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103 años de la Revolución Rusa

El 25 de octubre se cumplirán 103 años de la revolución proletaria en Rusia. Aprovechamos la fecha para divulgar el homenaje de Lenin al camarada Sverdlov. Las enseñanzas de vida de los revolucionarios son la guía segura para la vanguardia con conciencia de clase que trabaja para construir el partido marxista-leninista-trotskista.


DISCURSO EN MEMORIA DE Y. M. SVERDLOV EN LA SESION EXTRAORDINARIA DEL CEC DE TODA RUSIA (Lenin – 18 de marzo de 1919)

Camaradas: Hoy, cuando los obreros de todo el mundo conmemoran el heroico ascenso de la Comuna de París y su trágico fin, tenemos que enterrar a Yákov Mijáilovich Sverdlov. El camarada Sverdlov tuvo ocasión de expresar a lo largo de nuestra revolución, en sus victorias, de manera más completa e íntegra que ningún otro los rasgos principales y esenciales de la revolución proletaria, y precisamente en ello estriba, en grado mucho mayor que en su fidelidad abnegada a la causa revolucionaria, su importancia como dirigente de la revolución proletaria.

Camaradas: En opinión de la gente que juzga superficialmente, en opinión de los múltiples enemigos de nuestra revolución o de los que hasta hoy vacilan entre la revolución y sus adversarios, en opinión de estas gentes lo que más salta a la vista es el rasgo de la revolución que se ha expresado en la represión enérgica e implacablemente firme contra los explotadores y enemigos del pueblo trabajador. No cabe duda de que sin este rasgo -sin violencia revolucionaria- el proletariado no hubiera podido vencer, pero tampoco puede caber duda de que la violencia revolucionaria ha sido un procedimiento necesario y lógico de la revolución sólo en determinados momentos de su desarrollo, sólo ante la presencia de condiciones determinada y particulares, en tanto que ha sido, y sigue siendo una prioridad mucho más profunda y constante de esta revolución y condición de sus victorias la organización de las masas proletarias, la organización de los trabajadores. En esta organización de los millones de trabajadores estriban precisamente las mejores condiciones de la revolución, la fuente más profunda de sus victorias. Este rasgo de la revolución proletaria es el que ha promovido a lo largo de la lucha a dirigentes que plasmaron más esa particularidad sin igual antes en la revolución: la organización de las masas. Ese rasgo de la revolución proletaria es el que promovió asimismo a un hombre como Y. M. Sverdlov, que fue ante todo y sobre todo un organizador.

Camaradas: Nosotros, los rusos, sobre todo en momentos difíciles para los revolucionarios, durante la preparación penosa, prolongada, a veces atormentadora y desmesuradamente larga de la revolución, hemos tenido que sufrir más que nada a causa del divorcio entre la teoría, los principios, el programa y la obra. Hemos tenido que sufrir con la mayor frecuencia del desmedido enfrascamiento en la teoría, desligada de la acción inmediata.

La historia del movimiento revolucionario ruso durante muchos decenios conoce una lista de mártires a la causa revolucionaria, pero que no tuvieron la oportunidad de encontrar aplicación práctica a sus ideales revolucionarios. Y en este aspecto la revolución proletaria dio por vez primera a los individuos de antes, a los héroes de la lucha revolucionaria, un verdadero terreno, una verdadera base, una verdadera situación; un verdadero auditorio y un ejército proletario en el que los jefes se puedan revelar.  A este respecto se manifiestan más que nadie los dirigentes que han sabido, como organizadores actuantes en la práctica, conquistarse un lugar tan extraordinariamente destacado como el que conquistó y ocupó legítimamente Y. M. Sverdlov.

Si lanzamos una mirada al camino recorrido por este dirigente de la revolución proletaria, veremos al punto que su magnífico talento de organizador se formó a lo largo de prolongada lucha, que este dirigente de la revolución proletaria forjó él mismo, viviendo y experimentando diversas épocas en las condiciones más duras de actividad para un revolucionario, cada una de sus magníficas cualidades de gran revolucionario. En el primer período de su actividad, siendo un muchacho aún, apenas adquirió conciencia política, se entregó por entero y de golpe a la revolución. En esa época, en los mismos comienzos del siglo XX, teníamos delante al camarada Sverdlov como el tipo más acabado de revolucionario profesional, un hombre que había roto por completo con la familia, con todas las comodidades y costumbres de la vieja sociedad burguesa, un hombre que se había entregado por completo y abnegadamente a la revolución y que fue forjando en su persona durante largos años, incluso decenios, pasando de la cárcel al destierro y del destierro a la cárcel, las propiedades que templaron a los revolucionarios para muchos años.

Este revolucionario profesional jamás se apartó un instante de las masas. Y si bien es cierto que las condiciones del zarismo lo condenaban, lo mismo que a todos los revolucionarios de entonces, a una actividad principalmente clandestina, ilegal, no es menos cierto que en esta labor clandestina e ilegal el camarada Sverdlov caminó siempre hombro con hombro y codo con codo con los obreros de vanguardia, que precisamente desde principios del siglo XX empezaron a sustituir a la generación anterior de revolucionarios del medio intelectual.

Precisamente en ese tiempo empezaron a actuar en el trabajo por decenas y centenas los obreros de vanguardia, adquiriendo el temple para la lucha revolucionaria sin el que, a la par de la vigorosísima vinculación con las masas, no hubiera podido tener éxito la revolución del proletariado en Rusia. Precisamente este largo camino de trabajo ilegal es el más característico para el hombre que, participando continuamente en la lucha, nunca se apartó de las masas, nunca abandonó a Rusia, actuó siempre con los mejores obreros y supo, a pesar de su alejamiento de la vida, al que las persecuciones condenaban al revolucionario, hacerse no sólo un dirigente querido por los obreros, no sólo un dirigente que conocía con la mayor amplitud y más que nada la práctica, sino también un organizador de los proletarios de vanguardia. Y si algunos pensaban que esa absorción completa por el trabajo ilegal, que este rasgo de revolucionario profesional lo apartaba de las masas – pensaban así con la mayor frecuencia nuestros enemigos o la gente vacilante-, es precisamente el modelo de actividad revolucionaria de Y. M. Sverdlov lo que nos muestra cuán errónea es esa opinión, de qué manera, por el contrario, precisamente esa abnegada fidelidad a la causa revolucionaria, que marcaba la vida de los que habían pasado por muchas cárceles y por los destierros más alejados de Siberia, precisamente esa fidelidad creaba a tales dirigentes, a la flor de nuestro proletariado. Y si iba acompañada de la propiedad de saber distinguir a la gente, de poner en marcha el trabajo de organización, ella era la que forjaba a grandes organizadores. Y. M. Sverdlov pudo llegar al puesto de primer hombre de la primera República Socialista Soviética, al puesto de primer organizador de las amplias masas proletarias, a través de los círculos ilegales, a través de la labor revolucionaria clandestina, a través del partido ilegal que nadie encarnó ni expresó con tanta integridad como él.

Camaradas: Todos los que han tenido ocasión, como yo, de trabajar día tras día con el camarada Sverdlov, veían con particular claridad que sólo el excepcional talento organizador de este hombre nos aseguraba lo que es hasta hoy causa de nuestro orgullo, y lo es con toda razón. Sverdlov nos aseguraba íntegramente la posibilidad de realizar un trabajo armónico, eficiente y verdaderamente organizado, un trabajo digno de las masas proletarias organizadas y que respondía a las demandas de la revolución proletaria, un trabajo cohesionado y organizado, sin el que no hubiéramos podido tener un solo éxito, sin el que no hubiéramos podido superar ninguna de las innumerables dificultades, ninguna de las duras pruebas por las que hemos pasado hasta ahora y por las que nos vemos obligados a pasar ahora.

En esta lucha impetuosa que es la revolución y en ese puesto especial que ocupa cada revolucionario, en un momento en que la discusión surge hasta en el labor del más pequeño organismo colegiado, tiene inmensa importancia una gran autoridad moral, indiscutiblemente sin tacha, ganada en el transcurso de la lucha, una autoridad que extrae su fuerza, claro que no de una moral abstracta, sino de la moral de un combatiente revolucionario, de la moral de las filas y columnas de las masas revolucionarias.

Si hemos logrado llevar durante más de un año los pesos descomunales que han recaído sobre las espaldas de un reducido círculo de revolucionarios abnegados, si los grupos dirigentes han podido resolver con tanta firmeza, rapidez y unanimidad las cuestiones más difíciles, eso ha sido únicamente porque entre ellos ha ocupado un lugar destacado un organizador de talento y tan excepcional como Yákov Mijáilovich Sverdlov. Sólo él consiguió reunir en su persona un asombroso conocimiento del personal dirigente del movimiento proletario, sólo él consiguió en los largos años de la lucha –a los cuales puedo referirme aquí brevemente – combinar el magnífico instinto de hombre práctico, el magnífico talento de organizador y la autoridad indiscutiblemente sin tacha, gracias a la cual Yákov Mijáilovich Sverdlov dirigía de manera completa y exclusivamente unipersonal las ramas principales del trabajo del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia que no hubiera podido dirigir sino un grupo de personas. Sólo él consiguió conquistar una posición en la que era suficiente una sola palabra suya en la inmensa mayoría de grandes e importantes cuestiones prácticas de organización para que se resolvieran de una vez y para siempre sin réplicas, sin reuniones algunas, sin votaciones formalistas algunas, y todos estaban totalmente seguros de que la cuestión quedaba resuelta sobre la base de un conocimiento práctico y un instinto de organizador que no sólo centenares y miles de obreros de vanguardia, sino incluso las masas creerían esas soluciones definitivas

La historia hace ya mucho ha mostrado que las grandes revoluciones promueven a lo largo de su lucha a grandes hombres y revelan a talentos que antes parecían imposibles. Nadie hubiera creído que de la escuela de los círculos ilegales y del trabajo clandestino, de la escuela del pequeño partido perseguido y de la cárcel de Turujansk pudiera salir un organizador que conquistó una autoridad absoluta e inquebrantable, un organizador de todo el poder de los Soviets en Rusia, y un organizador, único por sus conocimientos, de la labor del Partido que ha creado estos Soviets y ha puesto en práctica el Poder soviético, que está ahora realizando su marcha dura, doloroso y sangriento, pero marcha triunfal, hacia todos los pueblos, hacia todos los países del mundo.

Jamás podremos sustituir a este hombre, que adquirió ese excepcional talento de organizador, si entendemos por sustitución la posibilidad de encontrar a una persona, a un solo camarada que reúna las mismas aptitudes. Nadie de los que han conocido de cerca a Yákov Mijáilovich Sverdlov y contemplado su trabajo continuo puede dudar de que en este sentido es insustituible. El trabajo que ejecutaba él solo en el terreno de organización, de selección de personal y nombramiento para puestos de responsabilidad de las diversas especialidades no podremos ejecutarlo ahora más que en el caso de que destaquéis a grupos enteros de personas para cada una de las grandes ramas que dirigía el camarada Sverdlov solo, grupos que, siguiendo el camino de él, sepan aproximarse a lo que hacía él solo.

Pero la fuerza de la revolución proletaria radica precisamente en que sus raíces se hunden profundamente. Sabemos que en el lugar de los hombres que han entregado abnegadamente la vida en esta lucha, ella promueve a nuevos hombres, tal vez de menos experiencia, conocimientos y preparación al principio del camino, pero hombres muy ligados con las masas y capaces de dar, en lugar de los grandes talentos fallecidos, a grupos de personas que sigan su causa, que vayan por su camino y culminen lo que ellos comenzaron. Y en este sentido estamos profundamente convencidos de que la revolución proletaria en Rusia y en todo el mundo promoverá a grupos y grupos de personas, promoverá a numerosas capas de proletarios, de campesinos trabajadores que darán el conocimiento práctico de la vida, el talento de organizador que, si no es unipersonal, será colectivo y sin el que los ejércitos de millones de proletarios no pueden llegar a su victoria.

La memoria del camarada Y. M. Sverdlov nos servirá no sólo de símbolo eterno de fidelidad de un revolucionario a su causa, no sólo de modelo de combinación de la serenidad práctica y la habilidad práctica, de ligazón plena con las masas, con el saber dirigirlas, sino que será también garantía de que más y más amplias masas de proletarios, rigiéndose por estos ejemplos, irán siempre adelante hacia la victoria completa de la revolución comunista mundial.

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