100 años del Partido Comunista Chino (PCCH) – Es preciso construir un partido marxista-leninista-trotskista
– Con un acto en la plaza de la Puerta de la Paz Celestial se conmemoró el centenario del Partido Comunista de China (PCCh). Xi Jinping, Secretario General del partido, aprovechó la ocasión para presentarse como la continuación de la obra de Mao Tse Tung. Subrayó que el partido está en el poder como columna vertebral del progreso y crecimiento chino.
La revolución que derrotó a la feudal-burguesia, al nacionalismo, al imperialismo japonés y luego a todas las potencias, con Estados Unidos a la cabeza, en 1949, fue el resultado de una heroica y sangrienta resistencia de las masas campesinas y proletarias, bajo la dirección del Partido Comunista, organizado y dirigido por Mao Tse Tung. La revolución democrática y antiimperialista liberó a China de la dominación de las potencias, y liberó a las masas pobres del campo de la servidumbre semifeudal, concluyendo con la expropiación de la burguesía, y la transformación de la propiedad privada en propiedad social. Poco después de la Segunda Guerra Mundial se rompió otro eslabón de la cadena de dominación imperialista -la primera ruptura se produjo con la Revolución Rusa en las condiciones de la Primera Guerra Mundial- y se abrió la transición del capitalismo atrasado chino al socialismo.
El proletariado mundial y los demás trabajadores deben saludar los logros revolucionarios de los explotados chinos, que hace 72 años impusieron una extraordinaria derrota al imperialismo. Hay que reconocer que sin la dirección del Partido Comunista Chino y el sacrificio de su militancia en las trincheras de la guerrilla, el proletariado aliado con los campesinos no habría podido tomar el poder e imponer su programa de expropiación de la feudal-burguesia.
El partido revolucionario es una de las condiciones esenciales para que las masas derroten a sus opresores. Este lugar en la lucha por el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo no cesa con la toma del poder. Las mayores dificultades, como reconoció Lenin, se manifiestan en el objetivo de avanzar por el camino seguro de la transición al socialismo. La superación de los obstáculos internos, que se presentan en forma de continuación de la lucha de clases contra las fuerzas restauracionistas, depende de la continuidad de la revolución, que comienza en las fronteras de un país en revolución, y avanza hacia los demás países, por lo tanto, depende de la revolución mundial.
Los 100 años del PCCH no han sido homogéneos. Una cosa es reconocer el origen de la importancia histórica del Partido y su desarrollo como dirección de las masas revolucionarias. Otra cosa es desconocer la degeneración del partido. En escala de mayor importancia histórica, eso es lo que ocurrió con el Partido Bolchevique, que pasó a llamarse Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Decimos de mayor importancia con respecto al partido que elevó el marxismo a su punto más alto de la aplicación del materialismo histórico, de la teoría, de la ideología y del programa, bajo la dirección de Lenin.
El PCCH no llegó a asimilar y aplicar el marxismo-leninismo. Se fundó en julio de 1921 bajo la influencia del bolchevismo y la Tercera Internacional. La dominación de Stalin y sus partidarios sobre el PCUS, a partir de 1923, y la derrota de la Oposición de Izquierda rusa, dirigida por Trotsky, condujeron a la estalinización del PCCh. La lucha de la Oposición de Izquierda contra la directiva de la Tercera Internacional estalinizada al joven partido chino quedó demostrada, no sólo en la aventura de la entrada de los comunistas en el partido nacionalista (Kuomintag), sino también después de la revolución. El PCC no pudo superar la orientación del «socialismo en un solo país» establecida por el estalinismo. Mao Tse Tung, que se potenció como dirigente en la organización de la guerrilla, llegó en 1945 como líder máximo del partido, pero no dejó de seguir los pasos del estalinismo. Aprovechó la confusión entre leninismo y estalinismo. Tras la muerte de Stalin, el PCCh se alejó del PCUS. En 1969, el conflicto sino-soviético rozó la guerra, por cuestiones nacionales. Esto indicaba el avanzado estado de las fuerzas restauracionistas internas en ambos países.
Estados Unidos aprovechó la desintegración de las relaciones entre la Unión Soviética y China, para apretar el cerco a la burocracia, y llevarla a dar curso al proceso de restauración. En 1978, Deng Xiaoping, heredero de Mao, dio el primer paso en esta dirección, abriendo la economía a la amplia penetración del capital monopolista. El bloque soviético comienza a desmoronarse poco después y, en 1991, la Unión Soviética se derrumba. Como se puede ver, no se puede desconectar la historia del PCCh del estalinismo, una corriente burocrática revisionista y contrarrevolucionaria. Las experiencias de la Revolución China y la descomposición del PCCh deben ser estudiadas críticamente por los marxistas-leninistas-trotskistas.
La conmemoración por parte del gobierno restauracionista chino del centenario del PCCh no es más que una farsa, que encubre la historia de la capitulación de Mao y los demás dirigentes ante el estalinismo. La vanguardia con conciencia de clase tiene la tarea de recuperar el terreno perdido por las revoluciones proletarias del siglo XX. Esto exige un riguroso aprendizaje y aplicación de los fundamentos del internacionalismo proletario, que se encuentran, principalmente, en la Primera Internacional de Marx y Engels, en la Tercera Internacional de los Cuatro Primeros Congresos, dirigida, sobre todo, por Lenin, y en la Cuarta Internacional de la época de Trotsky. La lucha del proletariado mundial tiene en China una de las tareas más urgentes. Levantar un partido marxista-leninista-trotskista, capaz de desarrollar la lucha por la revolución política y reconquistas de la revolución social. ¡Viva la revolución china! ¡Muerte a la restauración capitalista!
(POR Brasil – MASSAS nº642)