Fuerte incremento de la deuda total, anticipo de más ajustes contra los oprimidos para poder pagarla
El año 2020 termina con un record histórico de deuda que equivale al 365% del producto bruto mundial. Aproximadamente unos 272 billones de dólares. Agravando notablemente el nivel de deuda que existía antes del inicio de la pandemia. Esta deuda incluye la deuda de los gobiernos, las empresas y las familias.
Es un incremento del 80% de la deuda calculada al comienzo de la crisis de 2008.
La deuda de los países también ha alcanzado un record. Por primera vez en la historia equivale al 100% del producto bruto mundial.
El FMI informaba que debido a la pandemia hasta octubre pasado se habían gastado 12 billones de dólares para enfrentar sus consecuencias. La deuda total en un año se incrementó en 22 billones de dólares.
Estados Unidos uno de los países más endeudados muestra una deuda total que alcanzó 80 billones de dólares en 2020, frente a los 71 billones de dólares de 2019. La mayor parte del aumento la produjo el gobierno, 3,7 billones de dólares y las empresas 1,7 billones de dólares.
La Reserva Federal de EE.UU. intervino fuertemente para impedir una debacle financiera comprando, entre otros activos, bonos de las corporaciones. Esto no reactivó la economía, por el contrario, potenció el endeudamiento privado. En 2020 el número de corporaciones “zombies” –que no ganan lo suficiente como para pagar siquiera los intereses de su deuda— aumentó un 50% en relación a fines de 2019. Hoy el 20% de las 3.000 corporaciones más grandes son “zombies” y su deuda aumentó casi un billón de dólares desde que empezó la pandemia. Black Rock, la mayor financiera del mundo, fue elegida por la Reserva para administrar la compra de bonos por cientos de miles de millones de dólares, para que no cayeran sus cotizaciones.
El FMI alerta sobre una bola creciente de préstamos impagos y al “mar de deuda en el que van a navegar los estados”. Y dice: “Los riesgos a la estabilidad financiera se han mantenido por ahora bajo control. Pero nada asegura que esto vaya a seguir siendo así”. Ya en noviembre pasado encabezaba su informe diciendo “Deuda global: La covid-19 enciende un fusible”.
Advierten sobre las empresas cuyos bonos pierden el “grado de inversión” y se convierten en especulativos, – los famosos bonos basura―, cuyo número se ha triplicado desde la pandemia.
En los países atrasados, semicolonias del imperialismo, la situación es más grave porque no se benefician con las tasas cercanas a cero que pagan las deudas de los países desarrollados. Sus ingresos han caído producto de la recesión económica, sus deudas en general están nominadas en dólares que se potencian por la devaluación de sus monedas locales, mientras ha aumentado el gasto.
Insistimos, la pandemia no hizo más que agravar la situación. La deuda venía creciendo desde mucho antes. La crisis económica se expresa en la mayor recesión en Occidente desde la Segunda Guerra Mundial.
Así grafica el FMI en su portada las “Repercusiones sociales de las pandemias”
Han previsto que 90 millones de personas caigan en la pobreza extrema en el mundo.
Tarifazos, ajustes y contrarreformas arrancando derechos a los oprimidos, reduciendo los presupuestos en educación, salud y jubilaciones, son las recetas para equilibrar las cuentas y pagar las deudas.
Los gobiernos, serviles al capital financiero, intentan aplicar esos planes y se encuentran con la resistencia popular a sus medidas, como se está viendo. La respuesta de los gobiernos es mayor represión y autoritarismo, abandonando las formas democráticas de dominación.
La respuesta obrera, antiimperialista, debe ser rechazar el pago de toda la deuda pública, desconocer al FMI y el Banco Mundial y luchar por la estatización de la banca bajo control obrero colectivo. Esta medida no puede ser aislada, debe formar parte de una política integral para imponer la soberanía nacional en nuestros países contra la prepotencia imperialista.
En nuestro país debe combinarse con la nacionalización del comercio exterior, la expropiación de la oligarquía, recuperar los ríos, los mares, los yacimientos y todas las empresas vitales que han sido privatizadas.