No hay respuesta del gobierno frente al agravamiento de la crisis sanitaria
En las últimas semanas ingresamos en el punto más crítico de la pandemia. Con más de 11.000/12.000 contagios por días, con un promedio de 300 muertes por día. Con fuerte crecimiento en el interior del país. Con varias ciudades y provincias en el límite de la atención porque ya no quedan camas de terapia o no alcanza el personal de salud para atender esas camas.
Es evidente que la estructura sanitaria no es suficiente para atender la crisis. La consecuencia será una desatención de los pacientes más delicados y un aumento de los índices de letalidad y mortalidad. El tema es bien concreto. Si hay demora de días en la atención de los pacientes en estado más crítico, se terminan muriendo o su salud quedará muy resentida
Muestra que “el tiempo ganado” no sirvió para dotar de todos los recursos necesarios para cuando llegara el momento crítico. Fueron meses en que se debería haber preparado el sistema sanitario en el interior país, donde mayor ha sido la devastación de las últimas décadas.
En Buenos Aires y Gran Buenos Aires, el sistema no ha colapsado, por ahora, pero las situación de los trabajadores está llegando al límite, sin atención a sus reclamos salariales, de regularización laboral, con un alto porcentaje de trabajadores infectados y muertos, con altísimo estrés debido al elevado volumen de casos. Encima, cuando los enfermeros reclaman, los reprimen bestialmente.
La cuestión de la salud es un tema nacional, no puede quedar en manos de un gobernador o intendente la responsabilidad de la política sanitaria, se pueden evaluar particularidades regionales, pero la responsabilidad central es del gobierno nacional. Ahora que la crisis estalló de la peor forma en varias provincias el gobierno nacional parece hacerse a un lado, dejando que parezca que los responsables son las autoridades locales. El gobierno que hacía gala de su federalismo, cuando se federalizó el virus, desapareció de la escena.
El gobierno nacional es responsable de esa situación. Durante meses quiso convencernos que éramos los campeones del mundo combatiendo el virus, con largas conferencias con el gobernador de la Provincia y el de la Ciudad, con la presencia de científicos a toda hora explicando las curvas, las estadísticas y las medidas que se estaban tomando. Explicaban que en la mitad del país no había circulación del virus y que se vivía casi “en normalidad”
Ya no hay más conferencias, desaparecieron los médicos, los infectólogos, e inventan cualquier excusa para eludir su responsabilidad. El crimen contra el sistema de salud viene de lejos. Fue provincializado para reducir el presupuesto y facilitar el avance privado. Esta medida de corte “neoliberal” nunca fue anulada. El kirchnerismo no dio marcha atrás contra la provincialización de la salud y la educación pese a tener mayoría en el Congreso, amplia mayoría de gobernadores y 12 años continuados en el gobierno. Queda a la vista no solo cómo afecta el virus más a los más pobres y miserables, sino también la creciente desigualdad entre el centro del país y su interior.
No es una respuesta decir cuánto aumentaron el presupuesto y el gasto en comparación con Macri, esa comparación es querer tomarnos por tontos. Lo que tenían que hacer es tomar todos los recursos para preparar a las provincias más pobres con las instalaciones, los equipos, y el personal para atender la peor contingencia que pudiera pasar. Si el virus llegó desde China ¿cómo no va a llegar a Jujuy, a Río Negro, Mendoza, Santa Fe? ¿Qué les hizo pensar que estaban inmunes? Esta incapacidad del gobierno se refleja en cada área del gobierno. No está dispuesto a meter mano en la gran propiedad, en los super millonarios, para tomar todos los recursos que hacían falta para evitar este colapso, que se agravará en las próximas semanas.
La idea de que estábamos bien, que todo estaba bajo control, que se alcanzaría el pico en Junio o Julio, fracasó. Quisieron adaptar la realidad a sus mezquindades.
Lo mismo ocurre con la presentación del presupuesto para el próximo año, que revela que no se destinan los recursos que se necesitan para las áreas vitales, ni siquiera para recuperar los salarios retrasados de los trabajadores del estado, entre ellos los de la salud.
La CGT borrada de todas las demandas de los trabajadores solo planea en realizar una gran demostración el mes que viene… para apoyar al gobierno. La acompañarán las CTAs, y los movimientos de desocupados. Sus direcciones dan la espalda a los reclamos de millones de trabajadores cada vez más desesperados por la destrucción de puestos de trabajo y la pérdida del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, o cobrando planes que no alcanzan ni para comer. Dan la espalda a las miles de familias que ocupan terrenos y están amenazadas de desalojo.
Hay una salida, pero es de otra clase. De la clase obrera que no tiene un ningún compromiso con la gran propiedad ni con los bancos, ni los más ricos. Para dar respuesta a los problemas más urgentes hace falta un plan de emergencia que nacionalice la banca y el comercio exterior, desconozca la deuda y al FMI, expulse a las multinacionales de los sectores vitales de la economía, que anule las reformas exigidas por el capital financiero en los últimos 40 años y que ningún gobierno se animó a anular (privatización masiva de empresas y recursos, ley de entidades financieras, reformas de salud y educación). Para que esto se materialice es necesaria una rebelión nacional de los oprimidos, para eso hace falta recuperar todos los sindicatos y todas las organizaciones y poner en pie el partido revolucionario, que estamos construyendo desde el POR.