El alto al fuego en Palestina
Combatir las maniobras imperialistas con el programa y los métodos de la lucha de clases –
El 25 de mayo, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken visitó Egipto para pedir al presidente Abdel Fattah el-Sisi que garantice el alto el fuego entre Israel y Hamás. No es la primera vez que la visita a Egipto de un representante del imperialismo se produce justo después de una masacre de los palestinos. El imperialismo, como ya ha hecho antes, en los hechos exige se amplíen los controles fronterizos para frenar el flujo de armamento hacia la resistencia palestina.
La misma estrategia se aplicó el 26 de mayo, cuando Blinken se reunió con el rey Abdullah II de Jordania. Esto, después de haber llegado a un acuerdo con los primeros ministros de Israel, Benjamin Netanyahu, y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, que controla Cisjordania. No fue una sorpresa que Hamás fuera excluida de las negociaciones, ya que el imperialismo no negocia con «organizaciones terroristas» (una falsa caracterización de la resistencia palestina). Lo cierto es que significó ignorar a las principales víctimas del genocidio sionista e ignorar a Hamás como gobierno regional legítimo, elegido democráticamente para gobernar la Franja de Gaza.
Como complemento a estas negociaciones diplomáticas, llegaron las promesas de una voluminosa «ayuda financiera». Según confirma Blinken, Joseph Biden se ha comprometido a prestar a Cisjordania 75 millones de dólares en ayuda económica este año. La visita a Jordania también vino acompañada del anuncio de la transferencia de 32 millones de dólares a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), orientados a ampliar los «programas de asistencia» para los refugiados palestinos, desplazados forzosamente a ese país. También prometieron 5,5 millones de dólares para la reconstrucción en la Franja de Gaza, pero con la condición de que sean controlados por la ANP.
Lo cierto es que una vez más, al aceptar el papel de siervo del imperialismo, la ANP echa más tierra a los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993, enterrados desde su aprobación por la ONU, por orden de Estados Unidos y el apoyo a la creación de dos Estados. Los palestinos fueron puestos bajo las botas militares de los sionistas, incapaces de mantener su territorio, condición para erigir un Estado. Sin embargo, la farsa de los dos Estados sigue sirviendo de máscara al colonialismo sionista.
Las masacres del pueblo palestino no han cesado durante décadas. Es la prueba de que no habrá paz, ni autodeterminación nacional de los palestinos, mientras el capitalismo y la criatura política engendrada por él, el sionismo, sigan vigentes. El Estado de Israel nació como un enclave artificial, para servir de base territorial a la burguesía imperialista de EEUU, empeñada en imponer un nuevo reparto de Oriente Medio, en la posguerra mundial. El expansionismo militar, el colonialismo racista y el terrorismo de características fascistizantes de los sucesivos gobiernos sionistas reflejan estas condiciones históricas y sociales. No por casualidad, Israel fue y sigue siendo la principal base de operaciones de EEUU contra los gobiernos y países que se resisten al expansionismo de sus monopolios. Esto se ha expuesto a la luz de los acontecimientos en Palestina, Irak, Siria y el asedio contra Irán.
Por su parte, la táctica de corromper a la ANP, el gobierno de Cisjordania, con millones de dólares, lejos de aislar a Hamás, acaba por comprometer definitivamente a esta organización descompuesta ante las masas palestinas. Esto se observó en el momento de los desalojos de los palestinos del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén, sacados por la fuerza de sus casas -una gran parte de las cuales fueron demolidas- para disponer de sus tierras para la construcción de nuevas colonias judías. Los palestinos se resistieron a los desalojos y se enfrentaron a la represión y al terrorismo policial del aparato militar sionista. Hamás respondió a la agresión con el lanzamiento de cohetes, lo que desencadenó los enfrentamientos en los que murieron más de 250 palestinos, 66 de ellos niños. La ANP, por su parte, refunfuñó impotente, soportando las represalias políticas contra Israel, mientras los palestinos eran masacrados, perseguidos y reprimidos brutalmente.
También está claro que Hamás no tiene forma de derrotar militarmente al aparato de guerra sionista, ni siquiera con el apoyo de las masas palestinas. Sólo armando al pueblo y organizando guerrillas es posible unir a los palestinos como una sola fuerza. Así lo demuestran las experiencias históricas del combate de la nación oprimida contra los poderosos invasores.
La larga guerra del sionismo para imponerse en toda Palestina demuestra que el expansionismo militarista del Estado de Israel será derrotado por el armamento general de la población y la insurrección de los árabes oprimidos contra sus gobiernos nacionales y el imperialismo. Ese es el camino para derrotar al colonialismo sionista, derrotar a la burguesía judía y expulsar al imperialismo. El objetivo de la resistencia armada de los palestinos debe ser la destrucción del Estado sionista y la constitución de un Estado democrático y socialista.
Así es como los palestinos oprimidos avanzarán en la tarea de superar el sectarismo yihadista, y abrirán el camino para la transición al socialismo, en el que se establecerán las bases de la igualdad entre el pueblo palestino y el judío, sin opresión nacional ni de clase.
En nuestros países, ayudaremos a cumplir esta tarea histórica, en la medida en que la vanguardia con conciencia de clase esté a la cabeza de las denuncias del genocidio y del apartheid étnico-racial al que están sometidos los oprimidos palestinos. Ayudaremos en la medida en que nos pongamos al frente de los llamamientos y de la movilización de masas por la defensa del derecho a la autodeterminación nacional de la nación oprimida y del derecho de los palestinos a utilizar cualquier método a su disposición para imponerlo. Pero el principal deber de un verdadero revolucionario e internacionalista es luchar por romper las cadenas de la conciliación de clases, abriendo el camino a la lucha de clases, contra los opresores, en nuestro propio país, poniendo en alto la estrategia, el programa, la organización y los métodos de la revolución y dictadura proletarias.
Es batallando por la recuperación de las fuerzas sociales y con la lucha de la clase obrera y los demás oprimidos que avanzaremos en la construcción de los verdaderos partidos marxista-leninistas-trotskistas, y en la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, IV Internacional. Es dando pasos firmes para superar la crisis de la dirección revolucionaria, que será posible confluir el programa y las estrategias revolucionarias con los levantamientos instintivos de las masas, transformando los levantamientos de los explotados y oprimidos en un paso objetivo en la lucha por su completa emancipación.
(POR – Brasil – Massas nº 638)