IMPORTANCIA DE NACIONALIZAR EL COMERCIO EXTERIOR
En las últimas semanas se reabrió un debate histórico sobre el control de las exportaciones especialmente de cereales.
Los exportadores reclaman por una devaluación del peso. Muestran todos los días la cotización del dólar negro en sus diferentes formas para presionar por una devaluación. Dólar negro que ellos mismos se encargan de empujar para arriba. Esa cotización no cuenta en sus costos porque los agroquímicos y cualquier insumo para la producción se importa al dólar oficial y porque las tarifas están ancladas desde hace meses. Lo que ellos quieren es sacar provecho de la debilidad y necesidad del gobierno para imponerle sus condiciones.
Su conducta es bien clara. Crece la producción almacenada en silobolsas porque retienen de esta forma una buena parte de lo que se produce, esperando una devaluación. Debido a esta especulación las exportaciones del primer trimestre de 2020 son las más bajas desde 2007, con volumen record de producción.
La política especulativa es completa, por un lado retienen la producción y por otro compran dólares para hacer subir su cotización y los organismos que deben controlar las operaciones no proporcionan la información sobre quiénes son el puñado de compradores. Es un secreto inviolable. A su vez, el Banco Central viene vendiendo sumas importantes de sus reservas, cada día, para contener la demanda.
En este desafío queda a las claras quién es el que manda. El gobierno no está dispuesto a tomar ninguna medida concreta para obligar a exportar a los que retienen el producto, retaceando los dólares que necesita el país. Y tampoco está dispuesto a cortar de cuajo con el puñado de operadores que manejan la cotización del dólar, el poderío de la Comisión Nacional de Valores (CNV) es intocable para cualquier gobierno burgués. Los roces, fricciones y choques existen, pero se puede comprobar con certeza de quién es la voluntad que se impone.
A esos sectores no les importan las leyes del Congreso o las denuncias en la Justicia, saben muy bien cómo eludir todos los controles, restricciones y amenazas sobre sus negocios.
Estos hechos dan una idea de la importancia de imponer ya mismo la nacionalización del comercio exterior y la banca, bajo control obrero colectivo. Para que no se escape un solo dólar, para terminar con la especulación, para disponer efectivamente de todos los recursos.
El monopolio del comercio exterior por parte del Estado es vital, sólo de esa forma se conoce quién compra, a quién se le está vendiendo, a qué precios y se cobran directamente las exportaciones.
Medidas de esta naturaleza sólo pueden ser impuestas movilizando a las masas, denunciando con precisión cuáles son las maniobras y tomando las medidas que hay que tomar.
¿VOLVER A LA JUNTA NACIONAL DE GRANOS?
Es en este cuadro de especulación con las exportaciones que ha causado rechazo en la burguesía terrateniente, entre los exportadores, y empresas vinculadas al agronegocio, la nueva presentación en el Senado de un proyecto para crear una Junta Nacional de Granos por parte de la senadora García Larraburu. Este proyecto ya había sido presentado en 2013 sin éxito.
La Junta Nacional de Granos funcionó entre 1933 y 1991 y adquiría trigo, maíz y lino. Fue disuelta por el gobierno de Menem (atentado de por medio), como una reivindicación prioritaria del programa neoliberal que se estaba aplicando. Esa medida no fue revertida hasta hoy.
La presentación del proyecto señala como objetivo “controlar el comercio de cereales, oleaginosas y sus subproductos”, “garantizar la provisión interna de cereales, oleaginosas y sus subproductos, independientemente de lo que suceda en el mercado externo”, “tomar medidas activas con el fin de evitar los monocultivos”, “producir una concientización en los productores para que proyecten sus siembras en función de los saldos de exportación o importación de cada grano, garantizando la estabilidad interna de sus precios”. Menciona “ejercer el control de todas las instituciones o entidades que intervengan directa o indirectamente en el comercio interno o externo de granos y sus subproductos”. Y también “fiscalizar el pesaje de los granos en el acto de la entrega o recepción, en cualquier etapa de su comercialización, manipulación o transporte”, “autorizar la carga o el embarque de granos y sus subproductos, que se exporten, debiendo prohibirlo cuando la mercadería o las operaciones respectivas no se ajusten a las disposiciones vigentes”.
La Junta debería “fijar, con aprobación del Poder Ejecutivo, los cupos de exportación para los granos y sus subproductos” y, entre otras, “administrar los elevadores locales y terminales, silos y demás instalaciones de recepción, almacenamiento, acondicionamiento y embarque de granos que integren la red de elevadores y depósitos del Estado”.
Como se ve el proyecto no nacionaliza el comercio exterior sino que pretende imponer un control y regulación para asegurar el abastecimiento local, que no se adulteren las cantidades exportadas, que no se triangulen las ventas (hacer una venta a un intermediario para que no se conozca quién es el comprador y qué precio paga), promover qué se produce, etc. No reemplaza a las empresas operando con el exterior. Pero ni esto es tolerado. No quieren ninguna intromisión del Estado en sus negocios. Es una conquista de 1991 de la que no quieren retroceder.
El diario La Nación está abiertamente en campaña contra este proyecto, como fiel representante de los intereses económicos del sector más concentrado de la actividad agropecuaria. Informa que desde la oligárquica Sociedad Rural Argentina se rechaza “la estatización del comercio de granos no solo por principios sino, además, porque la historia ya nos demostró que es absolutamente inconducente”.
El gobierno de Fernández no tiene la más mínima intención de avanzar con este Proyecto. Como peronistas conocen muy bien de qué se trata. A lo sumo lo utilizarán como amenaza para negociar con ese sector. Hay una decisión política de no tocar las conquistas neoliberales contra la Nación. El ministro de Agricultura, Luis Basterra, ya se desligó de esa iniciativa.
(nota de MASAS nº 370)