Brasil: Sólo las masas en movimiento pueden combatir las persecuciones políticas

Varios acontecimientos recientes apuntan a un recrudecimiento de las tendencias represivas de los gobiernos. Casos como la violenta represión del movimiento en Recife, el 29 de mayo, el encarcelamiento del activista Paulo Galo y de Biu, acusados de participar en el incendio de la estatua de Borba Gato, donde el STJ ordenó su liberación y la jueza Gabriela Bertoli ordenó su encarcelamiento preventivo, de los jóvenes detenidos en las manifestaciones de São Paulo en julio, la represión y el encarcelamiento de los campesinos del campamento de Manoel Ribeiro, en el estado de Rondônia, o de Giovani, estudiante de la USP, residente en el CRUSP, detenido en la madrugada del 8 de julio por la policía del campus, sin ninguna explicación de los motivos, así como otros casos de flagrantes abusos autoritarios de la policía y de la justicia burguesa, no pueden ser combatidos al margen de la situación concreta que atraviesan las masas. A este marco represivo de la justicia se suma la violencia policial directa en las favelas y periferias del país. El caso de la masacre de Jacarezinho forma parte de este problema general.

El crecimiento del autoritarismo de los gobiernos, que no encuentra correspondencia sólo en el bolsonarismo, ocurre al mismo tiempo que 15 millones de trabajadores experimentan el desempleo formal, y otros 35 millones la subutilización de su fuerza de trabajo, el subempleo y la informalidad, la mitad de la población del país pasa hambre diariamente, en algún nivel, la enorme fuga de capitales se expresa en el cierre de fábricas y los despidos masivos. Además de este panorama devastador, la pandemia sigue matando a cientos de personas diariamente, y con el riesgo creciente de la variante Delta. Lo que vemos entonces es un inmenso proceso de destrucción de las fuerzas productivas del país. Una enorme masa de pobres y miserables, masacrados económicamente, es cada vez más disciplinada por los gobiernos mediante la represión violenta de los pocos que se mueven y luchan.

El Estado burgués avanza con la represión cuanto más pasivas permanecen las masas explotadas. El hecho de que las calles estuvieran abarrotadas el 29M, el 19J, el 3J y el 24J no significa en absoluto que se haya producido una ruptura total de la pasividad impuesta por las direcciones sindicales y políticas durante toda la pandemia. Si es cierto que las masas descontentas con los ataques de los gobiernos presionan a las direcciones para romper la pasividad, también es cierto que las burocracias, controlando los movimientos y sindicatos, utilizan la ruptura parcial de la pasividad para usarla como correa de transmisión de la política burguesa de salida de la crisis, encarnada en el «Fora Bolsonaro – impeachment». Sólo el proletariado organizado bajo su propio programa de emergencia para la crisis, y recurriendo a sus propios métodos de lucha, puede unificar en una lucha común a las enormes masas explotadas, que están fuera de la producción, o que conforman la fuerza de trabajo subutilizada, así como imponer un freno a la represión del Estado burgués, apoyado en la fuerza y la acción colectiva de las masas contra la persecución política de los que luchan.

Sólo recurriendo a sus propias banderas y métodos podrán los explotados combatir la represión en su propio campo, con independencia de clase. Es parte de esta tarea romper el dominio de las direcciones reformistas que, con su política de colaboración de clases, se han erigido en una barrera para el movimiento social y la lucha de las masas por sus necesidades. Muchos sindicatos permanecen cerrados, y los que pretenden ser abiertos permanecen en la pasividad de los “lives”, y las asambleas virtuales inocuas y ultra-controladas. El reformismo, con su política conciliadora, favorece al Estado burgués en su objetivo de ampliar sus mecanismos de coacción y persecución. Es incomprensible e inaceptable que organizaciones como UNE, CSP-Conlutas, PCB, PCO, etc. hayan participado en una reunión con la PM, para discutir la realización de la manifestación del 24 de julio. Por otra parte, el silencio de los reformistas en relación con las innumerables persecuciones políticas significa, objetivamente, connivencia con la represión estatal.

Es necesario a partir de ahora luchar en los sindicatos, lugares de trabajo y estudio por una amplia campaña por la liberación de Paulo Galo y Biu, como parte de la lucha general contra la persecución y la represión policial. Está colocada la lucha por las libertades políticas y sindicales. Es necesario que las centrales, los sindicatos, los movimientos populares y estudiantiles, así como los partidos, que se reclaman de la lucha obrera, discutan las tendencias dictatoriales de la situación nacional e internacional, y constituyan comités de defensa de las libertades democráticas.

¡Abajo toda persecución política a los luchadores!

¡Por la liberación inmediata de Paulo Galo y Biu!

¡Abajo el control de los reformistas sobre las masas explotadas!

¡Por un dnacional de luchas con huelgas y bloqueos, por las reivindicaciones del proletariado y contra la criminalización del movimiento!

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