ante el derrumbe del stalinismo y la socialdemocracia, todavía no hemos podido resolver el problema de los problemas que es construir nuestro centro revolucionario internacional. Podemos verificar dramáticamente cómo, en todas partes, la mayoría de los sindicatos y centrales obreras están en manos de sectores corrompidos y burocratizados, sometidos a las órdenes de las fracciones capitalistas, bajo banderas reformistas, nacionalistas, “izquierdistas” y religiosas.

 

La IV Internacional nació débil organizativamente, aunque apoyada en sólidos cimientos programáticos construidos durante 90 años de lucha consciente del marxismo y la experiencia formidable de la lucha de clases durante esas décadas

 

Pero el mayor drama fue la debilidad de su dirección política, ante el asesinato de Trotsky, unos se postraron frente al nacionalismo y el stalinismo, encontrándoles alguna faceta progresiva, diluyéndose en sus políticas, otros abrazaron el camino del foquismo entusiasmados por el triunfo de la Revolución Cubana y creyendo que había un camino más rápido hacia la Revolución, y otros que se transformaron en vulgares democratizantes, que abandonaron completamente los principios político estratégicos, se convirtieron en oportunistas electoreros. Todos ellos tienen en común el abandono de la tarea de construir el partido programa, apoyado en la estrategia de la revolución y dictadura del proletariado (Gobierno Obrero-­Campesino), en señalar que el capitalismo no se puede reformar, que sólo la acción directa de masas es el camino para imponer todas las reivindicaciones de la clase obrera. Que hay una única vía al socialismo que es la revolución social, de la mayoría oprimida, bajo la dirección política de la clase obrera.

 

Es importante destacar esta cuestión porque lo que se discute hoy en todo el mundo es cómo se sale de semejante crisis. Y debemos insistir con toda claridad que no hay salida en manos de los capitalistas que nos han llevado a la barbarie, que ya los hemos conocido en todas sus variantes. Y peor, en medio de la crisis se potenciarán sus tendencias derechistas, autoritarias, chauvinistas, que tiran por la ventana hasta las formas democráticas. Sólo podrá haber un nuevo orden social si terminamos con las bases materiales del orden social capitalista, que se basa en su propiedad.

 

Sólo la clase obrera en el poder, acaudillando a todos los oprimidos puede tomar en sus manos un plan de emergencia para salir de la crisis y de la barbarie en que nos han metido. Porque sólo la clase obrera puede terminar con la gran propiedad de los medios de producción, de los bancos, de los terratenientes, ¿o alguien cree que esta tarea se puede resolver por medio de leyes o de constituyentes?

 

Sólo la clase obrera puede imponer un sistema único, estatal, gratuito de salud, terminando con la propiedad privada de laboratorios, clínicas, etc.

 

E imponer la estatización de todo el sistema bancario y el comercio exterior, y de la gran propiedad agraria,

 

Y todos los recursos y todas las empresas vitales para la economía, las minas, los hidrocarburos, la generación de electricidad, etc

 

Desconoceremos la deuda externa y la deuda pública de nuestros países, romperemos todos los acuerdos que nos someten al imperialismo.

 

Terminaremos con el proteccionismo de las potencias e impondremos la solidaridad en todos los terrenos con la clase obrera y los oprimidos de todo el mundo, ellos son nuestros hermanos.

 

Uniremos la América en los Estados Unidos Socialistas de América Latina, y el mismo camino en América del Norte, Europa, en Asia, en Oriente Medio, en África.

 

Nuestra estrategia es el socialismo, el comunismo, terminar con la explotación del hombre por el hombre.

 

En esta tarea debemos combinar el trabajo por poner en pie el partido mundial de la revolución socialista, avanzando con el fortalecimiento de sus secciones, construyendo programa, con el trabajo por organizar ampliamente a las masas en un frente único antiimperialista con la perspectiva de tomar el poder terminando con la dictadura del capital. Esto será posible trabajando por la unidad de la vanguardia que lucha, alrededor de esa táctica maestra. Los explotados deben reconstruir sus organismos propios, desde las bases para empezar a autogobernarse y recuperar todos los sindicatos y las centrales para la clase obrera echando a todos los burócratas vendidos, traidores. Confiando en su propia capacidad de organización, en sus propios métodos de lucha, combatiendo toda ilusión en el parlamentarismo y en la democracia burguesa que se esfuma cada vez más.

 

Vamos a partir de organizar los movimientos alrededor de las cuestiones más urgentes: terminar con la desocupación repartiendo todo el trabajo entre todos los trabajadores, terminando con toda forma de trabajo precarizado;

 

Impulsando un urgente plan de obras públicas que ponga en pie las viviendas, los hospitales, las escuelas que necesitamos;

 

Defendiendo nuestra salud, imponiendo en los lugares de trabajo las condiciones que nos garanticen no contagiarnos, protegiendo a los más expuestos;

 

Enfrentando el hambre, que nadie se quede sin su plato de comida, con comedores regulares, con raciones suficientes, la mejor protección sanitaria es alimentarnos como corresponde, todos los días!

 

Defendiendo nuestros salarios y jubilaciones, que deben alcanzar a cubrir nuestras necesidades vitales como mínimo. Ninguna reducción salarial. No a la postergación o anulación de los convenios de trabajo.

 

¡Abajo las reformas previsionales, laborales, sindicales! Que apuntan a destruir al movimiento obrero.

 

Rechazando toda forma de militarización o regimentación de la sociedad en nombre de protegernos a todos del virus.

 

Formemos comités, agrupamientos desde las fábricas, talleres, lugares de trabajo, en los barrios, para debatir esta perspectiva y poner manos a la obra preparando las asambleas y viendo cómo coordinamos a todos los sectores en lucha.

 

Las centrales sindicales y buena parte de la izquierda que se reclama socialista han olvidado el 1° de Mayo, una jornada histórica para reafirmar la independencia de clase, su estrategia y la lucha de clases para derrotar a la burguesía.

 

Los revolucionarios intervenimos propagandizando las banderas históricas del proletariado y llamando a intervenir con su propia organización y métodos de lucha.

 

¡VIVA LA CLASE OBRERA INTERNACIONAL!

¡VIVA EL SOCIALISMO, VIVA EL COMUNISMO!

¡TERMINAR CON LA GRAN PROPIEDAD PRIVADA DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN, TRANSFORMANDOLA EN PROPIEDAD SOCIAL!

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