Nicaragua: Descomposición del régimen sandinista
Las elecciones generales en el país fueron convocadas para noviembre. Daniel Ortega, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se presentará por quinta vez consecutiva.
El ex guerrillero mantuvo un alto nivel de influencia entre las masas durante décadas, por su papel como líder de la Revolución Sandinista de 1979, que derrocó la dictadura de Anastasio Somoza, y por encabezar un gobierno que en el pasado favoreció la estatización de sectores de la industria, distribuyó la tierra entre el campesinado e hizo posible las conquistas salariales y laborales. Sin embargo, los pocos logros de la revolución sandinista fueron saboteados y destruidos por la presión de la oligarquía agraria y el imperialismo. El gobierno pequeñoburgués de Ortega acabó volviéndose contra los intereses elementales de los explotados. Ha llegado al punto en que la mayoría rechaza su permanencia en el poder. Los explotados responsabilizan al gobierno sandinista de destruir derechos, bajar salarios y potenciar el hambre. El levantamiento popular de abril de 2018 demostró que las masas estaban dispuestas a enfrentar al nacional-reformismo degenerado, que avanzaba por el camino de las contrarreformas y el desmantelamiento de las conquistas democráticas de la Revolución Sandinista.
El cambio en las relaciones entre las masas y el gobierno de Ortega impulsó a sectores de la burguesía nacional a romper su alianza con el gobierno y apoyarse en el imperialismo para imponer una salida negociada, lo que favorecería la llegada al poder de un gobierno abiertamente pro-imperialista. La brutal represión (300 muertos), los miles de presos, la persecución de opositores y las purgas dentro del FSLN demostraron que Ortega decidió mantenerse en el poder a toda costa. Lo que exigía revertir las tendencias que indicaban que la oposición ganaría claramente las elecciones.
El gobierno decidió disolver la oposición electoral y evitar así la confluencia del descontento de las masas con un partido opositor capaz de ganar las elecciones. Cuatro precandidatos fueron detenidos en una semana, así como jueces, dirigentes sociales e incluso ex comandantes y dirigentes del FSLN que rechazaban las tendencias autocráticas de Ortega. Sin una base social capaz de garantizarle una victoria electoral y de movilizarse contra el intervencionismo imperialista, a Ortega sólo le queda recurrir al aparato represivo, para garantizar la supervivencia de su gobierno, que de popular se transformó en antipopular.
La ausencia del proletariado, organizado como fuerza social independiente, e interviniendo en la crisis con su propio programa y métodos de lucha, hace imposible superar al gobierno agotado, derrotar las maniobras del imperialismo y de la reacción interna. Lo que exige avanzar contra la gran propiedad privada de los medios de producción y la dominación imperialista. Es cumpliendo la tarea de superar la crisis de la dirección revolucionaria, construyendo el partido marxista-leninista-trotskista, que el proletariado y el resto de los oprimidos avanzarán por el camino de la completa y verdadera liberación del país de la opresión social y nacional, bajo el programa y la estrategia de la revolución y dictadura proletaria.
(POR Brasil – MASSAS nº642)