Memoria eterna a Guillermo Lora – A 12 años de su muerte
Todos los años aprovechamos la fecha del 17 de mayo de 2009 para resaltar la importancia del dirigente del Partido Obrero Revolucionario (POR) de Bolivia y del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI). El trabajo de construcción del POR en Brasil comprobó la importancia y el deber de los marxistas de no perder la oportunidad de las fechas que se refieren a la actividad de los revolucionarios que ya no están con nosotros, y los acontecimientos de gran importancia en la lucha de clases y las conquistas del socialismo científico. La vida de los luchadores, en particular la de los marxistas, se funde con su trabajo sistemático junto al proletariado, con la dedicación al Partido y con las valiosas contribuciones a la edificación de la teoría y el programa de la revolución social.
Recordamos la muerte de Lora, en estos 12 años, después de cerrar la campaña en torno a los 150 años de la Comuna de París, que a su vez fue precedida por la campaña de los 102 años de la fundación de la Tercera Internacional. Constatamos que en cada campaña el POR asimila, reivindica e incorpora las conquistas dejadas por los marxistas y por las revoluciones.
Guillermo Lora -como Marx, Engels, Lenin, Trotsky y otros revolucionarios- contribuyó al avance y a la afirmación de la comprensión de las leyes de la historia, que estuvieron en la base de las grandes transformaciones y que siguen vigentes en la lucha del proletariado por una sociedad sin clases, por el comunismo. Lora se ha ganado un lugar junto a los cerebros más avanzados del socialismo científico. Tiene la particularidad de no haber nacido en Europa, cuna del capitalismo, de la evolución de la clase obrera y de la primera revolución proletaria victoriosa -la Revolución Rusa-. Esta particularidad refuerza la figura del revolucionario boliviano. Indica el tamaño del esfuerzo práctico y la disciplina intelectual para formarse como marxista-leninista-trotskista, en la tarea cotidiana de construir el POR, y dirigirlo en el mar turbulento de la lucha de clases en Bolivia, en América Latina y en el mundo.
Su estatura marxista está ligada a los obreros mineros, a la respuesta del partido a la masacre de Catavi, a las Tesis de Pulacayo, al bloque minero parlamentario, a la sublevación de 1946, a la Revolución de 1952, a la Asamblea Popular de 1971, a la respuesta al golpe fascista del general Banzer, a la desintegración de la Cuarta Internacional en los años cincuenta y sesenta, y al trabajo de creación del Comité de Enlace para la Reconstrucción de la Cuarta Internacional. En especial, está vinculado al nacimiento y consolidación del Partido Obrero Revolucionario en Brasil. Esto es para nosotros un reconocimiento de inestimable valor.
La experiencia con la unidad dialéctica entre la teoría y la práctica del internacionalismo marxista, llevada a cabo por nuestra organización con las discusiones, la elaboración colectiva, la aplicación de las orientaciones y la realización del centralismo democrático, en el marco del Comité de Enlace, marcó profundamente nuestro esfuerzo por elaborar el programa, y cuidar celosamente el método leninista de construcción y funcionamiento del POR. Vivimos, durante años de militancia en el Comité de Enlace y de participación en la vida interna del POR boliviano (Congresos, Conferencias, formación en la Universidad Popular y manifestaciones en la sede del sindicato de maestros en La Paz – la Casa del Maestro) el incansable esfuerzo de Lora por elevar a los poristas a la teoría marxista de la revolución proletaria y al internacionalismo comunista. Vivimos y participamos de las divergencias internas, situaciones en las que se transmite el método, la organización, la severidad y la disciplina de ideas propias de un partido leninista.
Pudimos observar que, comparativamente, el POR de Brasil, sección del Comité de Enlace, por su carácter embrionario, estaba lejos de la madurez del POR de Bolivia. Pero Lora nunca pasó por alto nuestras debilidades y nos mostró que el partido es el programa, y con él, el método marxista, que se diferencia y se opone completamente a los métodos pequeñoburgueses y antimarxistas de funcionamiento del partido y de intervención en la lucha de clases. El centrismo se pone los ropajes del marxismo, y se hace pasar por revolucionario, hasta que se revela impotente ante los duros enfrentamientos entre el proletariado y la burguesía, hasta que se muestra en una posición opuesta a la estrategia de la revolución proletaria y, en materia organizativa, deja al descubierto el oportunismo.
Observamos y constatamos la escasa importancia de la izquierda centrista en la lucha de clases en Bolivia, mientras que pululan principalmente en Brasil y Argentina. Los revisionistas del marxismo-leninismo-trotskismo se rompieron en varias corrientes centristas. El intento de construir una de sus variantes, que llevó a la liquidación organizativa de la Cuarta Internacional entre 1950 y 1960, encabezada por Michel Pablo y Ernest Mandel, se produjo por medio de la formación de una fracción pablista en el POR, en su X Congreso, en junio de 1953. El enfrentamiento sobre el balance de la Revolución de 1952, y las orientaciones de la situación posterior, concluyeron con la escisión definitiva en el XIII Congreso de mayo de 1956. Lora y sus camaradas, que se habían alineado con la Fracción Obrera Leninista, quedaron en minoría, frente a la Fracción Proletaria Internacionalista, que era francamente pablista. La frustrada tentativa de unificación a mediados de 1960 demostró definitivamente que los revisionistas de las tesis de la Oposición de Izquierda Internacional y del Programa de Transición de la IV Internacional habían capitulado ante el estalinismo, que había salido momentáneamente fortalecido de la Segunda Guerra Mundial. Esto llevó a los pablistas a adaptarse al nacionalismo burgués en las semicolonias y a unirse al movimiento foquista castro-guevarista en América Latina.
El POR, que salió de la escisión debilitado organizativamente, salió fortalecido en sus posiciones históricas, teóricas y programáticas. La comprobación de sus análisis de que el nacionalismo burgués concluiría sometido al imperialismo, y que los errores de la orientación foquista guevarista expresaban la desesperación pequeñoburguesa, enterraría al pablismo en Bolivia.
Esta lacerante y dolorosa experiencia, entre 1950 y 1960, templó el marxismo-leninismo-trotskismo encarnado por la dirección del POR. Permitió a Guillermo Lora expresar el programa de la revolución y dictadura proletaria en el seno de la Asamblea Popular en 1971, y luchar para que la forma soviética, que tomaba cuerpo en medio de las masas en lucha, se fortaleciera como órgano de poder de un gobierno obrero y campesino. Las Tesis de Pulacayo, que determinaron la estrategia y la táctica del proletariado, se planteaban objetivamente, y eran encarnadas subjetivamente por el POR, en la lucha contra la reacción burguesa, y en el enfrentamiento con los nacionalistas y reformistas, para que no degeneraran la Asamblea Popular, convirtiéndola en un órgano impotente de la inviable democracia burguesa. Los pablo-mandelistas del Secretariado Unificado (SU) se mantuvieron al margen de la Asamblea Popular, instando a la revolución por la vía del foquismo, concebido y practicado equívocamente por Ernesto Guevara.
La Asamblea Popular fue aplastada por la contrarrevolución en agosto de 1971. El general Hugo Banzer llevó a cabo el golpe militar fascista. Se observa que, de 1946 a 1971, transcurrió un período heroico de lucha de clases, protagonizado por el proletariado minero y por los levantamientos campesinos. En esta caldera se forjó el POR y Lora ganó estatura de sólido revolucionario, que asimiló frenéticamente las experiencias de las revoluciones y así, sobre todo, arraigó el marxismo-leninismo-trotskismo en Bolivia, y, desde este país de capitalismo tan atrasado hacia América Latina.
Llegamos al punto esencial de nuestro reconocimiento del trabajo sistemático y perseverante de Lora en conducir al POR por el camino de la revolución proletaria y el internacionalismo comunista. De paso, recordamos que el peruano José Carlos Mariategui (1894-1930) es considerado el más importante introductor del marxismo en el continente latinoamericano, principalmente con los «Siete ensayos sobre la realidad peruana», de 1928. Sus limitaciones han sido suficientemente estudiadas. No llegó a constituirse en un marxista pleno. Su referencia es importante, porque el marxismo en América Latina fue desarrollado, en todos sus fundamentos teóricos y programáticos, por Guillermo Lora, como continuidad del leninismo-trotskismo. Los abundantes escritos del dirigente porista siguen siendo válidos e indispensables para que la vanguardia revolucionaria luche por superar la crisis de dirección. También vale la pena mencionar que escritores como Vittorio Codovilla, italiano afincado en Argentina (1894-70), y Rodolfo Ghioldi (1897-1985), fundadores del Partido Comunista Argentino, se perdieron al combatir el trotskismo, evidenciando que el estalinismo no tiene ni la sombra del marxismo-leninismo. Los escritores centristas y oportunistas, como Nahuel Moreno, sólo han contribuido para revisar las posiciones de la IV Internacional, y a deformar el trotskismo.
El POR boliviano y el abundante trabajo de Lora se levantan como un muro contra el que se estrellan los impostores y traidores del marxismo-leninismo-trotskismo. Las condiciones históricas del capitalismo en desintegración, y la restauración capitalista -que desmoronó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, destruyó las conquistas de la Revolución China, y viene saboteando la Revolución Cubana- imponen a los marxistas, que luchan por superar la crisis de dirección, el estudio, asimilación y reconocimiento de los avances obtenidos por el POR boliviano.
El Comité de Enlace no tiene forma de romper la camisa de fuerza del aislamiento sin proponerse disciplinadamente esta tarea. Es parte del aprendizaje del marxismo, leninismo y trotskismo, entender y aplicar las enseñanzas que recorren los escritos de Lora. La edición de sus Obras Completas, que refleja un esfuerzo sobrehumano, facilitó el acceso y el estudio sistemático de las conquistas del marxismo en América Latina.
Los centristas, en particular, una vez que el estalinismo se confirmó como una expresión burguesa, insisten en negar, deformar e incluso difamar el POR boliviano. No se cansan ni se avergüenzan de repetir la cantilena de que el POR fue el responsable de que el proletariado, representado en la COB, no tomara el poder en 1952. No dedican ni una sola línea a analizar las explicaciones y justificaciones históricas de los acontecimientos que llevaron a la revolución a concluir con el establecimiento del gobierno nacionalista del MNR. Distorsionan con medias palabras, y las difunden como un sello de condenación eterna del POR. Así, las distintas variantes del centrismo, que se formaron con la desintegración de la IV Internacional, se unen en una cruzada perenne contra el marxismo-leninismo-trotskismo, que floreció en el pequeño país andino, y del cual el internacionalismo proletario de nuestros días depende, para recuperar el terreno perdido ante la contrarrevolución.
El destino del estalinismo fue sellado con la liquidación de la III Internacional y, más recientemente, con el triunfo final de la restauración capitalista contra la revolución proletaria de octubre de 1917. El destino de la izquierda viene siendo sellado por la oposición sin principios al POR, y por la negación sistemática de construir el partido bajo la estrategia de la revolución y dictadura proletarias.
Nos encontramos en medio de una de las mayores crisis del capitalismo de pos-guerra. Las masas están pagando muy caro la incapacidad de la burguesía para protegerlas del flagelo de la pandemia, y el colapso mundial de la economía. La barbarie avanza, sin encontrar un poderoso obstáculo, que es el proletariado mundial organizado en su Internacional. La burguesía monopolista y los Estados imperialistas se aprovechan de ello para trabar la guerra comercial y someter aún más a las semi-colonias. La crisis de dirección sale a la superficie, como una erupción volcánica. Y, con ello, la impotencia del centrismo y del reformismo. El Comité de Enlace tiene el deber de levantar en alto la bandera de la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional. Y trabajar de forma colectiva y centralizada, como única forma de afrontar las debilidades organizativas y de formación de cuadros. Tenemos el arma más poderosa, que es la teoría y el programa, por los cuales Lora tanto trabajó.
¡Memoria eterna al camarada Guillermo Lora!
Camaradas, un verdadero revolucionario cumple su parte, ¡cabe a nosotros cumplir la nuestra!
(MASSAS nº 636 – POR Brasil)