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Perú: Disgregación de la democracia burguesa

El 17 de septiembre, el parlamento peruano aprobó la apertura de un proceso de juicio político contra el presidente Martín Vizcarra, acusado de favorecer a un amigo cercano con nueve contratos, por un total de 50.000 dólares. Con 65 votos favorables (52 necesarios), 36 en contra y 24 abstenciones, el Congreso estableció la sesión plenaria el 18 de septiembre. Vizcarra compareció a declarar y terminó acusando al presidente del Parlamento, Manuel Merino, y al diputado Alarcón (responsable de la denuncia) de “conspiración” para derrocarlo.

El mismo día 18, fue finalmente bloqueado el proceso de acusación, al no alcanzar 87 votos válidos (78 diputados votaron en contra, 32 a favor y 15 abstenciones). Vizcarra obtuvo así una segunda victoria frente a la oposición, que intentó el año pasado aprobar la “suspensión temporal” del presidente, por “incapacidad moral”, cuando Vizcarra pretendía disolver el Congreso. Temporalmente apartado de la presidencia, asumió el cargo la entonces vicepresidenta, Mercedes Aráoz. Pero dimitió horas después, presionado por el alto mando de las Fuerzas Armadas. Vizcarra fue reinstalado como presidente. Sin embargo, el camino para la intensificación de las disputas intestinales inter-burguesas ya estaba trazado, agravado desde el estallido de la crisis capitalista mundial en 2008, que, en 2016, dio un salto adelante.

A pesar de librarse de la suspensión, Vizcarra tendrá que afrontar las trágicas consecuencias de la combinación de la crisis económica y sanitaria: ha aumentado la desocupación (35% de la población activa), las exportaciones se han desplomado y la economía se paralizó. En consecuencia, el PIB cayó un 41%. De modo que la crisis política fue, por el momento, contenida, a costa de agravar todas las contradicciones sociales y políticas.

Sucede que la ofensiva golpista se basa en el objetivo de intensificar las disputas inter burguesas en torno al parasitismo de los recursos estatales, esto cuando la crisis consume los ingresos fiscales, los bloques parlamentarios y lobbistas empresariales luchan contra la ofensiva del gobierno, para aprobar una reforma política que prohibiría las candidaturas de políticos con juicios penales.

Es en este escenario convulso donde las tendencias y métodos autoritarios y militarizantes cobran fuerza. El episodio más reciente de la crisis también demostró que tanto las fracciones de la oposición como el gobierno dependen de diferentes sectores de las Fuerzas Armadas. Esto explica por qué las Fuerzas Armadas han ganado mayor capacidad para resolver disputas políticas e interinstitucionales. Lo que demuestra que no hay forma de resolver el impasse sin recurrir a la centralización autoritaria de las disputas interburguesas y al fortalecimiento del aparato represivo.

Lo esencial de esta constatación es que las masas retoman la iniciativa y planifican sus combates en el campo de la lucha de clases para la defensa de sus condiciones de existencia. De modo que es parte del objetivo de los golpes y contragolpes, en el seno de la política burguesa, preparar las condiciones sociales y políticas para abortar la creciente intervención de las huelgas y luchas de las masas.

De lo que señalamos, se desprende que esta planteada la posibilidad de un golpe de Estado bonapartista y una centralización autoritaria a través de los militares. Sin embargo, este camino depende fundamentalmente de la evolución política de las masas. Lo esencial, para la vanguardia con conciencia de clase, es comprender las tendencias presentes en la crisis del régimen burgués semi-colonial y desarrollar la táctica y el método que permitan transformar las luchas por las reivindicaciones vitales y por las libertades democráticas en una lucha de clase contra de clase, antiimperialista y anticapitalista.

Ahí reside la importancia de que la vanguardia construya el partido marxista-leninista-trotskista, creando las condiciones para unir a la mayoría oprimida contra la burguesía semicolonial y el imperialismo, sobre la base de un frente único antiimperialista, bajo el programa del gobierno obrero y campesino.

 

(nota de MASSAS nº 620 POR – Brasil)

 

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