Bicentenario del nacimiento de Friedrich Engels ¡Viva el revolucionario Engels! ¡Viva el marxismo!
Engels fue uno de los militantes revolucionarios de mayor envergadura. Junto con Marx, fundó el socialismo científico, que es la doctrina del proletariado moderno. Encarnó como pocos la unidad entre teoría y práctica, de modo que su legado se convirtió en una referencia obligada para los pueblos oprimidos de todo el mundo, en lucha contra el orden capitalista. La experiencia concreta de la lucha de clases solo ha reafirmado la vigencia de sus enseñanzas. Para el Partido Obrero Revolucionario, el mayor homenaje que se puede rendir al gran maestro, ahora, en 2020, implica asimilar y poner en práctica sus ideas, con el objetivo de transformar la realidad.
Friedrich Engels nació el 28 de noviembre de 1820 en la ciudad alemana de Barmen, una ciudad que luego se convirtió en un distrito de la ciudad de Wuppertal. Su familia era de comerciantes prósperos y bastante religiosos. El padre heredó parte del negocio que había creado su bisabuelo, una industria de hilado y blanqueo de fibras. La madre era una profesora, de familia proveniente de Holanda. Engels fue el primogénito de ocho hermanos.
Desde muy joven comienza a acercarse a la literatura, alejándose de la religión y de la vida impuesta por su padre. Incluso se declaró discípulo del Movimiento de los Jóvenes Alemanes, del que más tarde se separó, grupo literario cuyo miembro más destacado fue el poeta Heinrich Heine. No pasó mucho tiempo para volcarse hacia la filosofía y la política. Realizó el servicio militar. Por esa época, se unió a los Jóvenes Hegelianos en Berlín, donde vivió el entusiasmo por la publicación de las obras de otro pensador, Ludwig Feuerbach. En 1842, tras el servicio militar, viajó a Colonia, para reunirse con los responsables de Gazeta Renana, una revista radical que publicaba artículos de los Jóvenes Hegelianos, entre ellos Moses Hess. Las ideas de este, que fue uno de los primeros en la defensa de una versión del comunismo entre los Jóvenes Hegelianos, tuvieron una fuerte influencia en Engels. Fue en ese ínterin que acabó conociendo a Karl Marx.
La fructífera colaboración entre ambos, tan conocida, no empezó exactamente en ese primer encuentro. De vuelta en Inglaterra, en Manchester, Engels siguió escribiendo para los periódicos alemanes. Envió a las Anais Franco-Alemanas, que fueron editadas en París por Marx y Arnold Ruge (la Gazeta Renana había sido cerrada por el gobierno), el ensayo Esbozo de una Crítica de la Economía Política, en 1844. Marx ya había publicado, además de su tesis doctoral (sobre Demócrito y Epicuro), las obras Críticas de la Filosofía del Derecho de Hegel y La Cuestión Judía, además de los Manuscritos Económico-Filosóficos, que solo se conocieron póstumamente. En este contexto, Marx y Engels se reencuentran, esta vez en París.
Marx había sido profundamente impactado por el Esbozo, escrito por Engels, un texto que llamó su atención sobre el problema de la Economía. En la práctica, ambos ya estaban distanciados de los Jóvenes Hegelianos. Tanto es así que, desde el encuentro de París, surgió el proyecto de escribir un libro crítico con el movimiento, que se publicará en 1845, La Sagrada Familia. Ese mismo año, en marzo, Engels completó el libro La situación de la clase Obrera en Inglaterra, y pronto los dos empezaron a escribir La ideología alemana, una obra en la que ambos saldaron cuentas con los Jóvenes Hegelianos, un texto muy rico, publicado en su totalidad recién en el siglo XX. De Hegel, tomaron el método dialéctico; de Feuerbach, la concepción materialista. Desde entonces, la confluencia política e ideológica entre los dos revolucionarios durará hasta el final de sus vidas.
Sobre el Esbozo y la Situación, es necesario un paréntesis importante. Estas obras tienen muchas cualidades excepcionales. Destacamos, sin embargo, dos caracterizaciones bastante interconectadas: el antagonismo entre capital y trabajo y el papel revolucionario del proletariado. Estos dos pilares del marxismo que siguen vigentes.
Marx y Engels, en su tiempo, se dieron cuenta de la necesidad de conectarse con el movimiento obrero. Engels se había estado comunicando con los cartistas en Inglaterra (el nombre “cartismo” deriva de la “Carta del Pueblo”, que básicamente exigía derechos políticos y mejores condiciones para los trabajadores de la industria), que, más allá de esto, ya estaban dividiéndose y debilitándose. Además de los cartistas, Engels también comenzó a intercambiar correspondencia e intervenir con la Liga de los Justos, rebautizada, en 1847, como Liga de los Comunistas. Y fue precisamente el II Congreso de la Liga de los Justos, para el que Engels había escrito los Principios del Comunismo, el que encargó tanto a Marx como a Engels la elaboración de un Programa, redactado a finales de 1847 y publicado a principios de 1848, entrando para la historia con el título de Manifiesto del Partido Comunista.
Esta obra monumental y densa, profundamente actual, representó la coronación de la trayectoria teórica y política de Marx y Engels, hasta entonces, al mismo tiempo que expresó el entroncamiento de ambos con el movimiento obrero, dándole expresión consciente. Es en el Manifiesto donde los dos revolucionarios sintetizan la estrategia de la toma del poder y la constitución del proletariado como clase dominante, tarea que luego se desarrolló y sintetizó en la fórmula de la dictadura del proletariado. Es en el Manifiesto donde se puede encontrar, sintéticamente, la explicación sobre las crisis del capitalismo. También es en él donde se puede leer sobre la necesidad de superar este modo de producción, sustituyendo la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad social y colectiva. Concibe la revolución proletaria, que comienza en un país como parte de la revolución internacional.
Como puede apreciarse, ambos realizaron una trayectoria de ruptura prácticamente simultánea con la llamada Filosofía Clásica Alemana, asimilando las ideas del comunismo. Tomaron de diversas fuentes, de modo que la fórmula consagrada de las “Tres Fuentes” (Economía Política inglesa, Socialismo utópico francés y Filosofía alemana), aunque correcta en general, no es más que una simplificación. La síntesis que elaboraron y reelaboraron continuamente hasta sus últimos días, manteniendo la esencia revolucionaria, es la teoría moderna del socialismo, el socialismo científico, o simplemente, el marxismo. Es un trabajo común, fruto de una vida dedicada a la militancia por la causa del proletariado.
Las contribuciones específicas de Engels fueron varias: la crítica de la economía política, los fundamentos del internacionalismo, la comprensión de la naturaleza de clase del Estado, la comprensión de las diversas manifestaciones de la opresión de clase, especialmente la opresión de las mujeres, entre otras. Engels también fue un líder y un profundo conocedor del medio militar. Desarrolló y aplicó la dialéctica en varias áreas. Junto con Marx, fue organizador de la Primera Internacional y, tras la muerte de su amigo, contribuyó a la construcción de la Segunda Internacional. Juntos establecieron los pilares del concepto de partido revolucionario. Participaron directamente y analizaron críticamente la ola revolucionaria de 1848-50. Sacaron las conclusiones necesarias de la experiencia de la Comuna de París de 1871.
Además de brindar apoyo material a Marx en vida, Engels completó su máxima obra, El Capital, después de su muerte, tomando los manuscritos, organizándolos y dando forma definitiva a los libros II y III. Es un trabajo insuperable hasta hoy. En él se exponen las leyes fundamentales de funcionamiento de la economía capitalista. Es a partir de la comprensión de estas leyes que la doctrina de Marx y Engels adquiere un carácter científico, demarcando una frontera en relación con los socialistas anteriores, calificados de “utópicos”, precisamente por la incapacidad de deducir la nueva sociedad a partir de los engranajes de la actual.
Con tal contribución a la lucha revolucionaria de la clase obrera, en todo el mundo, era de esperar que el odio de clase a la burguesía se manifestara violentamente, en contraposición. De hecho Engels, al igual que Marx, fue uno de los revolucionarios más atacados y distorsionados de la historia. No hay lugar para hacer espacio aquí para reproducir las calumnias. Y no se trata de cometer el error del culto a la personalidad, al estilo estalinista. Los mismos Marx y Engels supieron manejar la crítica y la autocrítica como pocos. Corresponde a la vanguardia extraer las enseñanzas, asimilarlas y aplicarlas, no como una receta infalible, sino sobre todo como un método (la dialéctica materialista), tomando sus principios y análisis como herramientas para la transformación de la realidad actual.
Engels falleció en Londres el 5 de agosto de 1895, por lo tanto, tenía casi 75 años. Lenin resumió el legado dejado por los dos revolucionarios alemanes de la siguiente manera: “Podrían expresarse en pocas palabras los servicios prestados por Marx y Engels a la clase obrera diciendo que le enseñaron a conocerse y a tomar conciencia de sí misma, y sustituyeron las quimeras por la ciencia.”. Y añade: “Por eso el nombre y la vida de Engels deben ser conocidos por todos los obreros”. ¡Memoria eterna al gran maestro del proletariado! ¡Viva Engels!
(nota de MASSAS nº 624 – POR Brasil)