Bolivia: El inicio del ascenso de masas genera sus propias contradicciones internas
La crisis económica y sus consecuencias sociales
Cuando se habla del ascenso de masas no se trata de un proceso lineal y mecánico. Actualmente las masas en general, mediadas por la crisis sanitaria, no reaccionan de la misma manera frente a los efectos devastadores de la crisis económica; existen sectores que están dando saltos tomando la acción directa como el método central de su lucha, otros tardan en incorporarse a las movilizaciones y hay otros que actúan como correa de transmisión del Estado burgués y de la clase dominante, apareciendo en el escenario como la negación del ascenso de masas. El problema radica en descubrir cuáles de estas tendencias son las dominantes y cuáles son tangenciales o marginales. La percepción precisa de esta realidad social permitirá caracterizar el estado de ánimo de las masas, en ascenso o en depresión
Ahora, de manera objetiva, se puede observar que los sectores económicamente más deprimidos como esa inmensa mayoría de cuentapropistas (comerciantes minoristas, artesanos, campesinos pequeños productores que todos los días ven depauperarse los precios de sus productos, etc.) están saliendo a las calles desafiando al terror a la pandemia; en ellos pesa más el tormento del hambre y se ven obligados a salir a las calles a buscar un medio de subsistencia. A pesar de haber roto el miedo a la pandemia y la barrera de las cuarentenas sanitarias, llegan al convencimiento de que la crisis económica hace que sus ingresos sean cada vez más pequeños para el tamaño de sus necesidades, generando un estado de insatisfacción que los empuja a recurrir a la acción directa para exigir a los gobernantes incapaces soluciones a sus problemas. En el magisterio, los sectores que trabajan en las provincias y son obligados a ejecutar clases presenciales o semipresenciales sin las mínimas medidas de bioseguridad por la presión de las autoridades y de los padres de familia, todos los días, se sienten expuestos al peligro de los contagios y a la muerte y, además, sienten más carga sobre sus espaldas porque sus obligaciones se han multiplicado por la aplicación de las nuevas modalidades de trabajo. Este sector es más proclive a incorporarse rápidamente a las movilizaciones. Los trabajadores asalariados que son víctimas de los despidos y comprueban la inutilidad de los jueces frente al poder económico del patrón y la complicidad del Estado, salen a las calles y se movilizan; sin embargo, sus movilizaciones no logran todavía superar las ilusiones en que, por la vía de la aplicación de las leyes, van a resolver sus problemas.
Existen otros sectores que tienen sus sueldos y sus fuentes de trabajo relativa y momentáneamente asegurados, como el magisterio, los mineros dependientes de la COMIBOL, los fabriles dependientes de empresas subsidiarias de las transnacionales, etc. Sectores que, aunque sienten solidaridad con sus compañeros en desgracia y acumulan bronca porque la crisis también golpe contra ellos, prefieren agachar la cabeza para no enfrentarse con sus empleadores y poner en riesgo sus fuentes de trabajo. Sin embargo, en la medida en que se agudice la crisis económica y tiendan a generalizarse las movilizaciones, serán arrastrados por las acciones de los sectores que ya están en las calles.
En medio de este complejo panorama social también surgen sectores marginales, sobre todo influenciados por la demagogia del gobierno y por la campaña de los empresarios privados, que hacen el papel de correa de transmisión del Estado burgués, de los intereses de la clase dominante y del imperialismo; aparecen como la negación del inicio del proceso de ascenso y que, sin embargo, tienen muy pocas posibilidades de consolidarse porque, en la medida en que se generalice la posibilidad de las movilizaciones unitarias, también serán arrastrados por el ascenso de masas.
Por todas partes se escucha la consigna de “unidad” para arreglar cuentas con el gobierno incapaz y con la prepotencia patronal. Ha llegado la hora de señalar que “la unidad por la unidad” como consigna abstracta lleva en sus entrañas el peligro de conducir a las masas a las aguas turbias de la derecha tradicional, del democratismo burgués y de mantener a los explotados atrapados en las ilusiones de la justicia. Proclamamos la unidad en base a un programa que exprese los intereses de todos los oprimidos y explotados del país y señale claramente la salida revolucionaria a la actual crisis, bajo la dirección política del proletariado.
(nota de MASAS nº 2650- POR Bolivia)