2020: sigue la caída del poder adquisitivo del salario
Este año la pandemia fue la excusa para no pelear por el salario, para no pelear por los convenios, para no resistir los ataques a las condiciones laborales. Las burocracias colaboran abiertamente con el gobierno y las patronales para que los salarios y las jubilaciones sigan retrocediendo.
El presidente Fernández espera que el año que viene los salarios se recuperen un 4% si se recupera la economía. ¡¡4%!! O sea, que ni siquiera se recupere el pobre nivel del 2019.
El salario real de los trabajadores en el sector privado registrado continúa cayendo, cerca de 5% en 2020. Es la tercera caída anual consecutiva, y completa desde 2012 una baja del orden del 25%. Una reducción en el poder adquisitivo mayor al verificado en 2002. El deterioro es mayor en los empleados no registrados y en el sector público. Estamos diciendo que en pocos años los trabajadores hemos resignado un cuarto de nuestros ingresos, 3 salarios completos en un año.
La caída del salario real se observa comparando la evolución del salario nominal y la inflación.
La presión patronal por ajustes de tarifas, liberación de precios y devaluación es muy fuerte, anticipando que en el año próximo la inflación seguirá siendo muy elevada.
La clase obrera tiene un arma de defensa para enfrentar la inflación, la lucha generalizada por el salario mínimo vital y móvil, esto es que el mínimo equivalga al costo de la canasta familiar y se ajuste mes a mes de acuerdo a la inflación. No hay que confiar en los controles y en las promesas de los gobiernos impotentes frente a la presión patronal. La estructuración del Consejo Económico Social con las patronales y las burocracias apunta a que se comprometan a contener los reclamos salariales de los trabajadores.
No hay posibilidad de reactivar fuertemente la economía con salarios y jubilaciones deprimidos. Más del 70% de la producción se destina al mercado local. La demanda de mercancías no crecerá mientras no crezca en forma significativa la ocupación de la fuerza de trabajo y su retribución. En nuestro país se verifica que la caída de la demanda, las menores ventas, no contienen los precios. La burguesía remarca más los precios para compensar por esa vía sus ganancias.
La base de la inflación está en la extraordinaria concentración de los medios de producción y distribución, monopolizados. Sólo la clase obrera a través del control obrero colectivo de la producción y distribución e imponiendo la apertura de los libros de todas las empresas, puede dar batalla para terminar con este flagelo que se devora nuestros ingresos.
Los sectores vitales de la economía no deben estar en manos privadas. El estado debe recuperar su propiedad y de todos los recursos esenciales.
Para pelear por el salario mínimo igual al costo de la canasta familiar para todos los trabajadores debemos organizarnos desde las bases, coordinar nuestras luchas y sacarnos de encima a toda la burocracia traidora, sirviente de todos los gobiernos.