MIENTRAS LOS TRABAJADORES RESISTIMOS EL AJUSTE AVANZA POR LA COMPLICIDAD DE LA BUROCRACIA

El proceso de desintegración y pudrición del capitalista está a la vista. Estamos frente a una crisis colosal, histórica, superior a la del 2008, que no se había cerrado, y probablemente igual o peor a la de 1929/30. Cae fuertemente la producción y el comercio internacional, los países poderosos se cierran más. EE.UU. se encuentra en el centro de la crisis, por la cantidad de contagios y muertos, por las idas y vueltas sobre qué hacer frente a la pandemia que se sigue expandiendo; por el desastre de su sistema de salud privatizado; por los billones de dólares inyectados a las corporaciones para salvarlas; por su continuo retroceso en el papel hegemónico internacional (pese a seguir siendo la potencia más poderosa); con más de 40 millones de puestos de trabajo destruidos en dos meses; con un fuerte retroceso de la producción y el comercio y el mayor endeudamiento y por la gigantesca movilización popular en todo EE.UU. contra el racismo, contra la prepotencia policial, contra las amenazas del gobierno, movilización que se generalizó en el mundo. Movilización que expresa el hartazgo de gran parte de la población con las políticas de los gobiernos.

Los temores que había generado la pandemia, con miles de millones de personas confinadas, son superados por la necesidad de resistir, de enfrentar la crisis que se descarga sobre las espaldas de la gran mayoría oprimida y sometida. Pese a la ausencia o debilidad de direcciones políticas revolucionarias en la mayoría de los países o la ausencia de direcciones sindicales independientes, las masas se abren camino para resistir, para no ser aplastadas por la barbarie capitalista. Renacen los paros y movilizaciones en Chile, Ecuador, Colombia, en medio del horror de la pandemia, y aparecen esos signos vitales en la mayoría de los países. Los análisis sobre el virus, cantidad de contagios y muertes, sus estadísticas perversas, ha sido desplazado por las imágenes y comentarios de las movilizaciones que se protagonizan en todo el mundo, contagiando su energía y desafiando a los poderes. Queda colocada la necesidad urgente de resolver la crisis de dirección política de la humanidad, que sepa expresar esa profunda movilización y rebelión popular para que pueda orientarla hacia la victoria.

Este es el marco en el que se inscribe la crisis en nuestro país:

* Las estadísticas oficiales confirman lo que venimos sintiendo desde hace meses. Una caída brutal de la actividad económica, un desastre como pocas veces hemos conocido. Que agrava la difícil situación de vida y trabajo que teníamos.

¿Fue la pandemia? No. Esta crisis es muy anterior. Aunque termine hoy la cuarentena la economía no se pone en marcha por el retroceso del poder adquisitivo de las masas, no hay capacidad de consumo.

Como venimos diciendo se destruyen puestos de trabajo o se precarizan. Las patronales empujan por flexibilizar más las condiciones y si es posible rebajar los salarios. La pobreza y la miseria se extienden. Ni changas se consiguen. Además, las restricciones sanitarias imposibilitan la venta en las calles, en las ferias. No hay salida para millones de trabajadores desocupados y subocupados. Las jubilaciones y pensiones siguen siendo de hambre, cada vez más lejos de lo que cuesta la canasta familiar. No solo no se recupera lo perdido sino que encima siguen ajustando, con porcentajes inferiores a la inflación real, postergando la aplicación del índice movilidad, ahora hasta fin de año.

Alberto Fernández dice que «una sociedad donde unos ganan y otros pierden no es una sociedad, es una estafa». Hay que avisarle que no es una estafa, que así es el capitalismo. Todos sabemos que no hay sociedad posible entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos, que los antagonismos son irreconciliables, aunque los quieran maquillar u ocultar. Cuando unos pocos ganan, aumentan sus riquezas, siempre es a costa del resto de la sociedad. Cuando menos del 1% de la sociedad es propietaria de los grandes medios de producción no puede haber igualdad posible.

* ¿Cuál es el plan para salir de esta situación? El gobierno sigue enfrascado en la negociación para pagar la deuda externa e interna. Y las iniciativas económicas están condicionadas por ese acuerdo que busca a toda costa por imposición de los grandes capitalistas.

Como mostramos en la nota sobre la necesidad de obras públicas, el Plan de Gobierno son migajas en proporción con la parálisis de la economía.

Los empresarios reclaman volver al trabajo, pero la realidad es que se han habilitado casi todos los rubros en todo el país, excepto en el área metropolitana y las condiciones no mejoran. Tampoco se puede esperar que aumenten las exportaciones, el comercio mundial está paralizado y hay sobreproducción de toda clase de mercancías.

Lo que aparece a la vista es la incapacidad de la burguesía y el gobierno para poner en marcha la economía. Las decenas de miles de talleres, fábricas, comercios que se han cerrado en los últimos años no se reabren.

* Ante la dimensión de esta situación, la resistencia de las masas aparece aislada y limitada, reclamando por que no pagan salarios, o su pago en cuotas, o por los descuentos, o los despidos. O reclamando atención sanitaria y alimentos. Los trabajadores resistimos como podemos ante los ataques.

Todas las direcciones sindicales están borradas, de la CGT, CTAs y los principales sindicatos. ¿Hasta cuándo? Esas direcciones está atadas a los empresarios y el Gobierno. Todos ellos, en distinta intensidad, son partidarios del orden capitalista, de la conciliación de clases, subordinan los intereses de los trabajadores, del conjunto de los trabajadores, a los intereses capitalistas. Su estrategia política es el Pacto Social, las mesas de concertación. Hoy apoyan el pago de la deuda externa y cómo el gobierno ha priorizado esta cuestión por encima de todas las demás. Debemos denunciarlos y exigir que rompan con los patrones y el gobierno.

Estas direcciones también tiene intereses económicos. Que al gobierno no se le ocurra meterse con las cuotas sindicales o las obras sociales. Conocen las tendencias de la burguesía en todo el mundo para terminar con los sindicatos. Creen que la mejor forma de defender sus intereses particulares es haciendo buena letra con las patronales y el gobierno. Lo cierto es que Fernández, como antes hizo Macri, puso miles de millones de pesos para “auxiliar” a las obras sociales. Y ahí aparecieron las disputan entre las fracciones burocráticas por la forma en que dividieron las porciones de la torta. Como antes aparecieron en la disputa por el nombramiento del Ministro de Trabajo o el de Transporte, o por el salvataje de la empresa OCA en quiebra esperando su remate, o de Garbarino y tantos negocios que mantienen entrelazados a empresarios y burócratas.

Necesitamos recuperar todos los sindicatos, las centrales sindicales para los trabajadores, tenemos que recuperar la independencia frente a los gobiernos y las patronales, necesitamos los sindicatos para la lucha, para pelear por nuestras reivindicaciones, por nuestros derechos.

Como ocurrió en la primer etapa de Macri, los trabajadores resistimos por nuestra cuenta, mientras los burócratas dejaban hacer. Ese era su acuerdo y su negocio. Sólo cuando empezamos a multiplicar las protestas y movilizaciones aparecieron, para tratar de ponerse a la cabeza.

Tenemos que debatir desde las bases, en los lugares de trabajo, en los barrios, cómo nos organizamos unitariamente para dar pelea, para unificar los reclamos, para ganar las calles. Debemos estructurarnos por región o zona, combatiendo todo divisionismo o mezquindad, impulsando toda instancia de plenarios que nos coordine. Promovamos comités de lucha desde las bases para agrupar a sindicalizados y no sindicalizados, a ocupados y desocupados, necesitamos tejer un acuerdo masivo desde las bases para poder preparar una lucha de conjunto.

Tenemos que debatir no sólo cómo defendemos nuestros reclamos mínimos y elementales y de emergencia. Debemos debatir cuál es la salida, la única salida para transformar completamente la economía y poner todos los recursos al servicio de la mayoría oprimida. No será con leyes, no será votando, será con la acción directa de masas, de eso estamos seguros. Las fuerzas productivas están bloqueadas desde hace muchísimo tiempo porque un puñado de capitalistas ha concentrado la propiedad de los principales medios de producción, muchos de ellos en manos de multinacionales.

Los gobiernos capitalistas sean del partido que sean no pueden desatar este nudo porque por encima de ellos está la gran propiedad, los que detentan el poder real. De lo que se trata es de chocar contra esa gran propiedad para terminar con ella.

Para desbloquear las fuerzas productivas y liberar al país, para conquistar la soberanía nacional, es necesario un gran levantamiento nacional acaudillado por la clase obrera, con su propia estrategia de poder.

No es posible reformar el capitalismo, que nos condena a la barbarie. La única salida es expropiar (sin pago) los principales medios de producción y transformarlos en

(nota de MASAS nº 372)

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