Responder a la catástrofe con los métodos y la política de la clase obrera
(Al Plenario Nacional del Sindicalismo Combativo)
Estamos viviendo una catástrofe social, económica, sanitaria extraordinaria. El derrumbe capitalista nos lleva a la barbarie. Aquí y en todo el mundo.
La respuesta de los gobiernos es salvar a las empresas, proteger su propiedad, mientras crece en forma exponencial la desocupación, la miseria, la pobreza y la muerte.
Por eso es fundamental la intervención independiente del movimiento obrero confiando en sus métodos, en su organización, con su política, recuperando las mejores tradiciones de lucha, combatiendo toda ilusión en los partidos patronales, sus instituciones, en la burocracia, en las políticas asistencialistas de los gobiernos.
Es de fundamental importancia formular un plan de emergencia para enfrentar semejante crisis, que debe ser impuesto por los métodos de la lucha de clases, con la acción directa de la clase obrera y todos los oprimidos.
Para que la clase obrera pueda responder de conjunto es necesaria la más amplia unidad, de ocupados y desocupados, formales y precarizados, todos, para una lucha de conjunto. Impulsar la coordinación, la solidaridad, la acción común, con todos los sectores que están resistiendo. Desde cada barrio, desde cada región, desde cada ciudad, integrando a todos, para avanzar en la coordinación nacional, seleccionando desde las bases a sus representantes.
La base para poner en pie a la clase obrera y el conjunto de los trabajadores es la asamblea, luchar por imponer la democracia sindical en todos los sectores, impedir que la burocracia siga actuando en nombre de los trabajadores, entregando las conquistas y las principales reivindicaciones. La respuesta desde las bases debe ser preparada con el mayor debate y participación colectiva.
Denunciamos el pacto UIA-CGT-Gobierno, que permitió suspensiones generalizadas al 75% del salario neto, fue un primer paso en dirección del Consejo Económico y Social que preparan junto con la Sociedad Rural, la Iglesia y todas las fracciones de la burocracia sindical, desde la CGT a las CTA, que dieron también su apoyo explícito al pago de la deuda externa.
En los sectores que están en actividad es necesario imponer protocolos sanitarios para protegernos ante la actitud de las empresas y la burocracia, como ya se ha resuelto en varios sectores, elaborados y supervisados por las organizaciones obreras recuperadas o por comités obreros de seguridad e higiene electos en cada lugar de trabajo. No podemos dejar la salud en manos de los empresarios y la burocracia. En aquellos sectores que no se ha vuelto al trabajo presencial debemos discutir cómo hacemos para imponer la realización de asambleas presenciales de los trabajadores, (cada uno desde sus casas es imposible debatir y decidir cómo respondemos a semejante crisis que se vive). Rechazamos la decisión del Ministerio de Educación y la burocracia de CTERA de retornar a clases sin que se hayan resuelto los problemas de infraestructura y las cuestiones sanitarias elementales, son los trabajadores los que deben decidir cuándo y cómo en cada jurisdicción.
La desocupación es el mayor drama social que ya se ha padecido y hoy se reaviva fuertemente. Es imprescindible una lucha conjunta de trabajadores ocupados y desocupados, de todos los trabajadores, para terminar con este flagelo que amenaza con destruirnos. No hay ley que detenga la decisión de los empresarios de cerrar o despedir. Techint y tantos otros se burlan del gobierno, del Congreso y de la burocracia sindical, no solo despiden sino que reducen salarios, pagan en cuotas, o no pagan, y avanzan sobre las condiciones de trabajo.
Sólo se puede imponer una real prohibición de despidos, a partir de la ocupación de toda fábrica que produzca cesantías masivas o cierre, exigiendo apertura de sus libros contables, y que sea estatizada bajo control obrero para garantizar los puestos de trabajo.
Es necesaria una campaña permanente para terminar con la desocupación. Impidiendo nuevos despidos, exigiendo reincorporación de los despedidos. Y reclamando la reducción de la jornada de trabajo para repartir todo el trabajo disponible entre todos los trabajadores, sin afectar el salario, combinado con un plan de largo plazo de obras públicas.
No la burla del gobierno de planes asistenciales para crear más trabajo precarizado, a eso llaman “obras públicas”. Es claro que el gobierno no está dispuesto a tomar ninguna medida radical porque está sometido a las pautas y los acuerdos del FMI. La extensión de la IFE o el seguro al desocupado debe ser subordinado a esa respuesta general, como un evento transitorio mientras se pone en marcha la obra pública y se incorporan los trabajadores a los puestos de trabajo. Nuestra respuesta debe ser: ¡trabajo genuino para todos!, bajo convenio, con salarios que alcancen para vivir como personas.
El gobierno ha centrado su política en reconocer la deuda externa e interna, que pretende pagar íntegramente. Ajusta todas las medidas económicas y presupuestarias a ese objetivo, siguiendo las pautas del FMI, ese es su programa económico. Ordenará las cuentas para cumplir con los compromisos asumidos. Sus políticas de sometimiento al capital financiero, a los grandes capitalistas, no le permiten dar respuesta a las duras condiciones de vida y de trabajo que se viven. Como ya demostró con Vicentín, Techint, su tibia propuesta de centralización de sistemas de salud, el ajuste de las jubilaciones, etc. no está dispuesto a chocar con los sectores más poderosos, por el contrario los subsidia y les promete nuevos perdones y reducciones impositivas.
Ante el fuerte crecimiento de contagios e internaciones queda a la vista que el gobierno no ha puesto todos los recursos necesarios para enfrentar la pandemia, que los trabajadores de la salud son los más contagiados, que no se ha prevenido adecuadamente en los sectores más expuestos. En este cuadro el gobierno avanzó con la apertura que exigen los empresarios, con la complicidad de la burocracia sindical de la CGT y las CTAs. Los trabajadores somos obligados a trasportarnos, transitar y trabajar sin protección sanitaria adecuada.
El gobierno, que pagó deuda externa durante la cuarentena, dejó sin asistencia o con una IFE que no alcanza, a millones de trabajadores, obligándolos a salir a pelear por su subsistencia a pesar del riesgo de contagio.
Ante el colapso inminente del sistema sanitario es urgente y es imprescindible la centralización de todos los recursos de la salud –públicos y privados– en un sistema único estatal, universal y gratuito; expropiando clínicas y laboratorios. El gobierno se niega a esta medida elemental y, por el contrario, subsidia al sistema privado, para sostenerlo.
Pese a la complicidad de la burocracia, crecen las luchas sociales, conflictos y protestas obreras se abren paso en todo el país. Apoyamos y rodeamos de solidaridad todas las luchas de los trabajadores contra los despidos, la rebaja salarial y el vaciamiento empresarial. En los barrios crece la bronca, junto con la desesperante necesidad de conseguir algún ingreso, junto con el temor al contagio.
El temor al desborde de las protestas potencia por un lado el papel de amortiguador de la burocracia sindical y los movimientos de desocupados y por otro alimenta el reforzamiento del aparato de represión. La represión a la marcha por el aniversario del asesinato de Santiago Maldonado, la agresión policial a los choferes cordobeses o la desaparición de Facundo Castro por la policía bonaerense de Berni-Kicillof, son expresiones de una creciente violencia estatal y para estatal. El despliegue del ejército en las barriadas con la excusa de colaborar con la distribución de alimentos, es una pieza clave de ese dispositivo.
→ Exigimos la reapertura de paritarias con cláusulas de actualización automática; y con un salario y una jubilación mínimos que equivalgan al costo de la canasta familiar; rechazo a cualquier tipo de flexibilidad o reforma laboral. Defensa de los convenios colectivos de trabajo y las condiciones laborales.
→ Exigimos trabajo ¡para todos! Como señalamos antes. Terminar con toda forma de trabajo precarizado, informal. Plan de obras públicas que incluya prioritariamente el abastecimiento de materiales por parte de las fábricas bajo gestión de los trabajadores.
→ Exigimos la estatización de las gestiones obreras y recuperadas. No al remate de Cerámica Neuquen, por la expropiación y estatización de la fábrica bajo control obrero. Prohibición de importación de todo lo que se pueda producir en la Argentina. Expropiación sin pago de Vicentín.
→ Desmantelamiento del aparato de represión. Fuera el ejército de los barrios. Aparición con vida de Facundo Castro. Fuera Berni. Terminemos con la militarización impulsada por el gobierno nacional en los barrios populares.
Para hacer que la crisis la paguen los capitalistas debemos expropiar sin pago a los grandes capitalistas que evaden y saquean, que fugan sus ganancias, para desbloquear las fuerzas productivas. Si no recuperamos todos los recursos y empresas privatizadas en las últimas 4 décadas, si no se nacionaliza la banca y el comercio exterior, si no se desconoce la deuda externa, si se respeta la gran propiedad no hay forma de resolver los problemas terribles que padecemos.
Adherimos a la convocatoria a la jornada nacional de lucha que decida el Plenario.