Elecciones en Estados Unidos: la desindustrialización condiciona el recambio y la permanencia en el gobierno
Los resultados de las elecciones estadounidenses, disputadas voto a voto, sorprendieron, porque las encuestas indicaban una holgada victoria de Biden contra Trump. El pequeño margen que dio la victoria demócrata oscurece las profundas contradicciones que llevaron a este resultado final. Los votos revelaron una gran división en el país.
Trump: agotado en forma, pero no en contenido
La elección de Donald Trump en 2016 expresó la necesidad de un cambio en el gobierno de Estados Unidos para adaptarlo a las nuevas condiciones políticas y económicas a nivel mundial. El multilateralismo de Barak Obama, antes vigente, se encontraba agotado, ante el avance de la crisis mundial del capitalismo. Cualquier búsqueda de crecimiento industrial en un país solo podría realizarse a costas de un amplio retroceso de otra nación. Estados Unidos se encontraba en el momento de mayor declive de su industria, desde el final de la 2ª guerra mundial, y en proceso de desindustrialización.
Trump fue elegido con el objetivo de retomar el papel industrial de Estados Unidos, tomar medidas para desestimular la expatriación de industrias y reanudar la producción interna. Prometió romper cualquier tratado ambiental para reanudar la minería del carbón y generar empleos en ese sector. Trazó el rumbo de la guerra comercial general, con el fin de proteger y estimular la producción agrícola y siderúrgica. Ha tomado varias medidas para desregular la economía con el fin de liberar la mayor explotación de la fuerza de trabajo. Agudizó los conflictos externos, presionando para una mayor influencia estadounidense en todas partes.
El conjunto de medidas adoptadas por Trump desaceleró la desindustrialización, pero no la detuvo. De esta forma, para los capitalistas, es necesario avanzar en sus medidas de guerra comercial y proteccionismo. El obstáculo es el desgaste político de Trump. Su gobierno, en su forma, estaba agotado, una vez que las medidas nacionalistas por sí solas no pudieron recuperar el terreno perdido.
El Partido Demócrata comenzó sus internas con un liderazgo holgado del precandidato Sanders, un defensor de la vuelta del multilateralismo de Obama. Biden ocupaba una posición insignificante. Repentinamente, pasó a recibir donaciones millonarias para su campaña, lo que lo impulsó y se llevó puesto al “izquierdista” Sanders. Biden reunió detrás de él a los capitalistas que temían la continuación de un gobierno agotado ante las demás fracciones del imperialismo mundial y las necesidades de la economía estadounidense, en decadencia, ante el avance de China. Las fracciones de capital financiero inflaron la candidatura de Biden, que podría mantener la esencia de la política de Trump, mientras que al mismo tiempo le da al gobierno una apariencia negociadora. Biden siempre ha sido considerado un senador con una buena comunicación entre los dos partidos estadounidenses más importantes. Su perfil conservador incluso logró atraer a políticos republicanos para apoyar su campaña.
Los medios, en general, realizaron una campaña más o menos abierta a favor de Biden. Su candidatura ganó apoyo en Europa y América Latina. Con tal alcance, no sería extraño que las encuestas le dieran un amplio margen sobre Trump.
Votos en las grandes ciudades y en el interior
La desindustrialización de Estados Unidos ha provocado un proceso migratorio, desde los grandes centros a los suburbios y ciudades del interior. Este proceso tiene sus raíces en el desarrollo de la crisis, principalmente en 2008, intensificando el traspaso de industrias, del norte al sur, y luego de allí al exterior. Los capitalistas huyeron, primero, de la regulación sindical en los estados más industrializados, prefiriendo aquellos que permitían bajar el valor de la fuerza laboral. Luego, en los años 2010, prefirieron instalar sus fábricas principalmente en China. Este proceso de migración de las fábricas sacó a parte de la población de las grandes ciudades industriales. Parte de los trabajadores asalariados pasó de la industria a los servicios. Parte, al trabajo de oficina en casa. En parte, al trabajo agrícola. Esto incrementó el peso electoral de la población del interior. Este proceso fue la base de la victoria de Trump en 2016 (de las 18.000 ciudades del interior, 13.000 votaron por Trump), y avanzó con la expresiva votación de más de 71 millones de votos en 2020.
Se observa que, en los grandes centros urbanos, de concentración industrial, de influencia más directa del capital financiero sobre los votos, Biden obtuvo más del 70% de los votos, alcanzando más del 80% en los mayores centros urbanos. Mientras que Trump tuvo su mayor voto en las regiones más remotas, en los estados con mayor producción agrícola y en las ciudades con mayor concentración de población blanca y evangélica (82%). Se nota que el voto en Trump expresó, en gran medida, la desindustrialización generalizada de EE.UU., que pasó por los estados del centro y sur, llevando a una gran parte de la población asalariada a apoyarlo, debido a que prometió y realizó la vuelta de parte de los empleos a los trabajadores del carbón y otros sectores obreros, y las ventajas comerciales para los propietarios medianos, ya sean agricultores o pequeños comerciantes. Así, ya fueran negros o latinos, en Florida, fueron estos sectores los que le dieron la victoria a Trump. Sin hablar del avance de las exportaciones agrícolas, a costa de una mayor presión en la guerra comercial con Europa y China. Ciertamente, los sectores de la agroindustria siguen apoyando a Trump.
El capital financiero maneja las elecciones, pero no de forma mecánica. Debe utilizar la mediación de los medios de comunicación, iglesias, escuelas, etc. Aunque la mayoría de los capitalistas estaban a favor de la candidatura de Biden, esto no se expresó plenamente en los resultados finales de las votaciones, excepto en los polos industriales. La desindustrialización aparece como un elemento decisivo, tanto en las elecciones que dieron la victoria a Trump, como en las que lo sacaron del gobierno.
El peso de la pandemia y las manifestaciones
Estados Unidos fue el país más afectado por la pandemia en el mundo. En la primera ola murieron más de 200 mil personas. Trump vaciló durante la pandemia. Inicialmente, tuvo una actitud “negacionista” y de economía abierta, conservando solo al llamado “grupo de riesgo”. El hecho es que la pandemia avanzó sobre la población más pobre y menos asistida. Luego, comenzó a adoptar el discurso de relativa protección, asimilando parte del discurso de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Trump se desgastó ante la falta de acción organizada y centralizada del gobierno nacional. Los gobiernos demócratas de los estados pasaron a atacarlo de manera más sistemática.
Las movilizaciones contra los asesinatos de negros por parte de la policía racista rompieron el aislamiento y cientos salieron a las calles de ciudades de todo el país. Una gran proporción de jóvenes blancos participó en las protestas, que se radicalizaron en algunos sectores. Hubo quema de coches de policía, roturas de bancos y tiendas, ocupaciones de comisarías y edificios públicos, e incluso la formación de una milicia negra armada, anti represión policial. Sin embargo, todos estos movimientos tropezaron con la ausencia de una dirección revolucionaria que expresara, dentro del movimiento, la independencia de clase, el rechazo al legalismo, el electorismo y el pacifismo, y la estrategia de la revolución y dictadura proletarias. Así, prevaleció la política de votar por la caída de Trump en la disputa con Biden. Una atracción más fue aprovechada por la burguesía: la candidatura a vicepresidente de Kamala Harris, hija de un indio y un jamaiquino, señalada como la presencia del movimiento negro en la boleta burguesa demócrata. Las manifestaciones masivas se desviaron del campo de la acción directa a los canales electorales y legales, y así retrocedieron. Vinieron a expresarse en la votación masiva de Biden en los centros donde las protestas fueron más masivas. En la ciudad de Nueva York, ganó con el 85% de los votos.
Los ataques y defensas de la democracia
La conducta de Trump resultó ser peligrosa para la institución del voto popular en el régimen democrático estadounidense. Sus acusaciones, desde antes de las elecciones, de que habría fraude, por el voto por correo, y otras particularidades en la votación de cada estado (no existe una legislación federal única que imponga reglas de votación), crearon un clima de desconfianza por parte de la población, hasta el punto de una protesta masiva de ultraderecha días después de la confirmación de Biden como ganador de las elecciones.
Durante el conteo final, Trump incluso hizo un comunicado en la televisión nacional de que las elecciones habrían sido robadas, discurso que fue cortado en todos los canales, desde los más liberales hasta los de derecha. Esta acción orquestada demuestra la posición de la mayor parte del capital financiero en la consolidación de la victoria de Biden.
Días después de las elecciones, la portavoz del gobierno se vistió con la camiseta republicana de Trump y salió a la televisión para acusar al proceso electoral de fraude y robo. La cadena Fox TV, conocida por su derechismo histórico, también censuró e interrumpió la transmisión, acusándola de fake news.
Se formó un amplio frente en defensa de la aceptación de los resultados electorales, que incluía a miembros del Partido Republicano. Por otro lado, todo un sector de los republicanos se mantuvo fiel a la negación trumpista, diciendo que aún no estaba todo certificado, y que podría haber cambios en los resultados. Lo mismo sucedió con el sector ideológico del gobierno en Brasil, incluido Bolsonaro, que se negó a admitir la victoria de Biden, mientras que los militares declararon su apoyo y reconocieron la victoria demócrata.
La mayor parte de la burguesía imperialista es consciente de que la democracia es la mejor manera de mantener a las masas subordinadas a su dictadura y explotación de clase. Aunque haya problemas en las elecciones del 3 de noviembre, estos deben ser anulados, a favor de la defensa de la democracia burguesa, que hace que las masas busquen en ella, y no en sus propios métodos de lucha, para satisfacer sus demandas. La crisis global del capitalismo, que lleva a la burguesía a atacar más profundamente a las masas y a aumentar la opresión nacional y social en todas partes, por medios cada vez más represivos y antidemocráticos, estrangula la más alta democracia de los países imperialistas, y más aún las débiles democracias de los países atrasados. La tendencia general es la descomposición de la democracia burguesa, en todas partes, como parte de la descomposición general del modo de producción capitalista.
La tendencia general de las masas es chocar cada vez más con la moribunda democracia burguesa e ir poniendo en pie organismos propios de las masas, la base de la democracia proletaria. La clave de la situación está en la construcción del partido revolucionario y su penetración en el proletariado, única clase capaz de encaminar esta lucha hacia la revolución social.
(nota de MASSAS nº 624 – POR Brasil)
Elecciones en Estados Unidos: la participación de los jóvenes rompe récords y contribuye a la victoria de Biden
La juventud estadounidense jugó un papel importante en la victoria de Biden. El número de jóvenes, entre 18 y 29 años, que acudieron a las urnas, se duplicó respecto a las elecciones de 2016. En el grupo de edad de 18 a 35 años (el 13% del electorado) el 61% votó por los demócratas.
En el estado de Florida, donde los jóvenes organizaron la llamada “Marcha por Nuestras Vidas” en 2018 – en respuesta a la masacre en Pakland High School, que dejó diecisiete muertos, incluidos menores – registró un aumento considerable de votantes jóvenes: cinco veces más, en relación a la penúltima elección. Aunque Trump ganó la mayoría del colegio electoral en ese estado, el voto de los jóvenes por Biden fue sorprendente.
Este proceso de crecimiento de ilusiones democráticas se expresó en otros sectores oprimidos, como las mujeres y los negros. En el caso del voto femenino, la mayoría fue para Biden / Harris, 55%. Entre los negros, que representan el 11% del electorado, el 90% votó por los demócratas.
Algunas de las banderas levantadas por los jóvenes, que votaron por los demócratas, son el control del uso de armas, la condena al racismo, la defensa del ambientalismo, la igualdad de “género”, el respeto a los derechos humanos y la tolerancia a la diversidad. Como hemos señalado, tanto demócratas como republicanos expresan diferentes variantes de la política burguesa, y no pueden resolver tareas democráticas, como el fin de la opresión racial o la igualdad entre hombres y mujeres. Los jóvenes apuestan por la posibilidad de ampliar la representación de jóvenes negros y mujeres en la política burguesa – debido a su vice Kamala, esposa e hija de inmigrantes- y rechazar las ideas fascistizantes de Trump. Esta inclinación de la juventud a la candidatura de Biden / Kamala, por ser progresista, fue incluso reforzada por personalidades populares entre las masas jóvenes, como la ex Pantera Negra Angela Davis. Vale la pena recordar que el discurso de gobierno progresista fue ampliamente utilizado en la elección de Obama. Su gobierno no ha dado un paso capaz de proteger a los negros del racismo y la violencia policial. Otro balance de este presidente negro muestra que dejó la presidencia, después de haber pasado su mandato como intervencionista mundial y promotor de guerras, realizando más de 26 mil bombardeos en todo el mundo.
El propio desarrollo del gobierno electo se encargará de evidencias las ilusiones de estos sectores oprimidos. Sin embargo, la lucha por acabar con esperanzas utópicas depende de la construcción del partido revolucionario. Corresponde a la vanguardia con conciencia de clase trabajar para superar la dirección de la dirección. El instinto de rebelión de los jóvenes, negros, mujeres contra la opresión capitalista favorece la tarea de organizar un partido que tenga como programa la revolución y el internacionalismo proletario.
Esta experiencia en los Estados Unidos permite a los jóvenes, los negros que padecen del racismo y las mujeres, que son sometidas a la esclavitud en su hogar, en Brasil, comprender que las ilusiones en cualquier partido de la burguesía, incluidos los partidos reformistas, sirven al mantenimiento de las causas de la opresión. La juventud es una fuerza creativa poderosa, que tiene un lugar importante en la lucha de clases y en la construcción del partido marxista-leninista-trotskista.
(nota de MASSAS nº 624 – POR Brasil)