Chile: ¡Fuera la farsa democrática de la Constituyente! ¡Retomar el camino de la lucha de clases!
El domingo 4 de julio se inauguró la Asamblea Constituyente. Elisa Loncón, líder mapuche, fue electa presidente, para dirigir los trabajos de redacción de una nueva carta Magna. La derecha burguesa estaba en minoria. Loncón obtuvo 96 de los 153 votos totales. Obtuvo el apoyo de los constituyentes de los Mapuche y Colla, del Partido Socialista, del Frente Amplio, del Partido Comunista de Chile y de la Lista Popular, formada por organizaciones e independientes que se autodenominan socialistas y anticapitalistas.
En su discurso, la Presidenta dijo que la Asamblea Constituyente podría finalmente “cambiar la historia”, y construir un país “plurinacional”, “multicultural”, y basado en la “interculturalidad” y la “diversidad sexual”. Para esto, se debía convocar a la más amplia unidad para dar respuesta a las demandas históricas de los pueblos originarios y a las demandas surgidas de la rebelión popular de 2019. Pero mientras en la Asamblea Constituyente se pronunciaban discursos y se organizaba la toma de posesión de los electos, fuera del Congreso, una manifestación que pedía a los constituyentes la aprobación de una ley de amnistía para los presos políticos de 2019 fue violentamente reprimida.
Lo que ocurrió fue una muestra clara de las contradicciones insolubles, entre la retórica farsante de la democracia burguesa, con sus ritos y escenas, con la realidad de la política burguesa y la lucha de clases. De hecho, la Constituyente no tendrá ningún poder para aprobar leyes que puedan cambiar las bases económicas y jurídicas del régimen burgués. Aunque establezca principios genéricos de igualdad, reconozca formalmente algunos derechos de las naciones indígenas y llene el texto de la nueva Constitución de elocuentes declaraciones en defensa de los derechos políticos y sociales de los oprimidos, no tocará ni un pelo la propiedad privada de los medios de producción, fuente de todos los males sociales del capitalismo, ni el Estado burgués, instrumento de la dictadura de clase de los explotadores.
La Constituyente fue el resultado de la intervención de un amplio frente democratizador (que unió desde la ultraderecha hasta la izquierda), destinado a desviar las tendencias de la lucha de clases, y abortar la situación prerrevolucionaria, abierta con la insurgencia de las masas en 2019. La Constituyente es un reflejo en la superestructura de este curso político. Es parte de la canalización de la revuelta de las masas, la ausencia de un poderoso partido revolucionario, por lo tanto la crisis de dirección.
La experiencia mostrará a las masas la impotencia de la Constituyente para responder a sus demandas, que funcionará bajo la sombra amenazante del aparato represivo y las constantes maniobras burguesas, para impedir que se apliquen decisiones contrarias a los intereses de los capitalistas chilenos y del imperialismo. Lo que facilitará la tarea de la vanguardia con conciencia de clase -que tiene su embrión de partido marxista-leninista-trotskista en el Comité Constructor del Partido Obrero Revolucionario- para reanudar la lucha por la independencia política de las masas y desarrollar el programa y los métodos de la revolución y dictadura proletarias.
POR Brasil – MASSAS nº642